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Huesos al borde del camino (III)

● Ibañeza.es ►Lunes, 24 de septiembre de 2018 a las 8:17 Comentarios desactivados


José Simón Alejo Barrios. Tenía 20 años, soltero y jornalero. Natural de Zaragoza (creemos que de Caspe), hijo de José y de Catalina, y vecino de La Bañeza. Trabajador de La Azucarera, en la que era uno de los abundantes afiliados al Sindicato Nacional Azucarero, afecto a la UGT.

Archivo de José Cabañas.

Patricio Martínez Castillo. Del Reemplazo de 1929, alistado en la Caja de Recluta de Astorga. Natural de La Bañeza, soltero. Trabajaba en La Azucarera bañezana, al igual que otro de sus hermanos, Agapito, fusilado en León el 18 de febrero de 1937 con el grupo de los 17 bañezanos.

Eugenio Carnicero Alonso. Nacido el 13-07-1904. Del Reemplazo de 1925, alistado en la Caja de Recluta de Astorga nº 113, y adscrito al regimiento de Regulares. Vivía en la calle Pablo Iglesias. Trabajaba en La Azucarera. En 1935, según consta en documento, habría estado preso en la Cárcel del Partido, seguramente a resultas de hechos acaecidos en octubre de 1934.

Norberto Ángel Martínez Mielgo. Natural de Hospital de Órbigo, nacido el 07-06-1905, hijo de Fernando y Francisca, tenía 31 años. Perito Mercantil (formado seguramente en la Escuela de Comercio de León), había sido Interventor de Fondos del Ayuntamiento de La Bañeza (donde lo habían apodado, por su disposición a ayudar, como “el pan de los pobres”), nombrado el 08-10-1934, y socio del Círculo Mercantil. Afiliado a Izquierda Republicana. En julio del 36 era Jefe Interino de la Sección de Presupuestos de la Diputación de Palencia, cargo por el que había dejado vacante el de Interventor en La Bañeza, y al que renuncia por motivos de salud, según escrito enviado al Ayuntamiento el 30-09-1936. Detuvieron a su padre, Fernando Martínez Rodríguez, en San Marcos, el 5 de octubre de 1936 para que se entregara su hijo, lo que hizo Norberto entre esa fecha y el 9 de octubre. Al entregarse, su padre fue liberado y regresó a Hospital de Órbigo. La familia siempre supo que había terminado asesinado en Izagre y enterrado al lado de la carretera, e incluso su padre habría estado allí en alguna ocasión.

Transcurrió la exhumación en Izagre desde el día 2 de septiembre de 2008 hasta el 11, y no sin dificultades se localizó el lugar de enterramiento, a pesar de las facilidades y la ayuda prestada por tantas personas del pueblo, Ayuntamiento y Alcaldía, vecinos, y propietarios de los terrenos (además de los valiosos datos que doña Gloria Begué Canton, hija de Juan María Begué, nos facilitaba por teléfono), como ardua resultó la tarea arqueológica de recogida de los restos de las víctimas dada la dureza del terreno, incluso con la colaboración tenaz y entregada de un buen número de voluntarios desplazados desde lugares tan diversos como Ponferrada y El Bierzo, Pontevedra, Ourense, León, Barcelona y Bilbao (desde donde se sumó con entusiasmo Roberto, bisnieto de Isaac). Las escenas de profundo respeto ante lo que el lugar significaba, de emoción contenida y de recogimiento ante la fosa se prodigaban a medida que la delicadeza y la precisión de los arqueólogos y los voluntarios iban sacando a la luz los huesos de los asesinados y lo que de aquello que los acompañaba en el momento del martirio la tierra había respetado, la suela o la goma de unas botas, unas gafas, un zapato, la piedra de afilar la navaja, o un pendiente, objetos todos consignados con los respectivos restos a la espera, con ellos, de ser tratados y analizados por los especialistas pertinentes, Antropólogos Forenses (también voluntarios), con el objetivo de identificar los huesos, de ponerles nombre y apellidos, para ser así entregados a sus respectivos familiares, y la emotividad siempre presente se desbordaba cuando alguno de estos se acercaban a la compartida tumba de los suyos.

De la fosa de Maire, que en su cementerio acogió los cuerpos de los bañezanos Toribio Santos Santos y Ángel González González (último Alcalde republicano de La Bañeza),  habíamos ya constatado la imposibilidad de su exhumación, dadas las alteraciones posteriores del camposanto, y hubimos de conformarnos con precisar el exacto lugar en que en la mañana del 23 de septiembre de 1936 aparecieron sus cadáveres. Indagamos también por enterramientos clandestinos y fosas de otros bañezanos en lugares como Pinilla de la Valdería, con el resultado de haber contribuido a exhumar allí a víctimas de otras procedencias. En cuanto a la “fosa de los estudiantes” en Albires, exhumada a continuación de la de Izagre,  habíamos conseguido avanzar los primeros datos pocas fechas antes de iniciar aquella, las identidades de dos posibles integrantes, jóvenes de Villarroañe, cuyas familias reclamaban ahora la recuperación de sus restos. Con la azarosa implicación y con la ayuda, que tan útil y provechosa nos ha venido a resultar, de un experto bañezano en Historia y en Archivos como es Alejandro Valderas Alonso, pudimos poner algunos nombres más a las víctimas de aquella fosa, asesinadas en torno al 20 de agosto de 1936, y, lo que vino a ser más importante, se pudo constatar la laguna existente en el conocimiento de la represión ejercida en León en el verano y otoño de 1936 sobre el colectivo estudiantil, sobre los alumnos de las Escuelas de Veterinaria, de Magisterio y de Comercio, y a partir de aquí, con la colaboración de diversos estamentos universitarios comenzar a colmar ese vacío, algo que desde entonces se viene ya haciendo.

Archivo de José Cabañas.

Y hubo más aún: estaba ya prevista la exhumación de otra fosa común en Faramontanos de Tábara (Zamora), cercano a Benavente, de la que apenas se sabía quienes la integraban, y fruto de esta cadena de acontecimientos y de las colaboraciones suscitadas se consiguió saber bastante más: los 12 cuerpos de muchachos y muchachas asesinados de la fosa (exhumada a mediados de octubre) corresponderían a otros tantos estudiantes leoneses, posiblemente de Magisterio y de Valderas, y ya, culminando la progresión de favorables encadenamientos, en la prospección de ésta se vino a conocer de la existencia en la misma zona de otras dos fosas, colectiva una, con otro grupo de malhadados estudiantes, e individual la otra, en la que se cree haber localizado al Diputado socialista por Jaén, catedrático y profesor de su Escuela Normal, Enrique Esbrí Fernández, del que nada se sabía más allá de su desaparición en León aquel fatídico verano después de haber formado parte del tribunal en las oposiciones de Magisterio que a la mitad de julio se habían realizado.

De todo este cúmulo de acontecimientos y de relaciones, y de la evidencia de este hueco histórico por explorar (la represión universitaria al inicio del golpe de Estado), o no explorado todo lo a fondo que se merece, llegó a derivar la pretensión y la previsión de crear en la Universidad de León un Grupo de trabajo de especialistas para acometerlo, y que iba a estar presidido por una señera figura de la investigación y la docencia universitaria leonesa. Más tarde, se optó por investigar en el mismo campo desde la integración de este Grupo leonés en otro Universitario estatal, más extenso y que pretendería abarcar el mismo objeto y ámbito de estudio para todo el colectivo estudiantil y universitario del país.

Además de los posibles y provechosos frutos que estas iniciativas puedan ir deparando, se producirán otros más inmediatos y cercanos si las previsiones con las que trabajamos se nos cumplen: en el mes de abril se habrán producido las identificaciones de los bañezanos asesinados en Izagre, y se contempla realizar la entrega de sus restos en el marco de unas Jornadas de Memoria y Homenaje a todas las víctimas bañezanas del franquismo, a celebrar en fecha adecuada y en el transcurso de las cuales se producirían las inauguraciones de un monolito en Izagre, en el Lugar de Memoria en el que durante tantos años estuvo la fosa, y un monumento a todos los represaliados en algún lugar de La Bañeza. Para acometer unas y otras actividades hemos solicitado en su momento la correspondiente subvención al organismo competente.

Un añadido posterior (13-03-2010).-

Además de los contratiempos habituales para ubicar la fosa de los bañezanos, se dio en ella una sorpresa: se constató haber sido once los allí asesinados, contra la asentada convicción que fue durante tanto tiempo transmitida de que lo habían sido diez, con lo que vino a resultar que la identidad de uno de los varones nos era desconocida. Mediado octubre de 2008 recibí de acreditados testimonios (doña Gloria Begué Cantón) la certeza de que once habían sido, efectivamente, las víctimas, y a través de la prensa bañezana solicité ayuda a sus lectores, sin que obtuviera resultado, para asignarle a aquél un nombre.

Ya en mayo de 2009, por datos obtenidos del Archivo Histórico Municipal de La Bañeza y contrastados con los procedentes de otras fuentes, hemos podido atribuirle filiación con un alto grado de certeza: Creemos que se trata de Miguel Miguelez Fernández, vecino de Sacaojos (hoy Santiago de la Valduerna), soltero, de 30 años, hijo de Bernardina Fernández Martínez, hermano de Emilia y Victorina, cuñado de José González González (uno de los hijos de quien ejerció de último Alcalde republicano, cuya familia fue dura y extensamente perseguida), todo ello según el Padrón de 1935 y los listados de recluidos en octubre de 1936 en la Prisión del Partido bañezana. Probablemente era trabajador de La Azucarera, uno más de los muchos que siéndolo fueron de variadas maneras castigados.

Una nueva actualización.-

En los campos de Villafer, frente a una viña en la cuneta de la carretera de Campazas, serían hallados el 12 de octubre de 1936 los cuerpos de tres asesinados sacados dos de ellos antes de la cárcel de La Bañeza, dos vecinos de la ciudad (Antonio Núñez Valderrey, de 41 años, panadero, y “un hermano mayor de Teresa, oficiala costurera en la academia de corte y confección de Matilde Mañanes”, al parecer Eugenio Carnicero Alonso, que creíamos haber sido asesinado el día 10 del mismo mes con otros diez bañezanos en Izagre, posiblemente arrancado de su domicilio, pues no figura entre los muchos entonces recluidos en aquella atiborrada ergástula) y un maestro en varios pueblos de la Valdería desde 1932 a marzo de 1936, Hermenegildo Cebrones Pedrosa (de la promoción de 1925 a 1926), ejerciente desde entonces en Magaz de Arriba, enterrados los tres en la parte civil del cementerio de la localidad, a la derecha de su entrada. De haber sucedido así, conforme a lo que ahora conocemos, en Izagre habría sido asesinado con los restantes bañezanos no Eugenio Carnicero sino Francisco de la Fuente Martínez (de Sacaojos, hermano de Miguel e hijo de Miguel de la Fuente Arribas y Micaela Martínez Carracedo), preso en La Bañeza al menos desde finales de septiembre y sacado de allí en la tarde del 9 de octubre con algunos de aquellos para “sumariarlos” en León, desde donde con otros que ya se hallan presos en la capital son conducidos a Izagre en la madrugada del día siguiente.

Se cumplen ahora diez años desde que la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica (ARMH), a petición de algunos de sus familiares, exhumó al inicio de septiembre de 2008 los restos de quienes, asesinados en el otoño de 1936, terminaron arrojados en el pueblo de Izagre a la que desde entonces se conoció allí como la fosa de los bañezanos. En memoria de las víctimas traemos hoy aquí lo que con ocasión de aquel acontecimiento publicábamos unos meses más tarde en la jiminiega Revista Cultural JAMUZ. Más información en www.jiminiegos36.com

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