“Tres jueves hay en el año que relucen más que el sol: Jueves Santo, Corpus Christi y el día de la Ascensión”. Así rezaba el dicho popular que, muchas veces, repetíamos a coro en la escuela.
Esta tradición del Corpus viene de la Baja Edad Media, cuando la religiosa Juliana de Cornillon promueve la idea de celebrar una festividad en honor del cuerpo y la sangre de Cristo presente en la Eucaristía. Tendría que llegar el Papa Nicolás V, en 1447, para que la Hostia Santa saliera procesionando por las calles de Roma.
He sacado a colación estos datos sobre el día del Corpus porque ha venido a mi recuerdo el Corpus de mi Infancia. Recuerdo como la ciudad, los distintos barrios, preparaban los altares que se colocaban en algunas calles donde paraba la procesión. Pequeños altares colocados en ventanas engalanadas, adornadas con hermosas telas y rodeadas de ramas de chopo, en la casa de la juguetería Valero, en la calle de la Verdura… Era día de fiesta y no había clase. Los niños del barrio bajábamos a la plaza a ver la procesión de los niños de comunión y a las niñas que parecían pequeñas novias vestidas de blanco.
El Corpus era una de esas fiestas donde los labradores no trabajaban. Se aseaban y vestían el traje de las ocasiones, iban a misa y lo celebraban en el bar con los amigos. En La Bañeza de mi infancia sí había labradores, ahora quedan muy pocos.
Recuerdo también el Corpus de mi primera Comunión. Un día espléndido con un sol de justicia y yo, en la procesión, vestido de marinero orgulloso de ser clase de tropa. Había niños vestidos de almirante, de capitán de fragata o vete tú a saber. A mí me gustaba el traje de marinero raso. Ese traje blanco con el sobrecuello en azul, mucho más cómodo y más fresco y en los pies unos zapatos de charol. Estoy viendo la foto en estos momentos y sonrío. Íbamos mezclados niños y niñas y las niñas llevaban una cestita con pétalos de rosa que iban lanzado a su paso
Ya hace años que este jueves no reluce más que el sol, que no hay niños de comunión por las calles, ahora se ha trasladado al domingo. Yo extraño este jueves radiante. Siempre me han gustado las ceremonias, los actos bien preparados y el Corpus era, o al menos así está fijado en mi recuerdo, un camino de pétalos de rosa con arcos de ramos de chopos y niños y niñas muy guapos vestidos de blanco.
Yo fui un niño feliz aquel Corpus de mi infancia, vestido con aquel traje de marinero raso y calzado con unos preciosos zapatos de charol.