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Dulzuras y amargores del Bar Azucarero

● IBAÑEZA.ES ►Lunes, 8 de abril de 2019 a las 8:05 Comentarios desactivados


En enero de 1933 se requería desde el consistorio bañezano a David González Manjarín (en junio formaría parte del Jurado Mixto de Industrias Hosteleras de León), cursado aviso de la Sociedad General de Autores de España (representada en la capital desde el inicio de noviembre del año anterior por Pedro Fernández-Llamazares Escobar) tras la denuncia interpuesta por el músico Odón Alonso González, para que suspenda toda ejecución de obras musicales en público en el Café de camareras que regentaba en el extrarradio (Bar Azucarero se llamaba), en el camino de los Molinos, en las inmediaciones de la fábrica de azúcar, cuyo poco ejemplar funcionamiento merecería la reprobación de algunos concejales en el pleno del 15 de febrero y que se acuerde informarse “para evitar muchos abusos”, para terminar siendo denunciado el 23 de mayo ante el juzgado de Instrucción, inspeccionado sanitariamente para certificar su idoneidad el 30 de agosto, y requerido a su cierre el 9 de diciembre quien era ya su dueño, Francisco Alonso Prieto, después de haberlo comprado al anterior (deducimos de las insistentes reclamaciones que por entonces se le hacen desde la Oficina Liquidadora de Derechos Reales de Astorga para que abone lo que en concepto de aranceles de compra-venta adeuda).

En la última fecha (según los informes que obran en la alcaldía, procedentes de los policías y serenos) “se venía ejerciendo en aquel establecimiento descaradamente la prostitución clandestina con varias mujeres que se suceden destinadas a este tráfico, del que su dueño hace su medio de vida, y que además de ser un delito perjudica a la salud pública del vecindario”, y en el que se producían altercados como el promovido en la noche del cinco al seis de noviembre por un parroquiano portugués al agredir a una mujer, de Ponferrada, de las siete que allí se encontraban, y otras incidencias comentadas por algunos jóvenes de los que acuden al lugar, en el que “mantener trato carnal cuesta dos duros” y dilapidan algunos en aquel comercio y en francachelas sus dineros debiendo ser en alguna ocasión rescatados en lamentable estado de embriaguez para sus casas por aquellos mismos atareados serenos que informaban (como sucedía a primeros de diciembre ante la petición de ayuda que les hace Cecilio Toral de la Fuente, de 20 años, dependiente del comercio de Cástor Soto de las Heras, para recoger de aquel establecimiento a su tío A. F. M.). Sería Cecilio Toral en los años siguientes maestro-estudiante (cursillista), y representante de Unión Republicana, como su secretario, en el Frente Popular bañezano, por lo que se le encarcelará después de julio de 1936.

Por el daño causado, sanitario y moral, por la corrupción de las costumbres, y por el grave escándalo y los disgustos familiares ocasionados, el alcalde clausura entonces provisionalmente el local y ordena el 6 de enero de 1934 su cierre definitivo (que el día 14 seguía sin acatarse), para desestimarle el 14 de febrero su petición de reapertura al titular. Aquel mismo Bar Azucarero será regentado a la altura de julio de 1936 por Tomás Martínez Prieto, de Santibañez de Vidriales, regresado unos años antes de la emigración en Argentina (en torno al inicio de 1934; su hijo Mateo Martínez Villalba figura en el padrón de 1935 como nacido en abril de 1933 en el país andino, en Santiago del Estero) y desposado con la bañezana Modesta Macías Castro (residían en la bañezana Avenida de Pablo Iglesias). El negocio era para entonces, además de un local mitad lupanar y mitad tasca, lugar que frecuentaban los trabajadores de la cercana Azucarera Bañezana, y por causa de una pelea o discusión habida allí entre falangistas y obreros de la fábrica en los primeros días después de haber sido tomada La Bañeza por los sublevados contra la República, de aquel bar será sacado para el martirio en una cuneta su dueño el 27 de julio para ser seguramente el primero de la larga lista de los que a partir de aquella fecha serían en la ciudad y en la comarca paseados y desaparecidos (en su caso, a la edad de 29 años y en las cercanías de Castrocalbón), víctimas de la extensa y mortal represión perpetrada por los esbirros de Falange y quienes los dirijan.

Del libro LOS PROLEGÓMENOS DE LA TRAGEDIA (Historia menuda y minuciosa de las gentes de las Tierras Bañezanas -Valduerna, Valdería, Vegas del Tuerto y el Jamuz, La Cabrera, el Páramo y la Ribera del Órbigo- y de otras localidades provinciales -León y Astorga-, de 1808 a 1936), publicado en 2013 en Ediciones del Lobo Sapiens) por José Cabañas González. (Más información en www.jiminiegos36.com)

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