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Días de romerías, perdones y tradición

● A. Cordero ►Martes, 12 de octubre de 2010 a las 17:35 Comentarios desactivados


Estos días nos vemos inmersos en romerías y actos tradicionales por todas partes y, aunque no estoy hablando de la Virgen de Castrotierra, que sería la que más nos atañe, no puedo pasar por alto otros dos encuentros que, por su tradición y por la gente que consiguen congregar cada año, se convierten en referentes en cuanto a romerías tradicionales leonesas se refiere. Con el pretexto de buscar protección en el santo o la Virgen, en busca de las típicas avellanas (los perdones) o intentando empaparse de tradiciones leonesas, exquisiteces gastronómicas o reuniones con las que ampliar el álbum de recuerdos y la retina, ambos encuentros se convierten en cita ineludible para muchos fieles y no tan fieles que cambian de escenario durante unas horas mientras se sumergen en los mercados ambulantes cargados de  entonaciones festivas.

Hace unos días se festejaba a San Froilán, conmemorando la fecha de su muerte. Considerada una de las citas más importantes en el calendario leonés. La romería de San Froilán derrocha sentimentalismo y tradición por los cuatro costados. El tributo a las cien doncellas, el desfile de  carros engalanados, la feria de la morcilla, la concentración de pendones, son los actos previos más significativos que tiñen de color festivo al casco antiguo de la capital y van introduciendo al visitante a las entrañas de la fiesta, para entrar de lleno, en la mañana del día 5 en la romería. En ella, miles de personas acompañan al Santo en procesión desde León hasta el santuario de la Virgen del Camino, para tirar de la nariz al santo y besar el manto de la Virgen.

Antiguamente, la romería de Los Remedios en Luyego, era una especie de peregrinación para pedir, ofrecer o agradecer a la patrona de la maragatería aquello que a lo largo del año se había requerido de ella; el motivo de la visita era únicamente religioso, aunque se aprovechara el viaje para comprar los “perdones”, echar unos bailes al son de la flauta y el tamboril y degustar el pulpo que las pulpeiras gallegas ofrecían al visitante, en una jornada en la que rezos y esparcimiento se conjugaban a la perfección.

Actualmente, sin restar importancia al aspecto religioso, el acto ha adquirido unos tintes más paganos en los que la conmemoración de los ritos maragatos y el folclore han cogido fuerza, aunque la misa y los actos litúrgicos sigan teniendo su peso, el visitante busca más la gastronomía local, el ambiente tradicional en el que los sonidos musicales, las jotas maragatas y las exhibiciones de trajes típicos de la maragatería forman un colorido paisaje con el monte Teleno al fondo que, si el tiempo acompaña, se conservará en la memoria.

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