Un momento de la celebración de las bodas de plata sacerdotales.
P.J. Abajo
La parroquia bañezana de El Salvador se vistió de gala este sábado para acoger una celebración religiosa tan conmovedora y entrañable como inusual en estos tiempos, donde la falta de vocaciones que desde hace años se da en el seno de la Iglesia hace aún más especiales estos encuentros en los que es difícil no emocionarse y donde confluyen lo espiritual y lo humano. Todo para echar la vista 25 años atrás, recordar cómo han cambiado algunas cosas, otras siguen inalterables y mirar al futuro «porque lo mejor está por venir».
El de este sábado fue un encuentro fraternal organizado por el sacerdote Juan Antonio Testón Turiel para celebrar el 25 aniversario de su ordenación y en el que poder «dar gracias a Dios por haberme ido marcando este camino y esta historia personal que he ido escribiendo junto a todos vosotros». Por eso estuvo rodeado de sus familiares, amigos de la infancia, de la juventud y de sus distintas etapas en La Bañeza, en León, en Burgos, y en Santiago de Compostela, en cuya jurisdicción eclesiástica se encuentra actualmente desarrollando una intensa labor pastoral.
Y muestra de que en Galicia es muy querido este sacerdote nacido en La Bañeza en 1970 y ordenado en Astorga en 1994 fue la notable presencia de allegados y feligreses de su tierra de acogida, como el grupo de jóvenes ‘Shekinah’, que en hebreo significa precisamente «la presencia de Dios», y que se encargaron de musicalizar la eucaristía.
El templo del siglo X, que fue monasterio y hospital de peregrinos, como el padre Testón ha investigado y relatado en sus múltiples obras publicadas, reunió entre otros a algunos de los «chicos de Corporales» que en su día se conocieron y forjaron una gran amistad en la colonia de verano que desde la parroquia bañezana de Santa María llevaba a decenas de niños a reafirmar su fe de la mano de los sacerdotes don Amable, don Antonio y don Santiago.
Para ellos «que nos enseñaron tantas cosas y nos precedieron en el camino hacia Dios», y para monseñor Antonio Briva Mirabent, tuvo unas palabras de recuerdo durante la emotiva homilía con motivo de sus bodas de plata sacerdotales. De hecho, en el recordatorio que don Juan Antonio repartió a cuantos asistieron a la celebración, tras el besamanos para recordar su ordenación, la imagen elegida fue la del entonces prelado asturicense presentando los respetos al nuevo presbítero.
Los detalles
Además del cariño de sus íntimos y allegados –reflejado en detalles como la casulla roja dedicada al Espíritu Santo que estrenó el padre Testón–, la celebración de estas bodas de plata sirvieron al sacerdote, que es Licenciado en Estudios Eclesiásticos y en Teología además de doctor en Historia Medieval y en Teología Espiritual, profesor e investigador, para presentar su último libro ‘Historias monásticas de León’, que regaló a sus invitados.
La ceremonia estuvo repleta de detalles como en el momento de las lecturas y las peticiones o que fueran sus padres y hermanos los que presentaron las ofrendas, entre ellas el cáliz que recibió como regalo de sus amigos en su primera misa; de hecho, el sacerdote Arturo Cabo, que le acompañó en el altar, leyó el Evangelio de San Juan que dice «Padre justo, el mundo no te ha conocido, pero yo te he conocido y éstos saben que tú me has enviado. Yo les he dado a conocer tu Nombre y se lo seguiré dando a conocer, para que el amor con que tú me has amado esté en ellos y yo en ellos». Toda una declaración para continuar al servicio de Dios y de la historia.
La celebración religiosa tuvo lugar en la parroquia de El Salvador.
