En blanco
Seguro que si han viajado de noche se habrán encontrado en alguna Ciudad a los operarios del Ayuntamiento pintando la señalización horizontal de las calles, para entorpecer lo menos posible la circulación, la mayoría de las veces acompañados de alguna patrulla de la Policía Municipal para evitar riesgos y que no se produzcan accidentes inútiles.
Pues bien, ahora déjenme contarles cómo se hace en esta Ciudad: el trabajo se realiza a plena luz del día, cuando más pueden molestar a la circulación de vehículos y peatones. Designan las calles sin orden ni concierto, pasando de un extremo de la Ciudad al otro moviéndose con su furgoneta y dejando calles parcialmente cortadas durante horas. ¡Y ahí viene lo bueno! El viernes pasado no me podía creer lo que mis ojos veían: “se habían olvidado de quitar las vallas que protegen la zona pintada” y si nadie lo impedía se quedaría así, dificultando el tránsito.
Qué inocente fui al pensar en el olvido. Llegó el lunes y volvió a ocurrir, calles semicortadas durante horas y quedando las vallas cerrando el paso toda la noche, con el consiguiente peligro que en algunos puntos generaba. Y así continuó ocurriendo el martes y todos los días de la semana.
Y todo porque los señores operarios del ayuntamiento de nuestra ciudad, esos que pagamos todos con nuestro sacrificio convertido en impuestos, llegadas las dos de la tarde recogen sus herramientas y se van, dejando en las calles las cercas que resguarda la zona pintada hasta el día siguiente, importándoles un comino el trastorno y el riesgo que ello puede ocasionar.
¿Saben cómo se llama esto?: desidia, abandono, apatía, desinterés… Es triste pensar que estos señores no se den cuenta que independientemente de quien les pague el sueldo y de donde venga el dinero que cobran, no piensen en que mejor trabajo hay, que el de realizar una labor social, una tarea que ayude a la convivencia y al bienestar de los ciudadanos de nuestra comunidad. Pero para llegar a estas conclusiones probablemente haya que pensar y, a ellos no les pagan para eso.
Pero no sólo voy a culparlos a ellos por la dejadez puesta de manifiesto, no. Culpo tanto o más a su encargado, que lo tendrán. Al concejal de turno, que lo tienen. A la Policía Municipal, que al igual que yo, ellos también lo han visto y no se han dignado a bajar del coche o moto para separar las vallas.
¡Triste, muy triste!
Otro día les contaré por qué en algunas bien llamadas Ciudades, a la Policía Municipal les prohíben incorporarse al trabajo con su móvil personal y, como aquí wasapean a su libre albedrío durante el día y hasta se traen su tablet para entretenerse durante la noche. O cómo los trabajadores mejor remunerados de nuestra Casa Consistorial no reinvierten ni el valor de un mísero café en nuestra ciudad y hasta en algunos casos alardean de ello.
Pero será otro día.