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Espejito, espejito ¿me he vestido bien o me tengo que cambiar?

● A. Cordero ►Domingo, 11 de octubre de 2015 a las 9:30 Comentarios desactivados


Cuando era pequeña y no era lo suficientemente responsable de mi imagen exterior, siempre tenía a mi padre con el consabido dicho: “a la gente según la ven así la tratan”; por aquello de su insistencia en que uno se debe arreglar siempre acorde con el sitio al que va. No le gustaban las personas mal vestidas ni la gente descuidada y a mí, que heredé todos sus genes, no me cabe en la cabeza que todavía haya quien no sepa distinguir el vestuario correcto para un acto de gala del adecuado para un recorrido por el campo y piense que una camisa de cuadros o un vaquero descolorido es una decisión óptima en todos los casos.

Hace tiempo que quería escribir sobre este tema y no quiero sacar los colores a nadie desde este estrado, pero no estaría de más que quienes se sientan en las primeras filas o van por el centro en un desfile, le echaran un vistazo al espejo antes de salir de casa y se pararan a pensar por un momento si la vestimenta que llevan –por ejemplo- para acompañar a la Virgen es la adecuada o tal vez deberían seguir buscando en el armario otro atuendo más correcto y evitar, de ese modo, ser captado por todas las cámaras y convertirse en la comidilla al día siguiente.

Y digo “vestir” y me reafirmo en la vestimenta, por dos razones: por ser experta en el tema y por encubrir otros aspectos de la visita de la Virgen del Castro, que se esconden tras las palabras no dichas y los espacios en blanco de estas líneas. Está claro que no puedo decir todo lo que pienso, pero quizás no sean sólo las vestimentas y el aspecto personal lo que habría que analizar, sino algunas ausencias, comportamientos, protocolos y tal y tal… Eso de “tal” también sirve para la Semana Santa, las fiestas patronales, o el día del Pilar que es la próxima fiesta en la que –para quien no lleve uniforme- es aconsejable mirar el espejo antes de salir, o pedir opinión a quien sepa más.

No creo que el señor alcalde vaya muy cómodo el 15 de agosto con traje oscuro, camisa de manga larga y corbata aprisionándole el cuello, y quienes llevamos 10 centímetros de tacón, también estamos más cómodas en deportivos, sin duda. Pero en realidad, la elegancia casi siempre está reñida con la comodidad y, como abundan tanto quienes no saben cómo hay que vestir en cada ocasión, igual estaría bien editar unos cuantos manuales de estilo y etiqueta y repartirlos entre todos los que se presentan en una misa concelebrada con pantalones cortos, a una procesión con gafas de sol, o a un picnic con bolso, por poner algunos ejemplos.

Sé que con esta columna me voy a ganar muchas críticas, pero también sé que hay muchas personas que, como mi padre, piensan lo mismo que yo. Afortunadamente, siguen siendo muchos los que saben que a la gente se la trata según el aspecto exterior porque es la primera carta de presentación. No está de más hacerle al espejo casi las mismas preguntas que le hacía la malvada madrastra de Blancanieves y darle una utilidad; no es bueno dejar que sea sólo una pieza más de la decoración. Tiene tanto que decir…

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