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Cuando comer y pagar se convierten en tema de debate

● A. Cordero ►Lunes, 21 de septiembre de 2015 a las 9:31 Comentarios desactivados


Ya son varias las ocasiones en las que he defendido desde estas líneas a los hosteleros; gremio con el que simpatizo por tener en mi haber varios amigos dedicados al arte de quitar hambre, sed y sueño a quienes se acercan a sus establecimientos. Hace unos días el considerado escándalo por algunos medios de comunicación y distintas redes sociales de un restaurante de Formentera, que había cobrado una cuenta excesiva a unos clientes, sirvió como punta de lanza para que hoy me ponga a escribir estas letras con algunas “eñes”… para variar.

Como todo en esta vida, y  más la opinión, cada uno tiene la suya y todas son válidas y cuando a unos les parece un robo que les cobren un euro por el pan, a otros les puede parecer lo justo, porque el pan, al igual que la leche para el bebé, la aspirina o la ración extra de patatas, al hostelero no se lo regalan; pero no faltan quienes pretenden compartir un menú (de 9 euros) entre dos comensales, con el pan gratis, dos servicios y bebida para dos, evidentemente. Ante la negativa del establecimiento ya todo son protestas y peticiones de libro de reclamaciones o comentarios alertando a los potenciales clientes con el hastag #touristrap, por ejemplo.

Por eso, en el asunto caro-barato no se debería opinar en exceso, porque no es lo mismo comer que llenar la barriga, como tampoco es lo mismo comer una hamburguesa en una de esas cadenas multinacionales en las que la ternera suele ir pintada en el envase, que comerse un solomillo en un buen restaurante. Como tampoco es lo mismo un cliente que otro cliente y, es por eso que a la hora de opinar hay que discernir y saber cuáles de ellas se adaptan más a la realidad del siglo XXI.

Un caso diferente es la Alubiada de La Bañeza (aunque habrá a quien le parezca caro 4 euros por un menú completo), y quienes piensen que en todos los restaurantes pueden afrontar un reto así, pero en este caso y en algunas otras comidas populares no se hacen las cuentas de igual modo y, para que algo así salga lo más parecido a libre de gastos, son muchas las personas que desinteresadamente se ofrecen para ayudar en la elaboración, como los cocineros que descuidan sus negocios particulares por unas horas y se encargan cada año, junto con Paco Rubio, de hacer realidad el reto de convertir la plaza Mayor en un inmenso restaurante.

Un reto que no sería posible sin su presencia y la inestimable ayuda de sus colaboradores, como la IGP Alubia de La Bañeza, entidad que regala cada año más de 600 kilos de alubias, o Imperiales Alonso que ha hecho un gran esfuerzo en la elaboración y ajustando el precio de los Imperiales hasta límites insospechados, o al restaurante Mirador del Ermitage, y tantas y tantas firmas comerciales que han hecho posible a lo largo de estos años que la organización pueda sacar adelante este proyecto, uno de los que más repercusión mediática tienen en La Bañeza fuera de nuestras fronteras.

Pero, lamentablemente, no se puede comer todos los días por 4 euros. Es por eso que las opiniones en cuanto a caro-barato, mucho-poco, bueno-malo, habría que analizarlas detenidamente antes de darles credibilidad, porque no todos tenemos el mismo gusto ni el mismo presupuesto ni el mismo rasero. Tal vez porque, como dijo Ramón de Campoamor, “En este mundo traidor nada es verdad ni mentira; todo es según el color del cristal con que se mira”.

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