Es el segundo año que el instituto Vía de la Plata apuesta por la magia de las palabras para el acto de graduación de alumnos. Música y palabras para envolver esos diplomas tan soñados en ese salón de actos que parece un teatro.
Eduardo, el director, ejerce de anfitrión recibiendo a los invitados y curiosos. Colegas, profesores de otros centros, familiares y los propios alumnos con sus mejores galas, parecen mayores de lo que son. Llega el alcalde, que gusta de asistir a estos eventos para darles algún consejo a los chavales.
Mestre, entre Elena y Alejandro.
Todos los años algún alumno-músico abre el acto. Este año Elena Celada y Alejandro Villazala ponen el preludio al acto con sus violines. Elena y Alejandro, que tendrán ahora cerca de 18 años fueron compañeros míos en el Conservatorio de Astorga. Cuando ellos comenzaron su andadura musical siendo unos niños yo también me matriculé junto con mis hijas y Elena, Alejandro y yo íbamos juntos a lenguaje musical. Hoy me ha gustado verlos con qué seguridad atacaban las notas, no han perdido aquella sonrisa pícara que tenían.
Luego, la entrega de diplomas y las fotos de rigor para pasar al recital de poemas de Juan Carlos Mestre, que no es un recital de poemas al uso. Es un acto de exaltación de la palabra, un acto mágico que conecta a todos en el salón. Cada poema, cada palabra es un sabio consejo para los nuevos graduados. Mestre aprovecha todos los recursos y los violines de Elena y Alejandro le acompañan mientras desgrana los versos del primer poema. Luego su pequeño acordeón envuelve de sonidos las palabras y las imágenes, convirtiendo la graduación en un acto multimedia. Apenas un foco crea esa luz teatralizada que convierte el recital en algo distinto, dándole a la entrega de diplomas el valor de ceremonia iniciática a la nueva vida.
“No tratéis de entenderlo todo” –dice Mestre. Disfrutad de la belleza de las palabras de un poema como hemos disfrutado de las melodías de Elena y Alejandro. Afrontad el nuevo ciclo de vida que comienza llevando por bandera una bicicleta cargada de palabras como imaginación o solidaridad.
Mestre acaba con el poema de Ledo Ivo, donde nos muestra todo su mundo onírico, donde todo es posible para la imaginación que es capaz de crear mundos mucho más bonitos y capaces que el que tenemos y donde podemos ensayar las soluciones para colocar, como cataplasmas, a este mundo tan deteriorado que tenemos.
Mi quinto Belarmino me enseña orgulloso el dibujo que Mestre le ha hecho en el libro que le ha puesto a la firma. Jonathan se ha graduado y sale corriendo a trabajar. Veo alejarse a Elena y Alejandro, seguros de sí mismos, con sus violines en las fundas. No sé si ellos se acordarán de mí, yo me acordaré siempre de ellos, nos unen aquellas primeras lecturas en los pentagramas. Todos hemos asistido a la magia de la palabra. Mañana comienza otro ciclo. De vosotros depende salvar este mundo difícil que os dejamos. Aplicad siempre una de las palabras que Mestre os ha regalado: la esperanza.
