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El cuartel que se fue para Astorga (y otros afanes bañezanos malogrados)

● Ibañeza.es ►Lunes, 26 de septiembre de 2016 a las 8:25 Comentarios desactivados


En enero de 1905, el día 6, se produjo en La Bañeza la explosión de la caldera de vapor de la fábrica de luz de la compañía Central Eléctrica sita en la calle Labradores, causando gran pánico pero no desgracias personales. Un año después, el ayuntamiento ofrecía amplias facilidades (terrenos, piedra, madera y 25.000 pesetas) para la construcción de un cuartel destinado a un escuadrón de caballería, incluido su campo de tiro, sin que tal oferta hallara favorable recepción.

Tampoco la halló cuando se repitió en 1918 al ministerio de la Guerra a través del gobernador militar de León, dados el beneficio a obtener, la posición estratégica de la ciudad por la línea de ferrocarril, y la proximidad de la frontera portuguesa, tal vez porque en octubre del mismo año dicho ministerio aceptó los terrenos que para el mismo fin había ofrecido en junio el consistorio astorgano (también una vieja insistencia, en su caso igualmente desde 1905, en que existía ya en la Plaza de Astorga un Regimiento de Reserva alojado en la casa de Domingo Ramos), en los que se inició en diciembre de 1921 -por las gestiones del prócer maragato Manuel Gullón- la construcción finalizada en 1924 del acuartelamiento Santocildes, inaugurado con su ocupación por la tropas del Regimiento de Órdenes Militares nº 77, llegado por ferrocarril desde Estella (Navarra) en abril de 1925 (acontecimiento que generó gran expectación social y que fue muy celebrado entonces en la ciudad episcopal, con actos como la representación de la obra teatral ¡Que viene el Regimiento!, en la que participaban entre otros los hermanos Dámaso y Euquerio Cansado Cansado), y que devendría apenas nueve años más tarde en cuartel-cárcel atiborrado de recluidos a resultas de la revuelta de octubre de 1934, después de que en febrero de 1931 se llegara a temer por su traslado a alguna otra población, posibilidad contra la que el consistorio y algunos prohombres astorganos maniobraron en Madrid, en las mismas fechas, por cierto, en que en la capital provincial llegó a darse por hecho la adscripción, al fin frustrada, de un regimiento de Artillería a sumar a los de otras armas ya existentes.

En el mismo capítulo de las iniciativas bañezanas loables y fallidas tienen cabida la del ofrecimiento en 1902 al ministerio de Fomento de solares para implantar un campo de experiencias agrícolas; la emprendida en enero de 1913 por el obispo de la diócesis (Julián de Diego y Alcolea) ante el diputado por el distrito electoral Astorga-La Bañeza, el liberal Antonio Pérez Crespo, a la sazón director general de Prisiones, de establecer en la segunda una escuela-asilo para jóvenes y menores abandonados y vagabundos, cuya construcción llegó a estar decidida “en la finca que de las dos, la Vega de Arriba o la Cantera de Santa Marina, mejores condiciones reuniera”, y la que le siguió en febrero cuando la corporación ofreció terrenos para que el Estado pudiera construir lo que tampoco se llegó a materializar: un edificio destinado a Archivo de Protocolos y Registro Civil y de la Propiedad. Todavía en los inicios de 1916 se interesaban desde la fiscalía de la Audiencia provincial de León por la existencia de local adecuado en la ciudad para ser convertido en escuela de reforma para menores delincuentes, y debió de proveerse tal local, pues a finales de febrero “se enviaban a residir aquí a dos corrigendos del Penal de Burgos”.

Al contrario, en los inicios de 1919 se disolvió la Cámara de Comercio e Industria de La Bañeza (que venía funcionando desde 1911 al menos, y de la que dependía un Colegio, subvencionado por el Ayuntamiento, que impartía Bachillerato en 1913) pasando todos sus medios y efectivos a la de León, a la que queda incorporada (se dio un frustrado intento en 1928 de integrar su territorio de influencia en la de Astorga, y se propondría desde el semanario La Opinión a la mitad de enero de 1931 sustituirla por una llamada Agrupación Gremial Bañezana integrada por representantes de las sociedades entonces existentes: La Caridad, San José, Casino La Unión, Círculo Mercantil, Sociedad Obrera, y las dos sociedades de agricultores), y tampoco pudo conseguirse en 1916 la fundación del colegio que el benefactor Sergio Rubio Alba, fallecido en abril de dicho año, había dispuesto para La Bañeza en su testamento. Doce años más tarde, también en 1928, se declaran benéfico-docentes de carácter particular las obras pías de cultura instituidas en La Bañeza por Sergio y su hermana Juana, bajo el patronazgo del obispado de Astorga y del Cabildo de su Catedral, para crear y sostener allí un colegio católico de primeras letras, o el pago de becas, en su defecto, a estudiantes de la carrera eclesiástica. Las dos fundaciones fueron fusionadas en 1929 bajo un solo Patronato y la denominación de “Colegio Católico del Salvador” (a finales de agosto de 1931 estaba dispuesto que lo gestionaran jesuitas, y para él subscribiría el ayuntamiento bañezano 50.000 pesetas), al cual se añadirían los bienes donados por Luís, el tercero de los hermanos, a su fallecimiento, que había sucedido en 1925. A pesar de la denominación, no debió de materializarse tal colegio (al menos no aparece en las reseñas de los existentes en la época) como tampoco lo hizo en el intento de construirlo en mayo de 1919 por la mediación de las Escuelas Cristianas.

A primeros de mayo de 1932 proponían algunos vecinos bañezanos cerrar la huerta municipal de la Avenida Pablo Iglesias y dedicarla a parque infantil, ya que “los niños de la población carecen de lugar adecuado para sus distracciones”, creándose el día 18 una comisión municipal que se desplazará a Astorga para ocuparse de la posible adquisición para el ayuntamiento del huerto de la Fundación Rubio que colindaba con el comunal, que no progresó porque los eclesiásticos propietarios de aquel terreno (obispado y cabildo catedralicio astorgano) acordarían venderlo en pública subasta.

Del libro LOS PROLEGÓMENOS DE LA TRAGEDIA (Historia menuda y minuciosa de las gentes de las Tierras Bañezanas -Valduerna, Valdería, Vegas del Tuerto y el Jamuz, La Cabrera, el Páramo y la Ribera del Órbigo- y de otras de la provincia, de 1808 a 1936), recientemente publicado en Ediciones del Lobo Sapiens) por José Cabañas González. (Más información en www.jiminiegos36.com)

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