Hoy viernes de carnaval, 4 de marzo, se inician los primeros actos, las cenas, procesiones, ritos carnavaleros bajo la nieve que cae con ganas en la tarde-noche bañezana, Viene a mi recuerdo otro carnaval nevado donde mi amigo Pele Ferreras se reencontró con el carnaval de su juventud. La Charra ensaya en su local para después cenar como todos los años en El Industrial, último reducto de los bares-restaurantes de comida tradicional, económica y rotunda, donde comer es un placer para el estómago y no un sacrificio para la cartera. Comida económica y sabrosa, donde por un módico precio saboreas un buen embutido, el pulpo, los callos y un buen bacalao, buena carne o cualquier otro manjar de la cocina tradicional.
La Charra ha coincidido este año en el comedor de El Industrial con la Peña de las Malvinas. Estas dos formaciones carnavaleras se aprecian y admiran mutuamente. La cena ha sido un placer gastronómico y musical, escuchando a La Chara en disco y en directo, con el estreno de las primeras coplas. Luego las Malvinas y la Charra han tomado la primera copa en el bar del Industrial para luego, los más jóvenes y marchosos, seguir el carnaval y otros como yo a casa a descansar. Antes de acostarme escribo este artículo. Es algo tarde pero no quiero dejar pasar la ocasión de reflexionar un poco mientras hago la digestión.
¿Qué es el Carnaval?. ¿Por qué la gente siente la necesidad de disfrazarse y transgredir el orden establecido durante estos días? ¿la cultura de la fiesta y la diversión es una cultura inferior o de segunda división? Estas preguntas y otras muchas que podríamos plantear vienen a cuento de explicar el sentimiento carnavalero y otros sentimientos festivos. Lo digo porque a La Charra le han dado, este año, el premio “Sentimiento Carnavalero” los muchachotes de la Peña el Sombrero.
En concreto a mi me pasa a menudo que personas del mundo de la cultura, critican y no valoran mi participación en La Charra y mi implicación en la fiesta. Lo encuentran como poco culto, como si no pudiera uno recitar o cantar a Goytisolo y García Lorca y luego cantar al carnaval. La Fiesta está enraizada en los ritos mágicos de las sociedades más antiguas. Todos los pueblos han necesitado dar rienda suelta a los instintos festivos en unos días concretos del año, para rebelarse contra todo tipo de opresión, para canalizar una energía contenida difícil de sacar al exterior.
La fiesta es una suerte de catarsis donde se mezclan y confunden las clases sociales, donde se come, canta y baila en grupo, donde se socializan las relaciones de los pueblos, donde se critica y se admite la critica que en otros momentos no se consentiría. Donde la gente joven, menos joven y mayor, conviven representando un papel efímero.
Escucho el primer disco de La Chara “Coplas de Carnaval” y siento que lo que me cuentan sus letras y las sabias presentaciones de Manolo “El Negro” no lo encuentro en muchas enciclopedias. Se podría reconstruir la historia social y política de nuestra ciudad en sus canciones. La fiesta es una forma de cultura y tiene su momento. Luego llegarán otros momentos y nos refugiaremos en otras formas de cultura tan válidas y que no tienen por qué ser excluyentes. Ayer tocaron poemas que llegan al alma, hoy coplas carnavaleras que reconfortan el ánimo y aparcan los problemas, mañana sonará mi “Bendito trozo de Nogal” y me recluiré en mi mismo para asentar mi espíritu con la paz que irradia.
Pero hoy todavía toca Carnaval, saborear un título nacional que nos hemos ganado todos a pulso y que nos une. Mañana ensayo y el domingo a la Gran Carpa Carnavalera a darlo todo en el concierto, a poner patas arriba el mundo en nuestras coplas, a enseñar a todos el trabajo de unos meses, gratuito y desinteresado, para sentirnos grandes sobre el escenario al tiempo que entramos en comunicación con vosotros, los que estáis entre el público y, por un momento, nos sentiremos inmortales. Hoy todavía puedo tararear aquella letra de La Charra llena de sabiduría que dice: “…esta Ciudad me mata todos los días y me resucita por Carnaval…”.
