La majestad Batllo "primer socio del Barça" y recreación virtual de Leo Messi con la camiseta que se propone. / Montaje: A.O.A.
Ahora que el fútbol lo inunda casi todo es muy difícil no sucumbir a su embrujo. Antes uno era hincha de un equipo y como mucho tenía un álbum de cromos y una bufanda que había comprado en esos puestos que existen a la entrada de los estadios. Las camisetas de los equipos no cambiaban todos los años como ahora para que el hincha la adquiera cada temporada por un buen puñado de euros. Ser hincha no era tan caro como ahora.
Yo no suelo escribir de fútbol, aunque Valdano ya nos demostró que puede haber literatura balompédica, pero en mi última visita a Barcelona encadené dos situaciones que me sucedieron el mismo día y así hilvanar este artículo a caballo entre el arte y deporte y contaros una ocurrencia simpática.
Caminaba por una céntrica calle de Barcelona cuando me encuentro con una “botiga del Barça”, esas tiendas donde se pueden comprar todos los productos oficiales del Barcelona C.F., entre ellos la nueva estrella: la camiseta de este año patrocinada por “Qatar Foundation”. No serían más allá de las diez de la mañana y la tienda ya estaba llena de gente, en su mayoría jóvenes, adquiriendo los productos que llevan sus ídolos. Inevitablemente me tengo que acordar de algunos amigos culés como Jonathan o Manolo Cuervo, que disfrutarían ante tantos objetos del equipo de sus sueños.
Esa misma mañana, Pele Ferreras y yo nos dirigimos al Museo Nacional de Arte de Cataluña para continuar con mis investigaciones dentro del Modernismo y, de paso, para ver la nueva disposición de las obras románicas que atesora este museo. Maravillosa pintura y escultura de hace mil años con esa belleza ingenua donde los cristos se encuentran en su cruz sin ese sufrimiento que luego el gótico, con su imitación de la realidad, se encargó de reflejar.
Ya dentro de las salas del museo, estaba deseando encontrarme con la “majestad Batlló”, una de mis piezas favoritas del románico catalán. Este crucificado, de autor anónimo, tallado en madera de ciprés a mediados del siglo XII, procede de la comarca gerundense de la Garrotxa. Esta obra conserva casi toda su policromía. Por fin nos la encontramos. La nueva colocación en el museo es mucho más cercana al espectador y se puede contemplar por todos sus lados, incluso por detrás. Vemos un crucificado vestido con una túnica talar policromada. Le faltan los pies y algún dedo de las manos y no presenta ningún signo de dolor. Su hieratismo y disposición frontal son rasgos característicos de la escultura románica. Le digo a Pele Ferreras: -Mira, Luis, éste es el primer socio del Barça.
El Cristo donado por Enric Batlló al MNAC estaba en su cruz con una túnica que lleva los colores del Barça. A ver qué equipo de fútbol puede acreditar un seguidor tan antiguo. Seguimos disfrutando de la exposición pero el Cristo blaugrana seguía en mi mente, mezclándose con la imagen de la tienda barcelonista de por la mañana.
Ahora que cada año los equipos de fútbol cambian el diseño de su camiseta, el Barça tiene una oportunidad de homenajear a esta importante obra románica y presentar el diseño de su camiseta como la túnica que lleva el de la Garrotxa, al mismo tiempo que podían nombrarlo “socio de honor”. Sería un buen detalle cultural que el mejor equipo del mundo en la actualidad no debe pasar por alto. Yo, por si acaso, les lanzó la idea.
