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El arte de copiar el trabajo de otros

● A. Cordero ►Domingo, 2 de agosto de 2015 a las 9:35 Comentarios desactivados


Como dice la canción de Joaquín Sabina “…terminaba tan triste que nunca la pude empezar”; así me pasó a mí. Me voy a explicar: resulta que me he quedado –de repente– sin argumento para una columna que pensaba escribir esta semana. Los últimos acontecimientos han provocado que no pueda decir lo que pienso sin herir susceptibilidades, por lo tanto trataré de salir del paso como pueda y llenar estas líneas sin que se note demasiado; aunque al lector inteligente, por más que trate de esconder mis perversas intenciones, con pocas pinceladas le sobrará para encontrar en lo que digo, eso que callo.

Los que me conocen saben que soy intransigente con los copiones y a alguno le he sacado los colores desde estas líneas por tratar de engañar al público en general haciendo pasar por suyo aquello que no lo era, pero como digo siempre que hablo del tema: “internet es una casa sin puertas” y contra eso no podemos hacer mucho, ya que mucha gente piensa que sólo hay que entrar y servirse…,(los más ingenuos además piensan que nadie se va a dar cuenta…)

Desde que la ética dejó de ser tenida en cuenta y la autoestima se ha supravalorado en exceso,  el arte de copiar el trabajo de otros se ha convertido en el objetivo de todos los mediocres que no saben cómo se hace pero lo tienen que hacer a toda costa y lo mismo son capaces de escribir un libro, de pintar un cuadro haciéndose pasar por Dalí, de confeccionar un diseño de alta costura o de elaborar un plato digno de Masterchef.

A algunos no se les pone nada por delante cuando llevan por bandera el eslogan “si tú lo haces, yo también” y, muchas veces alentados por la familia y otras por el resplandor deslumbrante del propio ego que no suele ser buen consejero, se meten a hacer trabajos para los que no están capacitados dando lugar a una chapuza monumental o, en el peor de los casos, a una demanda judicial por plagio, simplemente porque hay a quien se le había ocurrido antes la misma idea y tal vez la registró y tenga derechos de autor, o algo.

Así que, mientras que no haya quien le ponga puertas a internet y la ética de tales personajes no comience a funcionar, de aquí salimos todos escritores, pintores, músicos y poetas, pero de renombre, y el arte de copiar el trabajo de otros acabará formando parte del temario de alguna universidad. Sin embargo, confío en el buen criterio del consumidor final de todos esos productos plagiados, y espero que no le engañe ninguno de sus cinco sentidos y sepa decantarse por el auténtico, además de la garantía que ofrece, porque el plagio sigue siendo un delito y el delito tiene las patas muy cortas.

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