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Las tierras bañezanas según Pascual Madoz (y II)

● Ibañeza.es ►Lunes, 6 de julio de 2015 a las 9:48 Comentarios desactivados


En 1843 La Bañeza se componía de 422 edificios, de piso alto la mayoría de las casas; muchas (en el Barrio de Labradores sobre todo) son bajas, y algunas (todas las de la Plaza y otras) de dos alturas, que no ofrecen belleza ni comodidad y tienen su pozo de agua potable. Las calles son estrechas, si bien están empedradas, al igual que tres plazuelas además de la mayor. En el inicio de cada una de las cuatro principales entradas de la villa existe un arco, todos “de muy mala arquitectura” (en ellos se situaban los correspondientes fielatos), y tres puentes de piedra sobre la acequia que la semicircunda exteriormente. Su población es de 513 vecinos, 2.308 almas, y los que no viven del comercio son en su mayoría labradores (unos 40), menestrales o braceros. Su presupuesto municipal, de 42.451 reales, se cubre con los diversos arbitrios establecidos desde antiguo y con lo que se obtiene de los propios o comunes: un monte encinar, vegas y arboledas, la torre del Reloj, las casas consistoriales, la cárcel de la villa, la Casa del Peso, la del Estudio de la Trinidad, la Escuela de Niños, y el pequeño Teatro construido en 1845. Ese mismo año, en junio, la virgen de Castrotierra se condujo solemnemente a La Bañeza, donde se veneró en acción de gracias por el feliz desenlace de la recién terminada guerra civil y por no haber invadido este territorio los carlistas que tantos otros asolaron.

Imagen antigua de un hogar campesino.

(En octubre de aquel agitado año 1843, cuando por causa de la inestabilidad política y económica se adelantaba la mayoría de edad de Isabel II para permitir su acceso al trono, La Bañeza hubo de aprestarse a la defensa después de que León se alzara nombrando una Junta de Armamento y Defensa y desde allí llegara una columna de sublevados hasta los arrabales de Astorga, donde hubo también levantamiento y altercados como los producidos en otros variados lugares de la geografía nacional en los que se recelaba del rumbo seguido por el reino).

Varían algunos datos según los diversos Diccionarios de la época, el de Francisco de Paula Mellado, por ejemplo, publicado el mismo año y que señala haber entonces en la villa administración de rentas, loterías y correos (dependiente, como la de León, de Benavente); una escuela de latinidad, algún comercio en grande y mucho en detall, un mercado semanal muy concurrido por el que la villa está recargada en sus contribuciones, y que en la quinta de 1844 entraron en suertes 121 jóvenes de 18 a 24 años. En todos los ayuntamientos del partido hay estanco o administración de tabacos, y pósito en algunos. Otros detalles y referencias de este autor repiten (por ejemplo para la ciudad de León y su teatro) lo ya expuesto por Sebastián de Miñano y Bedoya en su Diccionario geográfico-estadístico de España y Portugal de 1828. En 1845 en España geográfica, histórica, estadística y pintoresca, indica el primer autor citado que cuenta entonces la capital provincial con 1.198 vecinos y 5.720 habitantes. Una guía francesa para viajeros por España y Portugal de 1853 (la de Richard et Quentín) señala la existencia además en La Bañeza de un hospital y una casa de postas.

El clima de La Bañeza es poco sano, sigue narrando Pascual Madoz, y el terreno tan húmedo que lo uno y lo otro producen dolores y afecciones que hacen que pocos en ella alcancen los 70 años de edad. A causar enfermedades contribuye también, y no poco, el arroyo que procedente del Duerna riega huertas y prados y que por el centro de la villa divide sus dos barrios. Hay tres fuentes de agua con sus correspondientes lavaderos y tres buenos mesones. El convento del Carmen, extramuros y que permanecía sin enajenar, se derruía poco a poco por falta de cuidados. De la villa sale el correo para los pueblos del partido y parte de los de la Cabrera. Las telas comunes de los 149 telares en producción continua las compran los de Villalón y los parameses para comerciarlas en los puertos de mar, compañeros éstos de los maragatos en el oficio de la arriería (y de los lugareños de la Valdería, sobre todo en el curso alto del río, donde también existían arrieros), unos y otros caminando de noche y de día con grandes carromatos e interminables recuas de machos, haciendo el intercambio de los productos necesarios al consumo de toda la provincia leonesa.

Por lo que hace a los demás municipios del partido, diferentes en algunos casos en la distribución de las pedanías o pueblos que los conforman a la que años más tarde en número de 33 los enmarcó, cabe señalar que, por ejemplo, Alija de los Melones (los producía de tal calidad que ello motivó su sobrenombre), tenía calles irregulares, sucias y pantanosas. En Bustillo del Páramo viven esencialmente del comercio de medias de lana calcetadas que venden en algunos otros lugares del país. Castrocalbón, de calles sucias y lodosas, produce lienzos caseros en algunos telares e hilaza y lino, y malconserva sus bosques de encina y roble, que van camino del exterminio. Castrocontrigo cuenta con diez molinos harineros. Castrillo de la Valduerna (o de los Nabos, se dice) tiene 70 casas distribuidas en calles desempedradas y sucias, y campos amenizados por el cauce que se toma de su río, cuyas aguas mueven unos 14 molinos harineros de una sola piedra, 2 de aceite de linaza, y 2 batanes (abundaban años después en todo el partido bañezano, según la Crónica de la provincia de León de García de la Foz de 1867, que reseña “la fábrica llamada de García, cerca de la villa”, para abatanar los paños producidos en los telares de la comarca, 270 en 1879, cuando otra industria, la del curtido, da en ella y en sus 14 tenerías empleo a 240 trabajadores).

En Cebrones se padecen pulmonías y tercianas, a pesar de gozar de clima sano, y cuenta con 90 casas, además de la posada y Venta Castañón, propia del Marqués de Campofértil, y la acequia de igual nombre, así llamada por haberla hecho a sus expensas el dueño del despoblado de Hinojo. Laguna Dalga, perteneciente entonces al ayuntamiento de Soguillos del Páramo, dispone de 150 casas que no forman calles ni plaza, y éste, cabeza de la municipalidad, tenía “molinos de aceite de linaza movidos a sangre, y la arriería”. En Laguna de Negrillos habitan tejedores de lino y de lana que trabajan por encargo para particulares. Villazala, en fin, fertiliza su campo desde la presa en el Órbigo, y acomoda 66 casas más la consistorial y la escuela.

Del libro LOS PROLEGÓMENOS DE LA TRAGEDIA (Historia menuda y minuciosa de las gentes de las Tierras Bañezanas -Valduerna, Valdería, Vegas del Tuerto y el Jamuz, La Cabrera, el Páramo y la Ribera del Órbigo- y de otras de la provincia, de 1808 a 1936), recientemente publicado en Ediciones del Lobo Sapiens) por José Cabañas González. (Más información en www.jiminiegos36.com)

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