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P.J. Abajo

Una colección de casi 3.000 libros procedente de una donación es la base de la nueva biblioteca comarcal de la Valduerna, un lugar de ocio que ayer abrió sus puertas en Priaranza gracias a la imaginación, el esfuerzo de un grupo de personas y la solidaridad anónima, tres elementos que son capaces de hacer que espacios en desuso como la escuela de la localidad se convierta en el centro de ocio que inicia una importante etapa cultural para esta comarca.

Y es que, cuando no es posible que las administraciones públicas o las empresas privadas se impliquen en la puesta en marcha de un nuevo proyecto como es la creación de una biblioteca en una zona rural, hay que buscar alternativas; proyectos que se hacen realidad gracias filosofías de vida como Gengis Car, una idea en la que Rafa -un joven oriundo de Castrillo- trabaja junto a otros voluntarios para lograr aquellas metas que sólo se alcanzan “con paciencia, suerte, ánimo, constancia y aunando muchos pequeños esfuerzos”.

Una fiesta en la inauguración 

Aunque la idea de los promotores de esta iniciativa es dar un servicio tanto a la gente de la zona como a quienes residen allí durante sus vacaciones, la intención de revitalizar el mundo rural desde la cultura también forma parte de este proyecto que vio la luz con la presencia de buena parte de los vecinos de Priaranza, representantes de la Junta Vecinal y del Ayuntamiento de Luyego, así como personas de otras localidades, convirtiendo la inauguración en una auténtica fiesta popular con merienda y baile incluidos.

Sin embargo, una de las protagonistas fue Charo Sáez, la viuda de García Viñas, que asistió ayer al acto de inauguración acompañada de familiares y amigos y fue la encargada de descubrir junto al presidente de la Junta Vecinal, Agapito Riesco, la placa situada en la puerta de entrada y en la que se recuerda al hombre que nunca estuvo ni en Priaranza ni siquiera en la comarca de la Valduerna, pero cuyo legado bibliográfico sentará las bases de un futuro muy esperanzador para esta comarca.

Ocio, cultura y alternativas

‘Bibliogengis’ -marca de identidad de esta biblioteca comarcal para la Valduerna- nace como un espacio para cobijar colecciones que buscan una segunda vida, como la donada por la viuda de Gonzalo García Viñas, un amante de la lectura madrileño en honor de quien se descubrió una placa a la entrada de la sala. Pero sus creadores también piensan en cómo dotar de contenido a este inmueble y han pensado que la mejor solución será concebirlo como un centro comunitario para el ocio, exposiciones, conciertos en el exterior, talleres y un sinfín de actividades alternativas que den vida a este territorio leonés.

A lo largo de la época estival la nueva biblioteca abrirá sus puertas de forma permanente, ya que la población del municipio experimenta un importante crecimiento con la llegada de ‘veraneantes’ a la localidad. Pero estas salas  que han sido acondicionadas durante las últimas semanas por un grupo de voluntarios y en los próximos días comenzará la catalogación de los libros cuentan con la ayuda de Manuel, Marisa y Marta, además de otras personas, que siempre estarán dispuestas a colaborar tanto con la organización de eventos como para recibir a lectores de cualquier edad.

La imaginación y el futuro 

Este centro estará abierto a actividades lúdicas para los niños, encuentros musicales y artísticos para los jóvenes o talleres para los mayores, siempre con el deseo de potenciar el acervo etnográfico de la zona; pero aunque estas son algunas de las ideas de sus artífices, aseguran que la imaginación no tiene límites y tras la jornada de ayer, en la que algunos ya aprovecharon para echar un vistazo a los ejemplares disponibles, están convencidos de que este proyecto tiene mucho futuro por delante.

El presidente de la Junta Vecinal, Agapito Riesco, y los familiares de Gonzalo García Viñas, durante la inauguración.

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Un comentario de los lectores en “La biblioteca de Priaranza abre una nueva etapa cultural en la comarca”

  1. Mª Ángeles Cordero dice:

    Me alegra mucho que noticias de este tipo ocupen las páginas de los periódicos, y no solo se hable de las zonas rurales cuando ocurren desgracias o en época electoral con motivo de las inauguraciones de las obras promovidas por las instituciones. Esta iniciativa debería ser tomada como ejemplo por más localidades, como Priaranza, y convertir las escuelas -en desuso, en muchos de los casos- en lugares de ocio y cultura. Así, quienes destruyen los libros que no utilizan o los tiran a la basura, podrían donarlos a algún pueblo, para darles una segunda oportunidad.


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