En vísperas de elecciones, y con la idea bastante clara de a quien NO voy a votar, no puedo evitar el impulso de sacar a relucir la opinante que llevo dentro y reírme un poco de lo que me encuentro “por ahí”, sin dejar en ningún momento la máxima del respeto que siempre presumo de exigir y ostentar.
Pero, queridos lectores, no se asusten que ya sé que hoy es jornada de reflexión y no tengo intención de influir en sus planes de mañana. No voy a pedir ningún voto para nadie, porque no me va en el sueldo ni tengo el alma vendida a ningún comprador de voluntades; cada uno vote al que más le convenza que, entre 39 candidaturas –aunque muchas de ellas sean “de aquella manera”- no faltará alguna que le haga tilín.
El asunto que me trae en un momento tan poco apropiado (en el que media España está pendiente del partido de la Champions, y eso…) son los asesores frustrados que se esconden en ciertas páginas de internet, medios de comunicación, perfiles de Twitter y Facebook, o en la piel de ese viejo conocido que encontramos por la calle y nos da la brasa hasta que suena el móvil (o hacemos ver que suena), con consejos gratuitos acerca de los candidatos en juego y las previsiones sobre los resultados electorales.
El caso es que todos tienen su razón y, según ellos, la culpa de todo la tienen los políticos, y desde que se pone fecha y caras a los principales partidos políticos, el mundo real y el virtual se llenan de ideólogos de pacotilla que afirman saberlo todo, que se ofenden ante opiniones contrarias a la suya y que tratan de meternos por los ojos su forma de pensar aunque en muchas ocasiones tengan que llegar al insulto y a formas muy poco democráticas para expresarse.
Y no, queridos ideólogos de a peseta, en mí no han hecho efecto sus insultos hacia quien voy a votar; sólo un poco de repulsa hacia sus modos de expresarse, porque a los que vamos a pasear por la calle o nos movemos por el mundo virtual, no nos gusta encontrarnos con esos defensores de las ideas propias y detractores de las ajenas. A mí me gusta ser mi propia ideóloga y tengo claro que ni todo el programa de un partido será bueno, ni todo el otro será malo, o viceversa. Lástima tener un sólo voto…