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Don Arturo: un cura de la cantera

● Polo Fuertes ►Lunes, 19 de julio de 2010 a las 19:29 Comentarios desactivados


Después de 25 años de oficio, muchos de los cuales a pie de bocamina en un pueblo del Bierzo, el sabio y buen obispo catalán de Astorga, Don Antonio Briva Mirabent lo mandaba de regreso a La Bañeza. Arturo Cabo Carrasco no dejaba de ser en esta bendita ciudad un cura de la cantera, al que todos (o casi) conocíamos. Un cura bañezano que hacía ya muchos lustros que no teníamos entre nuestra curia particular, oye, y que sabía dónde estaban los recovecos de la esencia bañezana.

Campechano por los cuatro costados, hijo, hermano y cuñado de campechanos, Don Arturo aterrizó en la parroquia que le dio su bautismo, la iglesia de San Salvador, a mediados el año 1985. Venía recomendado por el citado prelado y con la recomendación de dar un vuelco total a esta parroquia milenaria. Y vaya que lo cumplió.

Desde el principio se rodeó de buenos amigos, entre los que me cuento, a pesar de mi ramalazo anticlerical. Y puso a rodar el saco de las arihuelas. Con el cronista oficial de La Bañeza, Conrado Blanco y el presidente del Círculo Mercantil, Agustín Carracedo fundó la Asociación de Amigos de la Historia Bañezana. De ahí salió a relucir la celebración de los mil años de historia de San Salvador, a pesar de que la fecha exacta había pasado años atrás, sin pena ni gloria.

Pero, ay salado, la celebración a lo largo del siguiente año, 1986, fue el revulsivo principal para desempolvar viejas tradiciones que sería más que largo enumerar, entre las que hay que destacar antiguas romerías perdidas; el Pan Bendito; la recreación de las pastoradas navideñas y la renovación total del nacimiento parroquial; la potenciación de la fiesta del barrio de Labradores, con la celebración de la hoguera de San Pedro; la bendición de los animales por San Antón; la puesta en marcha del apéndice parroquial en lo que había sido centro médico, en el barrio del Polvorín; etc., etc., etc.

A ello hay que añadir la puesta en marcha de los Viernes Culturales del Milenario de San Salvador, celebrados a lo largo de todo el año en los salones del Círculo Mercantil Bañezano que, por esa época comenzaba también a renacer de sus cenizas. Conferencias de toda índole y condición, con expertos en las más diversas materias, tales como historia de la romería de Santo Tirso, historia de los pendones de León, historia de la cofradía de la Vera Cruz, historia del carnaval en boca de un abad mitrado de San Isidoro y vuelta al etc., etc., etc.

Punto y aparte fue la creación y puesta en marcha de la Coral del Milenario, con la inestimable ayuda del antiguo párroco, don Rogelio García San Román, que ha llevado y sigue llevando el nombre de La Bañeza por España y el extranjero, con su buen hacer y su bien cantar. Así como la Asociación de Amigos del Camino de Santiago, Monte Urba, cuyos componentes han sabido pisotear las diversas e infinitas rutas a Compostela. Y más etc., etc., etc.

He querido recordar esta vez este  primer cuarto de siglo que tenemos en La Bañeza un cura de la cantera, bañezano por los cuatro costados, después de muchos lustros, porque creo que bien se merece el pequeño homenaje de éste, su amigo (aunque un poco anticlerical), el abajo (o encima) firmante. Ahora se encuentra en el camino hacia la tumba del Apóstol, con medio centenar de socios monteurbeños. Por todo ello y más, invito a sus numerosos amigos a la misa que el próximo día uno de agosto recordará esos 25 años como párroco de San Salvador de La Bañeza. Ya digo, un cura de la cantera para nuestra particular curia clerical.

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