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La aparición de El Adelanto y sus primeros tiempos (y III)

● Ibañeza.es ►Lunes, 22 de mayo de 2017 a las 8:03 Comentarios desactivados


A la mitad de julio de 1935 en La Bañeza, desde El Adelanto, el sacerdote que firma K-Vernícola se sigue oponiendo a practicar la cristiana compasión con los sentenciados capitales por los tribunales que continúan juzgando a los revolucionarios de octubre del 34, algunos de los cuales eran aún perseguidos y detenidos, como Moisés Rodríguez Martínez, de 30 años, complicado en los sucesos de la cuenca del Sil y apresado al finalizar el mes por la benemérita de Valencia de Don Juan.

“Lea usted Trabajo, el periódico reivindicador de los derechos proletarios. Nada de política. Todo por el obrero y para el obrero. El gran periódico de los obreros todos, sin matiz político. 15 céntimos. De venta en La Buena Prensa. La Bañeza”, proclamaba la publicación bañezana el día 14 de septiembre del mismo año 1935, y añade que “se anuncian elecciones municipales (para el mes de noviembre se preveían una vez más, sin que tampoco entonces llegaran a realizarse), y urge una amplia inteligencia de las fuerzas de orden para llevar al Ayuntamiento una digna representación de La Bañeza y que no se vean más las corporaciones de gentes socialistas y de desgobierno padecidas hace algún tiempo que se entretenían en comprar lápidas laicas y en quitar las cruces del cementerio” (aunque en el Ayuntamiento republicano-socialista al que se aludía, al que le correspondió aplicar localmente las disposiciones legales sobre laicismo aprobadas en el Parlamento, los segundos habían estado en minoría de cuatro frente a ocho del total de doce concejales).

En su número del 2 de noviembre insiste El Adelanto en que en La Bañeza se continúa ”sin movernos” (así titula el suelto), y en que “desde los últimos escritos sobre la necesidad de lanzarse a la propaganda política y social en nuestra ciudad se han celebrado actos de tal naturaleza en León, en Astorga, y en  casi todas las poblaciones limítrofes de categoría similar, y en otras muchas muy inferiores. Todos se mueven, todos se ponen en marcha por el camino que conduce a la victoria, y nosotros seguimos sin movernos. Están equivocados quienes creen que el fermento revolucionario ha muerto; está oculto, agazapado, esperando el momento oportuno para lanzarse sobre los incautos y descuidados que pagarán muy cara su imprevisión y su descuido. Muchos, la mayoría, de los que piensan en revolucionario, y serán un día quizás puñal asesino o pistola traidora, viven en el mayor de los engaños… Hay que fomentar la propaganda. Hay que organizarse en nuestro pueblo. Cuando un día (en los de la revuelta de octubre de 1934) sonó por nuestras calles el grito de ‘!vienen los de Fabero¡’ el pánico irrumpió en todos los hogares aquella noche aciaga. Si los de Fabero hubieran venido en realidad habrían rodado cabezas de bañezanos, habría habido fusilamientos y pillajes. Las casas hubieran sido destruidas, las mujeres deshonradas y escarnecidas, los niños terriblemente mutilados, y la muerte hubiera sentado sus reales sobre este pueblo digno de mejor suerte. Pues los de Fabero se están criando entre nosotros, transitan por nuestras plazas, se codean con sus futuras víctimas. Un pueblo que crece en la ignorancia de la religión y la moralidad y es presa de prédicas continuas y disolventes es la mejor escuela de asesinos y bandoleros. ¿Qué se hace para evitar esto? Nada en absoluto”.

Miraba a primeros de diciembre de 1935 hacia atrás El Adelanto y realizaba balance de los tres años de la publicación, con ausencias justificadas de colaboradores, “por las razones que tiene esta pícara vida”, y también con deserciones injustificadas por cobardía y miedo, que hacen preguntarse a sus redactores “de los hombres que con nosotros empezaron, ¿cuántos quedan?” Cuando se trata de apoyar al periódico todos son sordos, todos son mudos, todos son mancos (dicen). Para exigir, todos implacables; para ayudar, ausentes todos, “conducta en la época que corre verdaderamente suicida, pues la revolución acecha cual pantera herida el momento de echar su zarpa sobre la sociedad, mientras esos elementos gustan más del vivir tranquilo y ciego de la ciudad alegre y confiada”.

En lo que hemos podido conocer, muy lejos estuvo la propaganda y la campaña electoral de los comicios generales del 16 de febrero de 1936 desde el periódico socialista leonés La Democracia tanto de la extensión como de los excesos, la acometividad y las agresividades, los tonos apocalípticos y los modos irrespetuosos de El Diario de León (uno de sus competidores ideológicos en la capital), y sobre todo de la además gruesa, falaz, visceral y pasionalmente incendiaria artillería desplegada por El Adelanto.

“¡Leoneses, a luchar contra los traidores y los cómplices! (los que ayudan con sus candidaturas a que saquen menos votos las derechas –porque las dividen- y por tanto ganen las izquierdas)”, llamaba el semanario bañezano en su edición del 25 de enero de 1936, insistiendo en que en las elecciones que se avecinan “dos ejércitos, dos fuerzas se disputan la posesión de España: la revolución por un lado y la contrarrevolución por otro. Los que quieren que triunfe España, y los que quieren que seamos el estado soviético número dos. Nos vamos a jugar la existencia; peligra la Patria; la Religión es amenazada. Españoles: nos quieren convertir en un pueblo salvaje, sin Dios, sin Patria, sin Familia, sin Propiedad. Nos quieren hacer esclavos… En Rusia han quitado los hijos a los padres y los han declarado propiedad del Estado; han roto la Familia, y cuántos se encuentran sin mujer, sin hijos, sin bienes, obedeciendo al látigo de un tirano… ¡A votar todos integra la candidatura de las derechas!”, aunque ya desde más de una semana antes habían publicado las izquierdas del Frente Popular su manifiesto y su programa, tan alejado de lo que propalaban aquellos insistentemente aireados e interesados y catastróficos augures y de lo que sucederá cuando estas triunfen en las urnas.

Ante ellas (según publicará El Adelanto el 22 de febrero de 1936) “se celebró el domingo pasado en La Bañeza la contienda electoral, y nos sentimos orgullosos de este pueblo honrado y progresivo, donde absolutamente todos conservaron una gran serenidad y continencia. El día de las elecciones transcurrió con toda normalidad y sosiego. Fue un gran triunfo de la ciudadanía y la cultura a la que todos contribuyeron ahogando las pasiones que en estos casos excita la política. Merecen un cerrado aplauso las diversas organizaciones por su ciudadano comportamiento. Hoy (transcurrida casi una semana de la victoria electoral general de los republicanos y los socialistas, ‘los revolucionarios’), existe en La Bañeza orden, tranquilidad y sosiego. No se ha producido altercado alguno”.

Del libro LOS PROLEGÓMENOS DE LA TRAGEDIA (Historia menuda y minuciosa de las gentes de las Tierras Bañezanas -Valduerna, Valdería, Vegas del Tuerto y el Jamuz, La Cabrera, el Páramo y la Ribera del Órbigo- y de otras de la provincia, de 1808 a 1936), recientemente publicado en Ediciones del Lobo Sapiens) por José Cabañas González. (Más información en www.jiminiegos36.com)

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