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Emoción Coral en las naves de la iglesia de El Salvador

● José Cruz Cabo ►Miércoles, 1 de octubre de 2014 a las 0:01 Comentarios desactivados


José Cruz Cabo

El pasado sábado, la Coral del Milenario despidió las cenizas del que fue su director durante diez años, Alberto González Anta, y lo hizo durante una misa de funeral en la iglesia de El Salvador oficiada por el párroco Arturo Cabo Carrasco.

Antes de comenzar la misma, dirigidos por Jairo del Rio, su director actual, las voces de la coral se hicieron plegaria, con una preciosa canción italiana, por la muerte de un amigo y después dio comienzo la misa, y a la hora de los quiries sonaron las voces emocionadas en los mismos, que iba en aumento, cada vez que cantaban una de las canciones, en los distintos momentos de la misma, que los pelos se ponían de punta de la emoción, belleza y armonía con que salían las canciones del corazón y la voz de los coralistas. Fue una misa sentida, dedicada a la desaparición de un bañezano que les supo enseñar y dirigir cuando Don Rogelio, su primer director se jubiló.

Con la última canción, antes de finalizar la misa, los coralistas pusieron el sentimiento y la entrega en una Eucaristía que no olvidaremos facilmente.

Después se rezó el respondo tradicional ante las cenizas de Alberto y al finalizar los ritos religiosos, Francis Santos, fue la encargada de realizar la despedida por parte de la coral, que lo hizo también tremendamente emocionada por el fallecimiento de Alberto.

Cerró el acto la hija de Alberto, Laura González, quien agradeció profundamente a la coral y a los muchos asistentes a la misma, el cariño demostrado a su padre. Recordó cuando Alberto se hizo cargo de la dirección de la coral y su sentimiento casi no le dejaba expresarse, dado que la emoción que nos había trasmitido la coral con sus bellas voces, a ella también le refrescó la memoria de los años de dirección de su padre a nuestra Coral del Milenario de San Salvador, y terminó sus frases tremendamente emocionada, pero llena de agradecimiento a esta nuestra y suya coral, y a las personas que asistimos a la misa.

La Coral del Milenario volvió a demostrar no solo su gran valía sino también el cariño que supo ganarse Alberto, durante estos diez años en que la dirigió, y sus voces suvieron en plegaria al cielo, para que sea más feliz en el más allá, al reunirse con su esposa Luci, para siempre.

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