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El Cuartel de la Guardia Civil de La Bañeza (y II)

● Ibañeza.es ►Lunes, 25 de abril de 2016 a las 9:07 Comentarios desactivados


A la mitad de abril de 1934 quedaban suspendidas las órdenes cursadas para el traslado de la benemérita fuerza asentada en la ciudad, pero lo eran con la condición de que se construya de nueva planta o se le facilite adecuado alojamiento, por el vecindario, el Ayuntamiento, o entidades particulares, una de las cuales, la Patronal Bañezana, decidía acometer la construcción de un nuevo cuartel con la colaboración de los vecinos y la de otras que se le sumaran, pretendiendo retomar para su ejecución “a la mayor brevedad y valiéndose del proyecto de entonces con las modificaciones que aconsejen las circunstancias y necesidades actuales” el viejo acuerdo de 1911 por una comisión que, además de haberse desplazado a León y conseguir de los mandos provinciales de la Benemérita retractarse de la ya decidida supresión de aquel puesto, recogió firmas de un numeroso grupo de vecinos (219 suscribieron la solicitud) para reclamar “la construcción de una casa-cuartel que reúna condiciones siquiera medianamente buenas, como la tienen otros pueblos de inferior categoría” (Veguellina cuenta con una nueva y confortable que avergüenza a la casona vieja y destartalada de nuestra ciudad, se decía), alarmados por no disponer el Ayuntamiento de presupuesto para edificar nuevos locales para tal destino y por la posibilidad de que ante las notables deficiencias de higiene y habitabilidad que el edificio alquilado en el que entonces se aloja presentaba pudiese ser trasladada la fuerza a otra localidad, “con grave menoscabo para la tranquilidad pública de esta ciudad y su comarca”, y considerando además que con ella “el problema del paro que parece iniciarse entre nuestros obreros podría encontrar una pronta y por algún tiempo definitiva solución, dándoles trabajo remunerado y eficaz”, mientras el propietario del inmueble pide que se le libre, pues lo necesita para instalar en él su negocio de vinos, y se formula un nuevo proyecto por el ingeniero militar bañezano Fernando López Fernández (que obsequió gratuitamente a su ciudad, y cuya memoria descriptiva firma el 3 de diciembre de 1934 desde Guadalajara), de cuya materialización se va a ocupar el contratista Constantino González Prieto.

Se constituye entonces una Agrupación de Vecinos que de nuevo acopia suscripciones, con el impulso ahora de la entidad bañezana La Patronal y desde la comisión vecinal que la representa (la presidía en septiembre de 1934 el abogado Gaspar Julio Pérez Alonso, y en diciembre de 1935 el propietario César Seoanez Romero), y transcurre el año, y el siguiente, en reuniones de la Corporación y su alcalde entonces, Julio Fernández de la Poza, con los representantes vecinales; en visitas a solares municipales aptos para el asiento del cuartel (se consideró una parcela comunal en la carretera de Villalís); y en interesar en Madrid en que éste se construya a los ministerios y organismos competentes: a diputados leoneses como Félix Gordón Ordás, Antonio Álvarez Robles (notario en Palencia) y el clérigo Pedro Martínez Juárez; al militar bañezano Herminio Fernández de la Poza; a la Junta Nacional de Defensa contra el Paro; al Gobernador General de Asturias (del que depende entonces la Guardia Civil desplegada en la ciudad), y al Inspector General del benemérito Cuerpo, que señala “la conveniencia de dotarlo de alguna torreta o tambores para la defensa en caso de ataque” (prevención sin duda relacionada con los numerosos asaltos sufridos por cuarteles en la reciente insurrección asturiana y en las varias de los años anteriores). Mientras aquellas gestiones avanzaban, el viejo cuartel (en un triste anticipo de lo que volvería a ocurrir después de julio de 1936) fue testigo de apaleamientos y otras torturas infligidas precisamente a algunos de los obreros implicados en la revuelta asturiana de octubre antes de ser arrojados a poblar el también ruinoso y atestado Depósito Municipal de Presos y Detenidos de la ciudad, como recogió Gordón Ordás ante la opinión pública y el presidente de la República en sus denuncias de diciembre de 1934 y enero del año siguiente.

Efectivos del Puesto de la Guardia Civil de La Bañeza a finales de 1934: Primera fila (sentados de izda. a dcha): Mauricio Villar Zarza. Pedro Lagarejo Villar, cabo. Tomás Pérez Renedo, teniente comandante del Puesto. Aureliano Cobreros Pérez, cabo. Avelino Torres Martín. Segunda fila (de pie de izda. a dcha.): José Ríos Vicente. Florián Cordero Juárez. Dionisio García del Buey. Jesús Núñez Flórez. Olegario Ferrero Barrio. Francisco Martínez Barrios. Nemesio Alonso Villar. Florencio Villastrigo Cadenas.

Ya en 1935 La Patronal, desde su sede en la calle de Pérez Crespo, urge al Ayuntamiento la inmediata construcción de la casa-cuartel para alojar a los efectivos del puesto bañezano (dependiente de la Tercera Compañía encabezada por el de Valencia de Don Juan, y uno de los doce cabeceras de línea del que dependen a su vez otros cercanos –los de Destriana, Santa María del Páramo, Alija de los Melones, Nogarejas y Truchas-, parte de los 51 de la Comandancia de León desplegados en tres Compañías por toda la provincia) o que le facilite edificarlo a sus expensas en el solar de la Huerta de los Quiñones -desamortizada antaño- que meses antes, en abril de 1934, había entregado al Consistorio, para la construcción de la Plaza del Ganado, José Marcos de Segovia, su dueño por herencia de su tío José Latas (a cambio de 90.000 pesetas pagaderas por el Ayuntamiento en dos plazos anuales), y que la Corporación ahora a su mando decidiera destinar para ello al finalizar aquel año como aporte municipal a las suscripciones populares que entonces se avivan (animadas tras el reconocimiento que en todas partes, y también en la ciudad, se había hecho a las fuerzas que sofocaron la revuelta del pasado octubre) hasta alcanzar a la mitad de lo que el proyecto señalaba como su coste. En 1936 se produce por falta de dinero un pequeño paréntesis en los trabajos, iniciados a mediados de 1935, y producida la sublevación militar del 18 de julio crece en muy alto grado la voluntad de rematar la construcción, y también las aportaciones dinerarias para continuar la obra (con cinco mil pesetas contribuye en noviembre la Azucarera de La Bañeza, aunque a algunos suscriptores habría de insistírseles para que completaran las cuotas comprometidas) que se inaugurará por fin el 27 de mayo de 1937.

La atención facultativa y farmacéutica de los guardias civiles (y de los carabineros) y sus familias estaba a cargo de la Junta administrativa de la mancomunidad de municipios de la demarcación a la que da servicio el cuartel, en parte proporcional a la población de cada uno de los que la componen, y así, en octubre de aquel mismo año 1937, el médico de la Asistencia Pública Domiciliaria del Ayuntamiento de La Bañeza, Manuel Marqués Pérez, le reclama las cantidades que por tal concepto se le adeudan. No había prosperado la propuesta de agosto de 1931 de Santa María del Páramo, que La Bañeza secunda (lo mismo que Carrizo), de que se les eximiera de aquel canon, y así se recogía el 30 de septiembre en La Medicina canaria, revista técnica y de intereses profesionales.

A la altura de 1955 desde el Consistorio bañezano se solicita a la Comandancia General de la Guardia Civil que fije una renta anual de alquiler de la casa-cuartel con la que aquél pueda afrontar los gastos de su reparación y mantenimiento, que aún corren de su cuenta. En 1957 acuerdan abonarle 14.000 pesetas por tal renta desde 1950, que han de reclamar en 1966 por no haber sido aún pagadas desde entonces.

Del libro LOS PROLEGÓMENOS DE LA TRAGEDIA (Historia menuda y minuciosa de las gentes de las Tierras Bañezanas -Valduerna, Valdería, Vegas del Tuerto y el Jamuz, La Cabrera, el Páramo y la Ribera del Órbigo- y de otras de la provincia, de 1808 a 1936), recientemente publicado en Ediciones del Lobo Sapiens) por José Cabañas González. (Más información en www.jiminiegos36.com)

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