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El crimen de Pepe Aparicio. Navianos, 1935

● Ibañeza.es ►Lunes, 10 de noviembre de 2014 a las 9:26 Comentarios desactivados


Se dieron a veces en nuestra tierra a lo largo de los años situaciones y altercados que ocuparon los anales de la justicia y la crónica de sucesos de diversas épocas, incluidos los pliegos de cordel, los romances de ciego y las coplas, en alguna de las cuales, como la que narra el Nuevo y lastimoso crimen cometido por Pepe Aparicio, dando muerte a Lorenzo Carrera el día 15 de mayo de 1935 en Navianos de la Vega, ya se adelantaban las técnicas de captación y fidelización de las audiencias, pues se divide la copla y el relato en dos partes publicadas aquel año por F.F.F. en Imprenta La Comercial de La Bañeza, y en tres a veces, como en la que Mariano Rúa González refiere el jocoso embromado urdido en enero de 1925 en la ciudad a cuenta de un billete de lotería (con el número 33.512) falsamente premiado el día 21, según se avisó por un telefonema que hizo que algunos …señores / de esta comparsa agraciada / los que creímos ser ricos / y nos quedamos sin nada….

En cuanto a lo que narraba la otra copla, el día 15 de mayo por la tarde, en Navianos de la Vega se acometían en una reyerta los convecinos Lorenzo Carrera Vecino, presidente de la Junta administrativa del pueblo, y José Aparicio Pérez, de 26 años, resultando ambos heridos, gravemente el primero. Tenían resentimientos políticos entre ellos y estaban enemistados porque la Junta vecinal había impuesto al padre del segundo una multa por negarse a asistir a las hacenderas del pueblo, además de andar en desavenencias relacionadas con acusaciones mutuas de apropiarse tierras del común de los vecinos, y cuando José regresaba de un molino en el contiguo pueblo de Quintana del Marco se encontraron, insultándose, y disparando Lorenzo varias veces una pistola sobre aquél, con la que no hizo blanco, y no siguió disparando por habérsele encasquillado el arma, lo que aprovechó el contrario abalanzándose sobre él con una navaja cabritera con la que le asestó varias puñaladas en el vientre y un costado, por las que falleció poco después. El agresor quedó a disposición del juzgado, aunque no fue detenido por encontrarse enfermo. La madre de la víctima, al ver a su hijo en semejante estado se afligió de tal manera que sufrió un ataque al corazón que puso también fin a su vida. El juicio por aquellos hechos, calificados de homicidio, atentado a la autoridad y tenencia ilícita de arma corta de fuego (una pistola automática de la marca Lookingglas y calibre 7,65), y que con los del trágico y lastimoso fallecimiento de la madre de Lorenzo serían cantados y difundidos en la comarca en coplas de ciego, se vería en la Audiencia Provincial los días 15 y 16 de noviembre de 1935, con el resultado de salir absuelto el procesado con todos los pronunciamientos favorables.

De no haber resultado absuelto, Pepe Aparicio pudiera haber terminado en alguno de los campos de concentración que desde algunos meses antes trataban de instalarse en España:

Se va al rápido y total desarme en todo el país, decía el ministro de la Gobernación, Rico Avello, el día 30 de diciembre de 1933 (circulares gubernamentales para la retirada de armas continuarían dictándose aún en marzo de 1936), y añade que recomendará al ministro de Justicia el rápido establecimiento de campos de concentración de vagos y maleantes (en el centro, norte y sur de España) para aplicar eficazmente la Ley que de ellos se ocupa. El día anterior los presos sociales (denominación que la prensa obrera daba entonces a quienes eran en su mayoría asalariados) de la cárcel de León se quejaban de las pésimas condiciones del edificio y de la insuficiencia del local (se había hecho preciso trasladar a Oviedo a parte de los presos comunes para acoger a los de la revuelta anarquista del inicio del mes, promotores de la protesta), algo que se repetirá en el año próximo a iniciarse después de la insurrección socialista de octubre, cuando vuelva a desbordar de recluidos aquella prisión, además de las varias de Astorga y el Depósito Municipal de Presos y Detenidos de La Bañeza que como una más de aquéllas seguía funcionando.

El gobierno soviético emprendía al comienzo de marzo de 1934 una ofensiva contra las barbas obligando a todos los ciudadanos a rasurarse para acabar de ese modo con “un vestigio decorativo de los tiempos del zarismo”, lo que daba lugar a numerosos incidentes. Aquí, el ministerio de Justicia acordaba el establecimiento de campos de concentración y colonias penitenciarias en las islas de Hierro y Lanzarote. A la mitad de mayo produciría gran inquietud en Villagarcía de Arousa el rumor de destinar la isla de Cortegada a alojar uno de aquellos campos (noticia El Diario de León el 17-05-1934). Ante la congestión de las cárceles por las detenciones consecuencia de los sucesos revolucionarios de octubre de 1934 (el número de presos era en diciembre de 23.460, lo que crea un difícil problema y una carga más al Estado), rebasada la mitad de noviembre preparaba el ministro de Justicia un proyecto de campos de concentración para vagos y maleantes, y la construcción de uno de ellos, al que enviar para que trabajen a atracadores, pistoleros y gente procedente de las bajas capas sociales (se había estudiado al inicio del mes la posibilidad de utilizar para ello el monasterio de Oseira, en Orense, usado, por cierto, como prisión habilitada después de julio de 1936), además del establecimiento de una colonia penitenciaria en la Guinea Española.

Ya a la mitad de enero de 1935 noticiaba El Diario de León que, motivado por el aumento que de la población penal hacen las sentencias acumuladas diariamente y que torna necesaria la distribución ordenada de los penados conforme a los métodos modernos y con un régimen de disciplina y rendimiento compatible con el que encuadran tales campos, en los primeros días de febrero se inaugura el campo de concentración creado junto al penal de El Dueso, que prevé albergar a 1.500 vagos y maleantes, acampados en tiendas de lona impermeabilizada (dispuestas formando calles y limitadas por una alambrada y un foso, con garitas para la vigilancia) capaces para 20 individuos y que trabajarán en la desecación de las marismas. Será este el primer campo que se instala (a pesar de que la Ley de vagos se promulgó ya en agosto de 1933). En Burgos se establecerá una Colonia Agrícola con dos pabellones estables capaces para 200 maleantes a los que se les entregarán parcelas para que las cultiven como se les ordene. En la Casa de Trabajo de Alcalá de Henares se ampliará el taller de metalurgia y se creará la Escuela de Oficios, especialmente los de zapatería y ebanistería (a aquel campo serían enviados a primeros de abril los condenados por la Ley de vagos en Orense). Pronto se adquirirá la isla de Oms para convertirla en campo de concentración, y se estudia la adquisición de terrenos en las Hurdes y en Fuerteventura. Se habilitará otro campo en la Prisión Central del Puerto de Santa María, donde se enseñarán diversos quehaceres. Se piensa dar ocupación a los vagos en la repoblación forestal, con lo cual prestarán señalados servicios al Estado, pues en algunos lugares la población libre rehúsa estos trabajos por su extrema dureza. Todo un proyecto que se piensa llevar a cabo con urgencia.

Eco y traslación, como las anteriores previsiones e iniciativas legislativas de diciembre de 1933 y marzo y noviembre de 1934, seguramente de las soluciones aplicadas en Alemania desde el primero de los años, y antecedente de las que en 1936, después del golpe militar y su derivación en guerra civil, se emplearán a uno y otro lado de las trincheras españolas para castigar y a la vez aprovechar económicamente la disidencia como unos más de los particulares lugares de encierro de los enemigos ideológicos, una decisión (la de instalar en Burgos una nueva penitenciaría especialmente destinada a los delincuentes políticos, hombres y mujeres) que se establecería por decreto el 7 de julio de 1936, anticipándose también a la situación de constituir cárceles especiales para presos políticos que al poco estará ampliamente extendida por todo el ya dividido territorio nacional.

A mediados de septiembre de 1935 el VII Congreso del Partido Nacionalsocialista alemán había aprobado en Núremberg las leyes de carácter racial antisemita para la exclusión social, política y económica de varios millones de judíos, lo que constituyó el inicio o el despiadado impulso en el camino del Holocausto (al congreso de septiembre de 1933 había asistido Gil Robles -que visitó algunos campos de concentración de los que ya funcionaban en Alemania, presentados engañosamente entonces como instituciones de reeducación por el trabajo-, regresando favorablemente impresionado).

Del libro LOS PROLEGÓMENOS DE LA TRAGEDIA (Historia menuda y minuciosa de las gentes de las Tierras Bañezanas -Valduerna, Valdería, Vegas del Tuerto y el Jamuz, La Cabrera, el Páramo y la Ribera del Órbigo- y de otras de la provincia, de 1808 a 1936), recientemente publicado en Ediciones del Lobo Sapiens) por José Cabañas González. (Más información en www.jiminiegos36.com)

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