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Conrado Blanco González, su humanismo y espiritualidad

● Ibañeza.es ►Viernes, 24 de enero de 2014 a las 0:01 Comentarios desactivados


Conrado Blanco en una imagen de archivo.

Landelino Franco – Cronista Oficial del Ayuntamiento de Villamontán

En estos días están apareciendo en la prensa nacional, provincial y local síntesis biográficos positivamente abrumadores de la vida de Conrado en su polifacética actividad como investigador, escritor, conferenciante, editor e integrante de toda asociación cultural, social o religiosa, al igual que mecenas y espléndido donante económica de las mismas. A esas notas biográficas me remito y quiero resaltar algunas características personales de Conrado, que aparecen reseñadas en esas notas.

Era el clásico caballero español. Hombre de honor. Derramaba bonhomía a su alrededor, con naturalidad, sin artificios. Siempre bien pensado, ponderado en sus juicios, tendente a ver lo positivo en los demás. Todo el mundo era extraordinario para él. Fiel a la amistad, prefería el diálogo al monólogo o a la discusión. No le iba el regateo. Pródigo en dar y agradecido en recibir; sabio en escuchar.

Sus archivos y documentos estaban a disposición de quien los solicitara. Investigaba para luego informar. Gracias a esa actitud ha descubierto y publicado tanta documentación en archivos nacionales, provinciales y locales sobre aconteceres históricos y culturales, preferentemente de Castilla-León, La Bañeza, la Valduerna… ahí quedan sus Capiteles como muestra. Para la posteridad nos regaló la Fundación Conrado Blanco y con ella todo su acervo cultural. Puede que fuera rico en bienes económicos, pero lo fue aún más en prodigalidad y en el uso de esos bienes en pro de la cultura, como pródigo en socorrer; De esto saben mucho las asociaciones culturales, sociales, deportivas y religiosas; Cáritas Interparroquial, Manos Unidas, Asociación Española Contra el Cáncer, Parroquias, conventos y en especial el Ayuntamiento de La Bañeza.

Acaso sea menos conocido y poco publicado lo referente a sus preocupaciones y vivencias espirituales. Su entrañable esposa Charo nos podría hablar de esas intimidadas compartidas y vividas por ambos. Reconocía Conrado lo mucho que le debía a Charo como animadora de su espiritualidad y práctica sacramental católica. Poco conozco publicado por Conrado de esta faceta de su vida aunque sí difundió y condensó en “¿MILAGRO EN LA CATEDRAL?” algo de esas vivencias. Describe una experiencia espiritual tenida por ambos esposos ante la Virgen de la Majestad en la catedral de Astorga: “¿sueño, realidad, imaginación, fantasía… Vaya Ud. a saber…Milagro?… No, no lo creo. Simplemente eso, un deseo que nos hubiera gustado que hubiera sido real”. Así resume esa experiencia de una “posible aparición”. En ella aparecen destellos de ternura, de inmenso fervor y veneración de un Conrado externamente controlador de sus sentimientos.

Desde la defunción de Charo se incrementaron en Conrado unas vivencias de fe profundas. Hombre culto que buscaba hermanar Fe y Razón, multiverso, big bang, diseño inteligente, bosón de Higgs con Dios principio creador. Le dolía no poder explicar el sentido del mal en el mundo. Pero aparecía su Fe amorosa en el Jesús, humano-divino. Con Él mantenía una oración nada sensiblera y sí muy recia y espontánea, la misma que diariamente rezaba en su visita ante la tumba de Charo.

Termino con palabras del poeta Carranza: “cuando son muertos los muertos nunca mueren”. Así Conrado con su esposa Charo.

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