Felipe Alonso
Desayuno con imperiales
El Diario de León publicaba recientemente el fiasco que ha supuesto el año santo jacobeo que acabamos de dejar atrás. Según el citado periódico, el incremento en el número de peregrinos ha sido mínimo y muy por debajo de la esperado. Y todo ello contando con que las estadísticas y registros que se hacen en albergues, museos y oficinas de turismo sean veraces y certeros, que ya es mucho contar.
El caso es que no me sorprende, esperaba que el balance no fuera el que desearíamos por varios motivos, por supuesto que aquí también la crisis sale al paso y recorta las alas al ocio pero dejando de lado ese aspecto, hagamos acto de penitencia y reconozcamos que no se han hecho bien los deberes.
El Camino de Santiago se promociona en las ferias de turismo, se divulga en conferencias, charlas, ponencias, conciertos, bailes y saraos. Incluso en La Bañeza se “apostó” en su día por una actividad jacobea denominada “geocaching” que es mucho apostar si tenemos en cuenta que no dijeron más que era la moda en los Estados Unidos y con lo que se demuestra una vez más que hay muchas maneras de llevar boina.
Cualquiera lo invocará para sostener el más peregrino de los argumentos y justificar que ya viene de antiguo. Se sacará y traerá a colación una y cuantas veces sea necesario porque así el asunto que se trate quedará mejor vestido. Se harán homenajes,se editarán libros subvencionados, se descubrirán monumentos y se acuñarán monedas. Llenará de orgullo y satisfacción en los reales discursos.
Pero ahí terminará todo.
Y mientras las tareas básicas y elementales de mantenimiento como limpiar los senderos por donde transcurre el Camino, desbrozar maleza y zarza, ensanchar algunos de sus tramos, eliminar roderas, facilitar los accesos a la entrada de las grandes ciudades o fijar una señalización oficial para garantizar la seguridad de los peregrinos parece que tendrán que esperar.
Aunque nunca es tarde para empeñar la venera.
