Juan José Arconada Pérez
Once de Octubre de 2020. Seguimos luchando contra la gran pandemia de este siglo: el llamado COVID-19. Las noticias no son buenas. Ciudades confinadas, aumento de contagios, economía bajo mínimos, y nuestra España cada vez más rota. No quiero entrar en temas de política económica, aunque la realidad obliga a decir que cada vez pagan más impuestos los de siempre… (¿has dicho autónomos?… No, pero sí…)
A nivel de política nacional, para qué vamos a hablar. Un país que se rompe. Donde se está promoviendo el rupturismo a costa de permanecer en el poder. Donde ni siquiera se puede uno expresar ni optar a un puesto de trabajo en el territorio nacional si no se tiene el título de saber hablar el idioma de turno del territorio autonómico. Donde se pueden quemar las imágenes de nuestro Rey sin problema (es libertad de expresión). Donde se puede ocupar una casa que no es tuya (faltaría más…). Donde se puede criticar libremente nuestro sistema judicial. Pero señores: paremos. ¿Dónde estamos?
El que escribe este artículo nació en el 65. No me considero “pasado de moda”. Pero creo que hemos perdido los papeles. Si miramos a nuestro entorno, países como Francia, Inglaterra, Alemania, etc, tienen muy claro su concepto de país y de nación. Y aquí estamos nosotros, permitiendo lo que no sería permisible en ninguno de estos países en favor de no sé que derechos.
Pero hoy 11 de octubre de 2020, ha llegado nuestro Rafa. Ha ganado su 13o Roland Garros, Y de nuevo ha puesto de manifiesto su orgullo de ser español. Sí señor español. Levantar la bandera y abrazar al Rey. Y por eso, te escribo. Para darte las gracias y decirte que yo también siento ese orgullo y que, como tú, grito ¡Vamos!
Hacen falta muchos Rafa. Pero sin ti, jamás se hubiera despertado este espíritu de lo español. Desde mi profundo respeto y admiración: ¡Gracias Rafa!
