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Ha muerto don Pedro, Hijo Predilecto de nuestra ciudad

● José Cruz Cabo ►Jueves, 11 de noviembre de 2010 a las 10:57 Comentarios desactivados


Portada del libro autobiográfico de don Pedro. Monte Riego Ediciones

José Cruz Cabo

La verdad es que la vida de Don Pedro Rodríguez Martínez ha sido una vida, como él dice en su libro, ‘azarosa y ajetreada’, pero también una obra fecunda y desinteresada hacia la ciudad que le vio nacer y hacia sus habitantes, tanto de la propia ciudad como de toda la comarca. No hay una sola persona que pusiera en duda, cuando vivía, su enorme bondad y su incansable desinterés.

Como él mismo dice, no estudió medicina para ganar dinero, sino para ayudar a los pacientes, y esto lo cumplió durante su larga vida, a la perfección, pues su cristiano desinterés fue la constante de su vida. Aquí sí que se puede decir lo de que vivió el auténtico cristianismo durante toda su existencia, demostrando que su formación cristiana la llevaba a rajatabla.

Para mí, don Pedro el Oculista, como se le conocía a nivel de la sociedad bañezana, fue un espejo de desprendimiento, de bondad altruista, de humildad y señorío, de simpatía y de amabilidad, porque hablar con él, era una enorme satisfacción, por su sabiduría sin alardes, por su fina y elegante conversación, de la que uno no se cansaba de escuchar, por su preocupación por la gente, por esa amabilidad espontánea y natural que derrochaba con todos. Para don Pedro no había nadie malo, siempre pensó que la única virtud que había que demostrar, era el afecto y cariño a los demás, sin preocuparse de que se lo devolvieran o no.

Cuando a petición popular, más que petición, fue un clamor de toda la ciudad y su comarca, para que le concediera el ayuntamiento una calle con su nombre, y le proclamara Hijo Predilecto de la ciudad, su innata humildad le inclinaba a que era una cosa demasiado importante para un hombre sencillo como él y, solo aceptó, cuando vio la enorme lista de gentes de todos los sitios, no sólo de La Bañeza y su zona, que firmaron para obligar al ayuntamiento a que le rindiera el homenaje que por su vida y su entrega a los niños de Villanueva primero, como maestro, y a todo el que lo necesitó cuando se hizo oftalmólogo lo merecía, porque Don Pedro era así, amable y desinteresado, y la gente supo agradecerle todas las atenciones que había tenido en su vida con los pacientes. Contemplar a don Pedro jugar su partida de dominó, después de comer, que solo se la perdía si había alguna cosa urgente médica, era una lección de tranquilidad, de alegría, de satisfacción si ganaba, pero nunca de resquemor si perdía, la sonrisa y el afecto le salía de su cara lo mismo si ganaba que si perdía.

Fue siempre fiel a sus compromisos y lo fue también a su encantadora y maravillosa esposa, que le dio dos hijos, Pilar Blanco Cuadrado, y que se murió demasiado joven, pero ello no le impidió, criar y educar a sus hijos y, sobre todo, no solo atender a sus clientes, sino en algunos casos mimarlos, pues su bondad resplandecía en todos los momentos de su vida social y familiar. quizá el estudio de la sociedad griega y romana de hace miles de años le inculcara esa forma de ser y de estar, porque Don Pedro, además de un gran jugador de dominó, era un gran aficionado a la lectura y a la música y, gracias a Dios, nos dejó un libro con la historia de su vida, en la que podemos conocer más a fondo su hombría de bien y su lucha por conseguir que las enfermedades de sus clientes y amigos fueran curadas lo mejor posible. Este ejemplar ser humano, fue un auténtico cristiano, ya que su fe, fue siempre inquebrantable y siempre hizo honor a sus principios cristianos, siendo un ejemplo de cómo se debe vivir la religión.

En este momento de dolor, por la desaparición de un hombre querido y admirado por todo el que tuvo tratos de alguna manera con él, solo nos queda la esperanza de que su virtuosa vida le haya proporcionado el premio Eterno y se haya podido encontrar con su amada esposa Pilar, por lo que nos fundimos en un abrazo de amistad y afecto con sus hijos Eugenio y Pilar, enviándoles, como al resto de la familia, nuestro más sentido pesar por la muerte de un justo y una gran persona.

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