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Entre poetas y Tornadera

● Ibañeza.es ►Martes, 14 de junio de 2011 a las 10:27 Comentarios desactivados


Ya dediqué la semana pasada un artículo a las III Jornadas de Poesía Ciudad de La Bañeza, pero tengo que volver al tema. Me han gustado demasiado los poetas que han participado y debo comentar algo más sobre este fugaz pero importante paso por nuestra ciudad.

Me impresionó la humanidad de Luz Pozo Garza, su estilo, su clase, sus ochenta y nueve años tan bien llevados. Había leído algo de su poesía antes pero me gustó más oírla en sus labios en ese gallego cantarín y meloso. Luz creó un espacio lleno de hadas donde albergar el alma de su nieta Natalia, fallecida recientemente. Allí Natalia puede vivir eternamente feliz es este bello poema. Su poesía está ligada inevitablemente a su vida, a las vivencias junto a marido también poeta.

El sábado, César Antonio Molina llegó como poeta, sin poder evitar el brillo de su aureola como ministro o director del Instituto Cervantes. Me gustaron sus poemas, no tanto cómo los leyó, no siempre los poetas son los que mejor leen sus poemas. Luego compré el libro que me dedicó y lo leí esa noche de un tirón. Me impresionó la altura de sus poemas. Su libro “Eume”, en gallego y castellano, es de lo mejor que he leído en este género. Como desde el pequeño río de su infancia, nos lleva por todos los ríos de sus viajes y por los ríos de la filosofía en un recorrido culto y profundo, aplicando la filosofía de gallego universal que ve algo suyo en cada rincón del mundo. Me ha enganchado su poesía, ya tengo otro libro en mi mesa esperando.

Guadalupe Grande, amiga de Juan Carlos Mestre con él que han traducido “La aldea de sal”, antología del poeta brasileño Lêdo Ivo, nos llevó a su Tienda de los Desamparados, un mundo creado a la medida de su poesía, arropada por su voz cálida. Me firmó su último libro “Hotel para erizos”. De Félix Grande había leído algún poema, sabía que había sido guitarrista de flamenco y poco más. Me cautivó desde la primera palabra que pronunció, desde las palabras de admiración y respecto que tuvo para los niños-músicos que nos regalaron sus preciosas melodías. Félix leyó un largo poema donde le pide la mano de su hija a su suegro muerto en 1946, ajusticiado por el garrote vil. Rompiendo la unidad de tiempo con sus versos perfectamente declamados en el inmenso silencio de la sala. Poesía de alto calado en estas jornadas que acuden de la mano de Luis Luna y Lourdes de Abajo, anfitriones junto con la concejalía de Cultura.

Carlos y Yoli, de Arlequín, han llegado cargados con su cesta de libros todos los días, quiero pensar que han llegado en la vieja bicicleta. Es un placer poder comprar los libros de los poetas en el mismo salón y podérselos ofrecer para que nos escriban unas letras de dedicatoria.

Todos los poetas, me atrevería a decir que todos los artistas, se inventan mundos donde vivir su otra vida, la vida que trasciende a la de la simple supervivencia. Su obra es una válvula de escape  que no tienen el común de los mortales.

Salgo del salón de la Biblioteca y camino unos pasos para entrar en el Teatro de mis sueños. Hoy le toca a Tornadera. Me llevé una grata sorpresa en el concierto. Tornadera ha dado una vuelta de tuerca a todo lo hecho por el grupo hasta ahora. Ayudados por un sonido perfecto, este grupo que bebe de lo auténtico del folclore y reivindica la gaita leonesa, es capaz de incorporar el rabel con otros instrumentos gracias a la maestría de José Francisco, llevar el cántico ancestral de Ángel Alija al son de molino de su taja de lavar, incorporar las buenas voces femeninas de Francis y Loli y, sobre todo, y aquí es a lo que me refiero con la vuelta de tuerca, la gran aportación de Borja como instrumentista de acordeones y como arreglista. Su aportación a la canción popular “en casa del Tío Vicente” es el camino que ha tomado Tornadera para revisar el folclore leonés que, sin perder los rasgos de autenticidad que lo definen, lleven la música popular a otros públicos y otros escenarios.

Confieso que he tenido un fin de semana cultural de primer orden, aquí en mi pueblo, con grandes poetas y grandes músicos, que me han dejado entrar en sus mundos creados de palabras y músicas que me han llegado dentro. Vaya fin de semana, además el domingo por la mañana me he atado los cordones verdes en mis zapatillas para andar en la “Carrera de la Esperanza”.

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