P.J. Abajo
Jiménez de Jamuz volvió a celebrar en la noche del 30 de abril al 1 de mayo la llegada del nuevo mes por todo lo alto y con una coincidencia muy significativa: la puesta en marcha del horno árabe del Alfar Museo y la colocación de los típicos ‘mayos’ que durante todo este mes adornarán numerosas calles de las tres localidades del municipio para celebrar el fin del invierno, aunque las temperaturas, anoche, no resultaban nada primaverales pero el calor del fuego y la compañía se encargaron de ambientar la velada.
Después de recorrer uno a uno los ‘mayos’ de los tres municipios de la localidad, acompañados de la música tradicional leonesa a cargo de varios miembros de Bañezaina, los jiminiegos organizaron una fiesta popular para calentarse al fuego del horno alfarero y degustar una chocolatada en el mismo Alfar Museo, coincidiendo con los últimos rescoldos de la leña de las urces que sirvieron para cocer más de 1.500 cacharros.
Y es que durante más de diez horas seguidas, el maestro alfarero del museo, Jaime Argüello, se encargó de atizar el único horno árabe que se conserva actualmente en Jiménez y donde la temperatura sube desde los 0 hasta los 1.000 grados centígrados, lo que le confiere a las piezas de barro un aspecto vidriado genuino, subiendo varias veces a la parte superior de la chimenea para controlar el proceso.
Como aprendió de su maestro Martín, la cocción del barro es un proceso lento y delicado en el que se sigue la constumbre ancestral con el fin de rematar las piezas modeladas en el torno a lo largo de los últimos doce meses. Después de tantas horas de dedicación, a lo largo del día de hoy se abrirá la puerta tapiada en el horno para comprobar el resultado de un ritual que lucha contra el paso del tiempo y que huye de los procesos industriales.