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Centro médico, colegio electoral y atención social

● Polo Fuertes ►Martes, 6 de diciembre de 2011 a las 17:20 Comentarios desactivados


Bueno, pues ya pasaron las dos elecciones que este pobre año 2011 tenía que padecer. Porque esto de las elecciones no deja de ser un padecimiento para cada año que toca en suerte. Al menos ahora, en cuyas precampañas y campañas se habla, se critica, se susurra, se grita, se comadrea, se…, de todo, menos lo que toca a los comicios en sí. Qué pena. Pero ya pasaron las dos correspondientes a este desdichado año. Así que a otra cosa, mariposa.

Los que estamos ya en las séptima década de edad, o en la sexta, comenzamos a añorar batallitas de todo, más que a contarlas, porque no siempre se encuentra un auditorio propicio para tal cuestión. Por eso, aprovechando que ibaneza.es pasa por mi pantalla, me he puesto a recordar aquellas primeras elecciones generales de 1977, las constitucionales de 1978, otras nacionales de 1979, juntamente con las municipales de aquel mismo año.

Fueron cuatro comicios en los que tanto mi mujer como yo tuvimos que votar en lo que había sido Centro Secundario de Higiene, en la calle Doctor Palanca y hoy es una referencia de acción social en diversos aspectos de este servicio. Aquellas primeras elecciones en las que ni los presidentes y vocales de mesa, ni los electores sabíamos muy bien lo que había que hacer. Después de unas campañas respectivas en las que cada ideología política había promovido sus propuestas, sin poner a caldo al rival político, porque en La Bañeza nos conocíamos todos y sabíamos, no solo del pie que cojeábamos, sino los milagros que cada cual hacía o había hecho hasta entonces. Como ahora. Que conste.

Sin embargo, aquel pequeño Centro Secundario de Higiene tenía su historia, de la que hoy quiero descolgar tan sólo unos apuntes, empezando por el final. Y es que ahora hace 25 años, en 1986, el Ayuntamiento tuvo que pagar cinco millones de pesetas (30.000 euros de ahora) para que el Gobierno revirtiera el edificio, después de habérselo pedido nueve años atrás, dado que iba camino de una ruina irreversible, sin que en sus interiores se llevara a cabo en los últimos 20 años actividad alguna derivada de un centro médico, como era para lo que fue cedido el solar, en el que se construyó.

Un centro que fue inaugurado en 1947 por el entonces ministro de la Gobernación de la dictadura, Blas Pérez González, amén de otras autoridades, entre las que hay que destacar el director general de Sanidad, José Alberto Palanca Martínez Fortín, del que se deriva el nombre de la calle en la que se ubica.

Y fue un bañezano, Luís Nistal Luengo, hijo político del doctor Palanca, el que le dio una trayectoria ejemplar en la rama de la sanidad del tórax, cuya gravedad era más que peligrosa en toda España, en aquellos años de la posguerra incivil. Una especie de asistencia ambulatoria gratuita, para todas aquellas personas no acogidas a la Seguridad Social, que en aquella época era un tanto restringida.

Durante más de 20 años, el Centro Secundario de Higiene fue una referencia provincial en todo lo que se refería a enfermedades derivadas del aparato respiratorio, como catarros, gripes, tuberculosis, silicosis y otras relacionadas con el tórax. Así como las distintas campañas de vacunación, en las que los chavales teníamos que hacer cola vigilada, para no escaquearnos de los pinchazos medicinales

Con la llegada de las nuevas técnicas, tanto en el apartado sanitario como en la mayor asistencia de la Seguridad Social, dejaron obsoleto este pequeño edificio, cargado para siempre de recuerdos en varias generaciones de bañezanos y comarcanos.

Con la llegada de la democracia se le dio un nuevo y pobre objetivo, como era el del colegio electoral accidental, mientras en los distintos despachos de las antiguas consultas se pudrían y deterioraban todos los útiles sanitarios que en su día salvaron muchas de aquellas vidas de después de la guerra. Hasta que en 1978, se reventó la caldera de la calefacción y ya nadie se decidió a arreglarla. De manera que en el referéndum para aprobar la Constitución del seis de diciembre de 1978, y las dos siguientes y últimas, las distintas mesas electorales pasaron más frío que un heladero en su cámara de fabricación.

El resto fue la ruina total irreversible, por la que se tuvo que pagar aquellos cinco millones de pesetas, un mes de diciembre de 1986, para poder después sacar envueltos con los escombros del derribo (sólo quedó en pie la fachada), vitrinas, y útiles sanitarios totalmente desechables; hasta un completo equipo de rayos X que no valía ya ni para chatarra.

Y es que la historia de las primeras elecciones en La Bañeza también tenía anécdotas tan truculentas como esta de un centro médico importante, después colegio electoral y, tras la restauración, hoy un referente de acción social. Cosas para la historia de La Bañeza. Vamos, digo yo.

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