Conrado Blanco entrega el Premio de Poesía al ganador de la XXII edición.
Pedro J. Abajo
En un momento en que la lírica atraviesa tiempos tan difíciles, Poesía para Vencejos cumplió esta tarde 25 años de vida, manteniendo su espíritu, tesón y vocación de permanecer en el futuro. Porque son muy pocos los certámenes poéticos que logran llegar al cuarto de siglo de existencia; son muchos los que nacen con vocación de continuidad pero pocos los que traspasan las fronteras del tiempo. Y hoy, a media tarde, cuando las puertas del patio de armas del castillo de los Bazán en Palacios de la Valduerna se volvieron a abrir de par en par, quedó patente que es un buen lugar para acoger un encuentro poético y musical en el que cada año se dan cita media docena de autores ante un numeroso público que acude a la fortificación con el único objetivo de pasar una tarde agradable.
Antonio Colinas fue uno de los precursores de Poesía para Vencejos.
El lugar que antaño sirviera de antesala de la torre del homenaje ahora se convierte en un escenario improvisado desde donde nacen las voces de poetas y músicos, el atrio desde el que se canta a los vencejos que sobrevuelan el castillo de Palacios cada tarde del primer domingo de agosto. No existen butacas ni palcos y son los espectadores los que llegan hasta el jardín de Felipe Pérez Pollán con sus propios asientos o utilizan el césped como improvisada grada de auditorio al aire libre.
Con el cronista de Astorga, Martín Martínez, como habitual maestro de ceremonias, van tomando la palabra los distintos poetas; algunos son ya veteranos en la cita, mientras que otros siempre encuentran en alguna ocasión la primera oportunidad para dirigir sus versos a los vencejos ante el torreón de los Bazán. Como Antonio Colinas, que fue uno de los ‘fundadores’ de esta tarde lírica hace veinticinco años. O Adolfo Alonso Ares, que también es habitual en la cita.
Otro autor que pasó por el estrado fue Andrés Martínez Oria (que este año se inició en el placer de recitar para los vencejos valdorneses). Y Marta del Riego, Sara Otero y Raquel Lanseros fueron las encargadas de poner el acento femenino al recital poético. Junto a ellos, Tista y Sara, cuya vida musical ha estado vinculada a los Vencejos desde sus inicios, desearon larga vida al encuentro y le cantaron el cumpleaños feliz. Por su parte, Isaac, que también es veterano en esta cita, puso música y voz a dos poemas del anfitrión de la casa, Felipe Pérez Pollán.
En el cuarto de siglo de vida de Poesía para Vencejos no podía faltar otro de los ‘alma mater’ del evento, quien ha estado vinculado de algún modo desde el nacimiento de esta cita anual y quien contribuye a darle repercusión nacional gracias al Premio de Poesía. Conrado Blanco acude cada año a Palacios para hacer entrega del Premio Nacional de Poesía Conrado Blanco León al ganador de la convocatoria; este año, el madrileño Luis de Blas Fernández recogió emocionado el galardón recibido por unos versos que homenajean a Miguel Hernández en el centenario de su nacimiento.
Numerosas personalidades del mundo de la cultura, de las instituciones, del arte o del ámbito editorial se dan cita cada primer domingo de agosto en Palacios. El que fuera señorío de los Bazán se convierte durante un día en el referente leonés de las letras, congregando anualmente a decenas de amigos que siempre vuelven a ver sobrevolar a los vencejos sobre el torreón del castillo, mientras la música y los versos se funden en un único deseo: hacer de un bello jardín un templo para las artes.
Poesía para Vencejos cumple este año sus bodas de plata.
