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Entre Rajoy y Van Gaal, me quedé con el gallego

● Polo Fuertes ►Martes, 22 de noviembre de 2011 a las 8:02 Comentarios desactivados


Nunca me pareció una figura estelar el actual presidente nacional del PP, Mariano Rajoy y ahora, presidente in pectore del Gobierno que viene. Por aquel entonces, era un gallego, ministro más de un gobierno de derechas, que estaba haciendo lo que buenamente podía para sacar el país adelante, después de una larga trayectoria socialista, con Felipe González al frente. Pero aquella noche en Zaragoza tuve que elegir entre el entonces entrenador del FC Barcelona, Louis Van Gaal y Rajoy. Y me quedé con Rajoy.

Se celebraba un congreso nacional de Prensa Deportiva en la capital aragonesa, juntamente con la Gala Nacional del Deporte. A esta última habían concurrido los deportistas galardonados aquel año, entre los que se encontraban jugadores del FC Barcelona, con su entrenador al frente. Antes de entrar en el precioso y amplio auditorio de Zaragoza, Mariano Rajoy, a la sazón ministro de Educación y Cultura (y por ende, del Deporte) fue requerido por los periodistas zaragozanos que cubrían el evento a una improvisada rueda de prensa, en la que le caían preguntas que no tenían nada que ver con el acto que iba a comenzar, por aquello, y por si acaso, de sacarle un titular apresurado. Acompañábamos al representante del Gobierno la presidenta de la Asociación Nacional de Prensa Deportiva, Mari Carmen Izquierdo y algunos de los congresistas que departiríamos durante una semana de la vida y milagros del deporte, los deportistas y sus circunstancias.

En un momento dado, se precipita un revuelo en el hall del auditorio maño y el movimiento de plumillas, fotógrafos y televisiones nos dejan solos (en el baile) al propio Rajoy, a Carmen Izquierdo y a este que suscribe. Había llegado Van Gaal. Eloysius Paulus (Louis) María Van Gaal. Mis compañeros de la prensa baturra eligieron al entrenador holandés. Y yo me quedé con Rajoy.

En aquel entonces me dio vergüenza ajena de mi profesión. Con toda mi acreditación de periodista deportivo en ejercicio, colgada del cuello, sentí el calor en la cara, porque en aquella ocasión, fue más importante un cantamañanas entrenador, cuyas respuestas había que dárselas en bandeja, sino querías que empezase la cantinela del “negatifo, tu eres un negatifo, nunca positifo”, que un ministro de Educación y Cultura de España.

Tanto Mari Carmen como yo intentamos disculpar el exabrupto periodístico y yo aproveché para seguir conversando de lo divino y lo humano con el ahora nuevo presidente de España, a la vez que arrimaba el ascua a mi sardina, preguntando, ya entonces (1997 o 1998, no recuerdo) por las posibilidades de un circuito de velocidad en mi pueblo, La Bañeza. Más que nada, por matar el tiempo. Sin respuesta alguna contundente. Aunque sabía algo del asunto, pero estaba verde (que te quiero verde), pero muy verde aún en su departamento. Al concluir la Gala Nacional del Deporte, el ministro Rajoy tuvo la deferencia de despedirse personalmente de mí y de mi mujer.

Así y todo, me quedó grabado en el disco duro de mi memoria aquella imagen, un tanto de desolación, de la espantada de mis compañeros, camino de algún titular explosivo del holandés. Vivimos en una España que prefiere las noticias deportivas a los castañazos políticos (ahí están los resultados de lectores y escuchantes de periódicos y programas deportivos, respectivamente). Creo que entonces y, creo que ahora, tenían razón mis colegas aragoneses: a Rajoy le siguieron ninguneando las gentes del resto del panorama partitocrático. Hasta hace muy poco no había pasado por el puesto de entrenador ni la ITV de su propio partido. Hoy es un triunfador, casi un entrenador del FC Barcelona, después de estar pacientemente esperando el paso del cadáver de su enemigo político, el paisano Zapatero que cada vez que hacía algo, dentro de su mediocridad, él solo se metía en el pozo de su final político, con el desmantelamiento incluido de su propio equipo, el PSOE nacional, lo mismo que hizo con el de León.

El pasado domingo, cuando le vi salir al balcón de la sede del PP, en la calle Génova, acompañado de su mujer Viri, recordamos mi mujer y yo aquella anécdota en tierras zaragozanas y nos alegramos, porque, de una vez por todas, Rajoy ha eclipsado a aquel entrenador, nacido en Ámsterdam. La que le ha caído encima es otra historia. Otra historia para no dormir. Probe galleguino.

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