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Conductores suicidas, asesinos o quizás no tanto

● A. Cordero ►Lunes, 24 de julio de 2017 a las 8:01 Comentarios desactivados


Hace unos días me tropecé con un listado de infracciones de esos que no se sabe si están dictados por la mismísima DGT, o por el gracioso de turno, con el llamativo título “multas del verano”. Un texto de esos que viajan de un grupo a otro, y, muchas veces centran el tema de tertulia en el bar o en su defecto, en las redes sociales pero más en la intimidad. Pero lo malo de generalizar las normas, tanto las de tráfico como las que se esconden en las ordenanzas municipales, es que a veces se traspapelan las caras, se confunden los hechos, se manipulan los datos y víctima y verdugo se acaban confundiendo y terminamos por no saber quién es quién, tildando de “asesino” a quien no lo es y dejando que se vaya de rositas quien siembra el pánico en las tranquilas noches veraniegas, por ejemplo.

Como hay momentos en los que la ética y el sentido común pasan a un segundo plano, empujados por un ansia de comodidad o de libertad que el sujeto común dice merecer, hay quien se relaja, se quita la camisa delante de las personas que –habitualmente la llevamos puesta aunque tengamos el mismo calor– o se descalza en lugares comunes por la misma razón, “porque me da la gana y quiero estar cómodo”, sin tener en cuenta que a quienes estamos tomando un café o paseando, posiblemente no nos apetece ver una barriga cervecera que dista bastante del erotismo, de la belleza y por supuesto, del buen gusto. Pero como hay quien solo piensa en sí mismo, cual Tarzán en la selva, por las vías de la ética y las buenas maneras no hacemos labor.

Quizás quien ha sacado a la palestra las susodichas normas, ha exagerado un poco, pero no estaría de más echar mano del manual de las buenas formas y evitar que los señores que dictan las leyes vayan por la tremenda y ataquen al ciudadano como mejor saben: poniendo ceros a una cifra con la que las reglas de convivencia se aprenden solas. La verdad es que como yo soy algo intransigente en los temas en que la legalidad se tambalea me alegré por algunas de esas medidas; está claro que el único modo de aprender las normas de ciudadanía de forma fácil y efectiva es si el asunto afecta al bolsillo y eso estos señores lo saben bien.

Hay quien supone que esta medida sea un exceso de imaginación para asustar a la opinión pública con unos cuantos supuestos destinados a engrosar las arcas públicas, pero tal vez esta sea la única fórmula que entienden algunos de esos conductores suicidas, o lo que es peor conductores asesinos; así pasear de noche por las calles no se considerará un deporte de riesgo. Claro que sacar la mano por la ventanilla, beber agua o conducir con chanclas y sombrero, tampoco me parecen delitos suficientes para criminalizar al conductor, mientras que a quienes tiran colillas por la ventanilla o a quienes hacen carreras por las vías públicas, igual había que añadirles dos o tres ceros por la derecha y un asterisco con rotulador permanente en los listados de la DGT.

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