El sábado pasado acudí a la convocatoria de un amigo que presentaba un libro. No sabía muy bien en qué consistía el acto. Nos reunió a 23 personas para una hermosa jornada cultural. Muchos no nos conocíamos, pero todos éramos amigos de José Antonio Martínez Reñones.
Todos alrededor de la mesa presidida por el maestro de ceremonias, expectantes, esperando acontecimientos. El anfitrión comenzó presentándonos a todos para que nos conociéramos. No regateó adjetivos para todos y nos fuimos dando cuenta de la variopinta selección de amigos que éramos.
Esta manera tan original de presentar “Días en la tierra” está seguramente propiciada por la naturaleza de la propia publicación, escrita entre febrero de 2001 y abril del 2003. Un libro elaborado desde el interior, un primer libro de memorias del genial “Lobo Sapiens” que recrea su universo ecléctico forjado a golpe de vivencias y apoyado en un gran dominio del lenguaje y una cultura enciclopédica.
José Antonio Martínez Reñones hace en “Días en la tierra” un ejercicio de regresión a muchos momentos de su vida, partiendo de su mundo rural que conoce como nadie y domina su vocabulario. Una ruralidad que reivindica y por la que lucha. Pero estas, llamémosle memorias, no se quedan solamente en recuerdos de infancia y juventud en el mundo rural o la vida ciudadana, En cada capítulo José Antonio, al hilo de los acontecimientos, realiza espléndidos análisis de los muchos temas que domina. Desde los ciclos de la naturaleza, a la historia de la música, desde la política mundial a la nacional. Sus comentarios navegan perfectamente entre sus vivencias de formación y su experiencia en mundos tan diferentes como el estudiantil, el político o el sindical. Todo ello aderezado con sus recuerdos familiares y salpimentado con ese aire de “enfant terrible” y ese toque revolucionario que le caracteriza.
Es un libro importante en la trayectoria de este escritor-editor, amante de su trabajo. Su lectura en una lección magistral de la vida en el campo, de las cosechas, de las estaciones de la naturaleza y de los animales, pero al mismo tiempo, está lleno de reflexiones sobre todos los acontecimientos importantes que suceden y que no pasan desapercibidos para este francotirador de la cultura y de la vida. En definitiva una visión desde lo local a lo universal con gran dominio del lenguaje.
La jornada propiciada por José Antonio Martínez Reñones se prolongó en varias horas de conversación, análisis literario y canciones. Una lección de amistad y literatura. He leído el libro, he disfrutado y aprendido mucho del maestro Reñones y espero la segunda y tercera parte de estas memorias que, cada cierto tiempo, el “Lobo Sapiens” tendrá necesidad de escribir para demostrarse a sí mismo que es un buen escritor y para disfrute de todos.
