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La construcción de la Casa Consistorial de La Bañeza (y II)

● Ibañeza.es ►Lunes, 26 de octubre de 2015 a las 9:15 Comentarios desactivados


El arquitecto provincial Blanch y Pons realiza en diciembre del mismo año 1905 una valoración del estado de las obras encargada por el alcalde Darío de Mata Rodríguez, a quien se ha de dirigir en mayo de 1907, cuando ya es regidor municipal el sobrino del anterior, Leopoldo de Mata Casado, para que hable con este a fin de ver si se arregla pacíficamente el asunto del pago de sus honorarios, al que durante año y medio el actual alcalde y el secretario han estado respondiendo con evasivas, confiado en que no le vuelva ahora a suceder como con los emolumentos correspondientes a su proyecto y dirección de la Cárcel del Partido, que tardaron en abonarle once años, rogándole dé a aquellos recado para que le resuelvan el asunto y no haya de usar de los derechos que le asisten para intentar el cobro.

En julio de 1906 remite a la alcaldía bañezana un oficio el que será el nuevo arquitecto para la finalización de la obra, Manuel de Cárdenas Pastor (lo fue municipal de León desde 1900 hasta julio de 1914 en que pasa a serlo provincial; fue también arquitecto de la diócesis de Astorga), rogando se le envíen “las bases del concurso de proyectos para la conclusión del palacio municipal de la ciudad”. En mayo de 1908 se disculpaba ante el Consistorio, presidido ahora por Salustiano Casado Santos, por el retraso en la elaboración de aquel proyecto que antes le habían encargado y que en breve remitirá, como debió de hacer, pues el mismo aparece fechado en aquel mes de 1908, cuya ejecución saldrá a subasta a continuación (en bando que firma Robustiano Pollán Rodríguez como alcalde accidental; lo sería titular entre 1909 y 1910), adjudicada esta vez al contratista Emilio Perandones Cabo (había participado poco antes en la construcción del Puente de Requejo), que se obliga el 21 de junio a realizar conforme al mismo la terminación de la Casa Consistorial en la cantidad de 37.180 pesetas (15,34 menos de lo que había sido el tipo licitado). También se subastaba por entonces (en 2.870,03 pesetas) la obra de cerramiento con verja de la fachada principal del Hospital de la Vera Cruz de La Bañeza.

A lo largo de lo que restaba de aquel año y del de 1909 se remataría la construcción de la tercera fase del Consistorio bañezano, añadiendo la actual torre hexagonal con tejado de pizarra, no sin que antes se diera alguna reclamación a su diseño, como la que en 1908 entablaba el vecino Tomás Pérez Álvarez “para que modifiquen una ventana que da para su casa fuera de la distancia que para ello marca el Código Civil”, liquidando en abril del año siguiente el arquitecto al contratista Ángel Fernández Franco las 1.250,10 pesetas importe de la piedra facilitada por este para la edificación (aunque no incluirá “la partida del cantero”), una obra que supondría en su conjunto “un antes y un después en la arquitectura de la ciudad y el paso de una de hechuras tradicionales a otra modernista, ecléctica más bien”.

En 1910 y 1911 se va acometiendo la renovación del mobiliario interior del nuevo consistorio sacándose a subasta el amueblamiento de la alcaldía y de la sala de sesiones, que se adjudica al tapicero leonés Saúl Gutiérrez, quien envía muestras de tapizado en terciopelo inglés (también enviarían diseños de mesas y otros muebles, modelos de cortinas y presupuesto desde la leonesa “fábrica de muebles por energía eléctrica” de César Gago), y ya en febrero del segundo año ruega a quien es entonces de nuevo alcalde, Darío de Mata Rodríguez, se le salden las facturas que aún tiene pendientes. No obstante, al mismo alcalde se enviaban ya en abril de 1915 por ferrocarril sillones y divanes desde el gran almacén de muebles de ebanistería y tapicería de Higinio Gómez, en Valladolid.

El mismo año 1911 en respuesta a la pretensión de la Corporación bañezana de instalar por concurso un nuevo reloj en la Casa Consistorial y en la Estación del ferrocarril se reciben en enero presupuestos de algunas fábricas de relojes desde diversos lugares, como Zamora, de la relojería y óptica de Higinio Merino, y Benavente, de la gran relojería y taller de composturas de Isidro Parada Moreiras, e incluso de Francia, de Morez du Jura, de las fábricas de relojes monumentales de Pablo Odobey, hijo, y de su padre L. D. Odobey Cadet, que envía al Consistorio un extenso catálogo de sus relojes y remite a los concejales a su representante en Barcelona. También contactarían por entonces con la alcaldía bañezana desde la palentina fábrica de relojes de torre y fundición de campanas de Moisés Díez, quien el 8 de marzo indica a su titular que no se hará cargo de las obras de albañilería, carpintería y herrería precisas para la instalación del nuevo reloj (“al Ayuntamiento lo servirán mejor y con más economía los de aquí, mientras que del forastero siempre abusan”, dice), y sí del traslado del reloj viejo, aunque no puede fijar su importe “por desconocer el estado de la torre en que se ha de colocar (la de El Salvador seguramente, a la que se llevaría desde la de Santa María), quizá otro tanto como las 600 pesetas que vendrán costando aquellas obras, sin contar reparación alguna en el reloj, a lo que habrá de añadirse las 500 pesetas que importarán su limpieza y reponer con una esfera nueva la actual que está rota” (no tenemos seguridad de que se instalara efectivamente entonces el nuevo reloj en el Consistorio, y sobre todo de que se trasladara el viejo, pues aparece aún en la torre de Santa María en fotografías que se fechan en 1914). A los Hijos de Moisés Díez se encargará en 1926 la sustitución de aquel reloj por otro nuevo, una decisión de la Corporación de entonces que formaría parte de las del periodo primoriverista después denunciada como irregular y revisable por el Consistorio republicano elegido en 1931.

En 1918 Fernando García, maestro de obras de León, remite a la alcaldía bañezana presupuesto para pintar pasillos y techos y el salón de sesiones, y para realizar una lucera o claraboya de cristal y hierro cubierta a cuatro aguas (la que años después, en abril de 1933, se habrá de reparar tras su destrozo por una tormenta de granizo). En octubre de 1930 se autoriza la instalación de “calefacción por agua caliente o vapor” en el edificio consistorial, por importe de 4.348 pesetas y a cargo de la empresa Viuda de Luís Gutiérrez, de León, la misma que en 1932 dotará de ella el juzgado de Instrucción; el expediente de subasta para su contratación se había iniciado en 1929 y en ella pujaría también la leonesa Comercial Industrial Pallarés, que a principios de septiembre de aquel año recomendaba a la Corporación no descuidar su decisión y estimar el presupuesto que le había remitido. Se consideraría en 1933 la colocación de baldosas en el patio de cristales del Consistorio, y al inicio de octubre de 1934 se adjudicará mediante subasta pública al contratista Narciso Concejo Álvarez la obra de reforma de las oficinas municipales, ya finalizada al terminar el año. Entre 1975 y 1977 se fecha el proyecto de modificación de las escaleras y otras dependencias de la Casa Consistorial bañezana, cuyas obras se liquidan en 1980 al arquitecto Pablo Vicente Herranz.

Del libro LOS PROLEGÓMENOS DE LA TRAGEDIA (Historia menuda y minuciosa de las gentes de las Tierras Bañezanas -Valduerna, Valdería, Vegas del Tuerto y el Jamuz, La Cabrera, el Páramo y la Ribera del Órbigo- y de otras de la provincia, de 1808 a 1936), recientemente publicado en Ediciones del Lobo Sapiens) por José Cabañas González. (Más información en www.jiminiegos36.com)

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