Hace poco más de un mes escribía unas líneas de despedida para nuestro querido amigo Polo Fuertes (y digo nuestro porque también lo era tuyo). Nunca me imaginé que hoy tendría que volver a rebelarme contra el mundo por volvernos a dejar con ese amargo sabor de boca, ese sabor a incredulidad y a injusticia que queda después de enterarnos de la muerte de un amigo tan querido como tú.
Desde que ayer varios amigos comunes me informaron de la fatal noticia que empezaba a circular por La Bañeza, no he podido quitarte del pensamiento y pensaba como todos: que no podía ser cierto. No puede ser cierto, me sigo repitiendo, a pesar de que hoy nos llegó una esquela con tu nombre y, cuando pasé por delante de la ferretería, un fatídico cartel informaba de lo sucedido.
Fui al tanatorio a dar un abrazo a Emi y a Fernando, y el ataúd cerrado y rodeado de flores me siguió dando la razón. No puede ser cierto, tú no puedes estar allí dentro. Nos estás gastando una de tus bromas. Te habrás tomado un día libre y mañana volverás a ocupar tu lugar en tu particular ‘parlamento’, donde siempre nos recibes con tu eterna sonrisa. Tenemos tantas cosas conversaciones pendientes…
Mientras escribo estas líneas tengo la página del Facebook abierta esperando una foto de tu pueblo, una frase graciosa o uno de tus chistes visuales, para comentarte algo o para enviarte un saludo en forma de “me gusta”; de vez en cuando le echo un vistazo esperando verte por aquí, como cada tarde. Te echaremos de menos por estos mundos virtuales, un poco cada día, aunque yo –y me atrevo a afirmar que la mayoría de tus amigos también- te seguiré esperando aquí, o en el ‘parlamento’.
Igual estás charlando con tus nuevos amigos, esos que según te vean llegar, te atraparán porque ya no querrán compartirte, no querrán vivir sin tus sabios consejos, sin tus bonitas palabras, sin tu eterna sonrisa…, como nos ha pasado a todos los que te conocimos y tuvimos la enorme suerte de compartir contigo un trocito de tu alma noble, de ser destinatarios de tus halagos, de tu ironía, de tu cariño, de tus palabras… Hasta siempre, Fernando.
