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Cuando las Misiones Pedagógicas visitaron Astorga y La Bañeza

● IBAÑEZA.ES ►Lunes, 23 de abril de 2018 a las 7:23 Comentarios desactivados


Surgía en 1907 la iniciativa de las Misiones Pedagógicas, consistente en excursiones de carácter científico, conferencias y otros trabajos dirigidos a difundir la cultura por los pueblos. Ya en el Congreso Nacional Pedagógico de Valencia de julio de 1909 se trata sobre intercambio escolar y misiones pedagógicas, y un Real Decreto de mayo de 1910 recomendaba a los inspectores de enseñanza organizar conferencias y misiones pedagógicas para interesar a los elementos sociales en favor de la escuela primaria, mientras en febrero de 1912 también en Valencia se propone que las segundas se desplacen a los pueblos “con el fin de mejorar las costumbres y desterrar la ignorancia, origen de las mayores perturbaciones sociales”, una realización que resultó difícil en los años posteriores a pesar de las buenas intenciones y los intentos de llevarla a cabo, como los de la Asociación de Misiones Pedagógicas en el mismo año 1912, o la Comisión nombrada el 6 de marzo de 1931 para organizar y dirigir una misión pedagógica para “llevar por España un curso de perfeccionamiento ambulante”, y que, ya constituida, no pudo cumplir su propósito al proclamarse el 14 de abril la Segunda República, en la que las Misiones Pedagógicas se re-crean, se potencian y se expanden (también desaparecen antes de la guerra civil casi del todo), un logro cuya culminación se puede considerar republicano y del que se beneficiaron numerosos pueblos de la diversa geografía hispana, aunque ya en agosto de 1919 se celebraban en lugares como Sahagún conferencias ambulantes en sesiones de mañana, tarde y noche, recibidas por los encargados de las Misiones Pedagógicas en aquel partido, ante un numeroso auditorio y en las que participa, entre otros, el director de la Escuela Normal de Maestros de León.

Con el Teatro del Pueblo, eran el cinematógrafo y las proyecciones fijas (especialmente el primero; las segundas se usan sobre todo en relación con el Museo Circulante) el auxiliar más poderoso de la actuación misionera en las poblaciones visitadas. De las películas del amplio fondo disponible sobre variada temática se proyectaron en Astorga 18 de los días 22 al 25 de diciembre de 1933, y otras tantas en Val de San Lorenzo, en Nistal y San Román de la Vega, en algunas fechas (que no constan en la Memoria) del mismo mes y año. El 8 de abril de 1934 volvieron las proyecciones a Quintanilla, donde se pasaron tres películas, y el 2 y 3 de noviembre se llevaban ocho a La Baña, además de las seis incluidas en el cursillo agronómico que el 21 de diciembre se impartía en Ponferrada. Algunas de aquellas proyecciones se usaron en los pueblos de La Cabrera como instrumento de lucha por la mejora de la higiene infantil, unidas a conferencias y folletos que perseguían desterrar el vino de la dieta de sus niños y frenar su excesiva mortandad.

El pintor Ramón Gaya en el Museo Ambulante de las Misiones Pedagógicas. La imagen bien pudo haberse tomado en La Bañeza.

Del 7 al 13 de agosto de 1933 una exposición de la primera de las dos colecciones de pintura del Museo Circulante visitó Benavente (a donde llegaba después de estar en Toro). Desde Madrid, el Patronato de Misiones Pedagógicas había propuesto el 24 de julio de 1933 a la alcaldía bañezana traer el Museo de Pintura Circulante del 12 al 19 de agosto, y solicitaba local y medios para su instalación, cediéndose para ello el propio salón del consistorio (que sufraga los gastos) al tiempo que se encargaba al Consejo local de Primera Enseñanza organizar la exposición. El 11 de agosto comunicaba el Patronato que retrasaría su instalación en unos días por desplazarse antes a Galicia. En realidad el retraso tornaría en suspensión de la visita pues la gira por Galicia (por algunas villas orensanas, más concretamente) se debió de alargar más de lo previsto, hasta finales de diciembre de 1933, y es al final de este periplo, ya bajando de tierras gallegas, cuando las Misiones (que portaban el Museo del Pueblo, y las actividades de Cine, Biblioteca, Música, y el Retablo de fantoches) recalan en Astorga y San Román y Nistal de la Vega, para finalizarlo en Val de San Lorenzo, donde su estancia recordaría sin duda a sus vecinos la de los alumnos de la Escuela Madrileña de Cerámica del verano de 1926, que arribaron allí entonces debido a la amistad que unía a su director, Francisco Alcántara, con el pintor Joaquín Sorolla, que desde 1902 a 1911 había viajado por nuestra provincia en varias ocasiones.

Aquel Museo (llamado también del Pueblo, o del Arte) recorrió después otras geografías, y no se le terció mostrar sus pinturas en algunos de los lugares antaño suspendidos hasta el verano de 1935, y así lo hizo en Astorga del 4 al 9 de agosto. En La Bañeza preveía permanecer del 11 al 16, aunque debió de quedarse hasta el día 18 (se ocupó de su vigilancia Lucas Mantecón, y se le pagaron por ello tres jornales), después de que el pleno municipal del 7 de aquel mes acordaba “rogar al Patronato de las Misiones Pedagógicas, que anunciaba la llegada de su Museo Circulante de Arte para el día 10 hasta el 16 de agosto, amplíe la estancia hasta el día 18 inclusive, por alcanzar hasta esa fecha las fiestas patronales de la ciudad”, prosiguiendo en Valencia de Don Juan del 18 al 23 del mismo mes, en una gira provincial iniciada a mitad de julio en Ponferrada y que cerraba en Riaño a mediados de septiembre (con estancias además en Villafranca, Villablino, y Sahagún), en una ruta descendente ahora (al revés de la de dos años antes) del Bierzo a la Meseta. Finalizado aquel recorrido, el Patronato de Misiones Pedagógicas remitía desde Madrid el 16 de octubre al Ayuntamiento bañezano una colección de fotografías pictóricas (realizadas para las Escuelas Normales de Maestros) que se expondrán, según se les comunicará desde la alcaldía al inicio de noviembre, unas en las dependencias de la Casa Consistorial y en las escuelas otras.

El Museo Circulante recorría el país en camiones alquilados y acercaba al pueblo “para su goce y para educar su inteligencia” las grandes obras pictóricas de los autores españoles más importantes de los siglos XII al XVII, en reproducciones de gran tamaño cuidadosamente realizadas. Generalmente estaba una semana en cada lugar, en los días de ferias o de fiestas, y los dos o tres misioneros responsables obsequiaban a los visitantes con copias de los cuadros en fototipia o huecograbado, y dejaban a su finalización otras mayores y enmarcadas para la decoración de los ayuntamientos, escuelas y centros obreros, y como recuerdo permanente del paso del Museo. La colección iba acompañada por voluntarios de la categoría de Sánchez Barbudo, Ramón Gaya o Luis Cernuda, quienes además de dar conferencias explicaban las pinturas a los visitantes, muchos de ellos campesinos. El Museo del Arte llevaba además un proyector de cine y un fonógrafo, y en el inicio de sus sesiones, como en el de todas las actividades que las Misiones difundían, se leía el texto que Manuel Bartolomé Cossio había escrito para explicar quienes eran y lo que hacían: “una escuela ambulante enviada por el gobierno de la República a los pueblos y aldeas, ante todo a las más pobres, a las más recónditas, a las más abandonadas…”.

Los cuadros se colgaban en el lugar más apropiado, normalmente el salón de actos del Ayuntamiento (como se hizo en La Bañeza) o en alguna escuela, cubriendo las paredes con sábanas blancas, para que se vieran mejor, se ponía música clásica de fondo y se colocaban macetas con plantas y flores en la sala, disponiéndose horarios de visita matutinos y de tarde que se combinaban con charlas instructivas sobre las pinturas y su historia y con sesiones dedicadas a los niños, a los que se facilitaba materiales para que ellos mismos dibujaran (algunos habrá que aun lo recuerden…). Antes de irse, la costumbre era dejar en el lugar el gramófono y la colección de discos que hasta allí habían transportado, y también una biblioteca de unos cien libros para que los adultos y los niños siguieran aprendiendo.

140 bibliotecas (60 en 1932 y 80 en 1933) habían distribuido en municipios y pedanías de la provincia de León (más que en ninguna otra) las Misiones Pedagógicas al finalizar el segundo de los años, además de otras 89 bibliotecas escolares repartidas ya en 1931: en Astorga, La Baña, La Bañeza (una donada a la escuela –que será expurgada después que se desate la vorágine de julio de 1936- y otra a la Agrupación Socialista), Benavides, Veguellina, Villarejo, Hospital y Villamor de Órbigo (a la Sociedad Recreativa), Castrillo de San Pelayo, Castrillo de la Valduerna, Fresno de la Vega, Benavente, Pombriego, Manganeses de la Polvorosa, Pobladura y San Román del Valle, Santa María y Valcabado del Páramo, Santa Marina del Rey, Valencia de Don Juan, y Villamañán. En 1934 se reparten en la provincia leonesa 17 nuevas bibliotecas (más de 5.000 había concedido el Patronato al finalizar el año en éste y los dos anteriores), y a 16 pueblos más se entregaban en 1935. La que se halla en una de las escuelas unitarias de la ciudad maragata “es gobernada por los niños y usada por toda clase de personas, circulando además lotes de libros a otras escuelas que los piden”. Aquella y todas las demás serían incautadas a finales de agosto de 1936, una vez que triunfan los alzados, obligándose a los maestros a precintarlas y entregar las llaves al alcalde.

Del libro LOS PROLEGÓMENOS DE LA TRAGEDIA (Historia menuda y minuciosa de las gentes de las Tierras Bañezanas -Valduerna, Valdería, Vegas del Tuerto y el Jamuz, La Cabrera, el Páramo y la Ribera del Órbigo- y de otras localidades provinciales -León y Astorga-, de 1808 a 1936), publicado en 2013 en Ediciones del Lobo Sapiens) por José Cabañas González. (Más información en www.jiminiegos36.com)

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