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Dos himnos con letra y toda la pesca

● Polo Fuertes ►Martes, 30 de noviembre de 2010 a las 17:58 Comentarios desactivados


“Ay, quién fuera peregrino / para cruzar tus veredas / y cantarte los sentires / que en mi corazón se encierran”. Sí señor, como suena (¡y cómo suena!), ya tenemos otro himno en La Bañeza. Vibrante y entrañable, resonante y armonioso, sincero y descriptivo. Como es la poesía, la prosa, la escritura de un bañezano, Jesús Toral Pascua, que desde la vera de la carretera de La Coruña, en Villalba, ha visto como aumentaba el tráfico salvaje que llegaba de su tierra, mientras ejercía de maestro de escuela. “Ay tierra mía, bendita tierra, / sagrada cuna de mi nacencia, / como los ríos que te cortejan, / quiero abrazarte, linda Bañeza”.

En frente, al lado, agarrado del brazo que conforman las notas sobre un pentagrama de cariños, Alberto González Anta, propone una melódica composición que suena a himno, que suena a pequeña sinfonía, a espectacular sonata. Un hombre que desde los eternos conocimientos de la electricidad y la electrónica ‘superestándar’, sigue estudiando su afición por la música, conversando con su violín, con su piano, con su arte de entender los sonidos y el tiempo, por los que se deslizan las notas blancas, las redondas, las negras, las corcheas, las semicorcheas, las fusas, semifusas y garrapateas.

Dos bañezanos, dos amigos que han estado añorando desde Madrid, a donde les llevaron sus vidas laborales, su tierra, La Bañeza, surcada por tres ríos emblemáticos (al menos, para nosotros), que han quedado prendidos en ese tendido eléctrico infinito, pespunteado de vencejos y gorriones que define el pentagrama de esta canción, de este nuevo himno bañezano.

Ya veis, mis queridos lectores, mientras que España tiene un himno sin letra que llevarse a la boca, La Bañeza tiene dos, con letra y toda la pesca. Este que han compuesto Jesús Toral Pascua y Alberto González Anta, y el que hace más de 60 años propusieron los hermanos Alonso González, Antonio y Odón, estrenado en el teatro Pérez Alonso, allá por los años 50 del pasado siglo y resucitado tres décadas después, por un grupo de entusiastas que pusimos las primeras voces a la Coral del Milenario de San Salvador, allá por 1985.

El pasado Sábado, 27 de noviembre, mientras escuchaba est6a canción de ‘Añoranza de los tres ríos’ a la Coral del Milenario, en la ermita de Jesús Nazareno, fui rememorando muchas de las afinidades que tienen estos dos himnos bañezanos (“En una vega verde y florida, / nido de besos del padre sol, / álzase airosa la bien amada, / mi dulce novia, / mi gran amor”, perdón si me confundo en la letra, porque la estoy cantando mientras transcribo la letra). Conocí y traté a los hermanos Antonio y a Odón Alonso, siendo un chaval, en aquella calle Astorga de mis amores. Dos artistas campechanos por los cuatro costados, que ni se dieron ni quisieron darse importancia nunca. (sigo cantando de memoria: “Como la torre, / como la encina, / que hay en tu escudo / quisiera yo…”). Y he vuelto a recordarlo cada sábado de este mes de noviembre, al cantarlo en compañía de mis antiguos compañeros de coral, mientras se me escapa una lágrima dulce de sentir patrio.

Y ahora, los autores del nuevo himno (la idea no es mía, sino del presidente de la Coral del Milenario, Jesús García Mielgo), no sólo los conozco y he tratado, sino que también son amigos. Con Jesús he tenido concomitancias sobre nuestras aficiones comunes a escribir, a la poesía, al periodismo y a la admiración por su hermano Marcelo, recientemente fallecido. Mientras que con Alberto he sentido el nacer y renacer de la Coral del Milenario. A la vez que viví intensamente su pasión por la música, con la que apostató de su trabajo y, casi, de su familia (es una hipérbole, pero casi), primero como miembro de la masa coral y después como director durante una decena de años.

Sentado detrás de los dos autores, puse mis manos sobre sus hombros, mientras nos embargaba la emoción, viendo como la polifonía de los coralistas y los movimientos enérgicos de su directora, Maite Esteban Aparicio completaban la inauguración de esta nueva composición, con reminiscencias de himno (“Yo que de amores muero / celoso estoy mi Bañeza / al tener que estar tan lejos / y querer estar tan cerca”).

Después, la congoja de los aplausos, la emoción global de la capilla, la tartamudez de los agradecimientos, los gritos de ‘bravo, bravo’ de los espectadores fueron la mejor agua de bautismo para esta ‘Añoranza de los tres ríos’. Enhorabuena, amigos Jesús y Alberto, porque habéis hecho historia, juntamente con ese medio centenar de voces de nuestra coral. “La ciudad de mis amores / tres amantes la cortejan, / los tres por ella suspiran, / Órbigo, Tuerto y Duerna”. Los tres ríos del fluir de nuestra historia y la estrofa con la que se inicia este nuevo himno bañezano.

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