P.J. Abajo
Aunque su madre fue la encargada de realizar el pedido a Conrado y su padre resultó ser el afortunado que encontró la sorpresa de un vale de 10.000 euros entre la nata del roscón de Reyes, la pequeña Aroa es la gran protagonista de la historia de esta familia zamorana –los Gato Corrales– que este jueves viajaba a La Bañeza desde la provincia vecina para recibir la recompensa del que es «el premio más emotivo y repartido de todos los que hemos entregado a lo largo de estos años», en palabras del confitero Sergio González.
La historia se remonta a la fiesta de Reyes de 2018, cuando Ana Belén Corrales tuvo la mala suerte de encontrarse con el haba en su porción de roscón, por lo que sabía que, según la tradición, tenía que ser la que pagara este año el dulce para su familia. Movida por el botín, adquirió por internet un bollo de tamaño grande y relleno de nata en la confitería bañzana Conrado.
Su marido, José Luis Gato, recordaba ayer que el pedido les llegó a Morales del Vino, a la casa familiar, el viernes, pero no lo probaron hasta el domingo por la tarde. «Teníamos dos, uno de crema y este de nata. A mí no me gusta demasiado el de nata, pero fue el primero que empezamos por la gracia de ser el que venía de la pastelería de La Bañeza», recuerda. Y así, en la primera porción, apareció el preciado vale.
Con la misma alegría y emoción que cuando apareció la sorpresa y decidieron repartirla entre los padres de Ana Belén y sus hermanos, el afortunado zamorano explicaba en La Bañeza que este golpe de suerte espera sea el inicio de un cambio más que deseado, ya que hace unos años diagnosticaron a su hija una leucemia de la que se recupera muy favorablemente. «Nos hace una gran ilusión este premio, porque se está curando y creo que esto puede ser el inicio del cambio de racha», apunta Gato.
Y es que el premio económico del roscón de Reyes de Conrado, que para muchos supone «el más justos de los que ha entregado la Diosa Fortuna» desde que surgió esta iniciativa hace unos diez años, permitirá a Aroa cumplir su sueño de subirse a un avión para viajar a Disneyland Paris «y celebrar la fuerza que ha demostrado» durante los duros tratamientos realizados para curarse de su enfermedad «y para conocer a Mickey y Minnie Mouse, ver el castillo y disfrutar de las luces», cuenta ilusionada a los medios la pequeña Aroa.
La pequeña Aroa, abajo en el centro, con su familia, Sergio González y dos representantes de Caja Rural.
