Cuando esta columna se descuelgue en Internet se habrá inaugurado ya el precioso monumento al carnaval en la plaza que lleva el nombre de esta fiesta por excelencia de los bañezanos. Sí, con toda seguridad. No he tenido oportunidad de verlo colocado en el pedestal, aunque conozco los bocetos y la miniatura que Antonio Odón Alonso hizo para llevar a cabo el monumento. Cuando llegué de viaje esta semana ya lo habían cubierto con una lona y yo ya no estoy para andar saltando huertos ajenos ni pedestales carnavalescos, por mucha curiosidad que he sentido en ver el resultado final.
Con esta premisa por delante viene a mi memoria una inauguración que hace ahora 120 años se llevó a cabo en la Plaza Mayor de la Bañeza. Fue, como digo, en 1891, cuando la Corporación municipal inauguraba la farola de la plaza, que hoy está instalada en la plaza de San Salvador. Cuentan las crónicas que aquel hermoso día, con toda la población presente, a cuyo frente estaban alcalde y concejales rodeando el pedestal y sus luminarias, cubiertas también por una lona, al tirar de las cuerdas que sujetaban el tapado pudo verse un enorme cartel con una cuarteta que rezaba:
Esta piedra funeral
representa en La Bañeza
la descomunal cabeza
de un ilustre concejal.
La que se lió fue parda, aunque los servicios técnicos municipales se aprestaron a retirar el cartelón. Pero fueron muchos los bañezanos que pudieron leer los versos y realizar las cábalas correspondientes para identificar el famoso edil de cabezón fenomenal.
Como digo más arriba yo ya no estoy para andar saltando huertos ajenos ni pedestales de estatuas de carnaval. Pero lo que el esqueleto no ejecuta la cabeza si lo ha propuesto, en los cuatro o cinco días que he pasado por la plaza de Carnaval. Vaya que sí. Hubiera sido chocante y hasta carnavalesco. Ese carnaval auténtico que es el que nos ha valido la declaración de Interés Turístico Nacional. Uno, con la jubilación a cuestas pierde pan y pierde perro. Pero me hubiera gustado colocar otro cartelón como aquel que hace 120 años adornó el pedestal de la farola de la plaza.
Y es que, uno que es más que amigo del alma del autor de la estatua del carnal, Toño Odón Alonso, sabe de primera mano los modelos que ha tenido que usar para desarrollar su planeamiento. Porque una cosa es pintar un cartel de carnaval, de donde vienen los primeros bocetos y otra muy distinta es darle cabida a la tercera dimensión. Sé qué concejal tuvo in mente mi buen amigo Toño para concebir el casquete del ayuntamiento y los palos que tuvo que tocar para levantar unas almenas cachondas de la torre de la iglesia de Santa María.
No, coño, no lo voy a decir. Faltaría más. Que Toño Odón, además de artista, come de su puesto como funcionario en el excelentísimo. No. Pero nadie me va a cortar de emular al anónimo bañezano poeta de aquellos finales del siglo XIX para, que con tan sólo cambiar un verso, haber colocado un cartelón con la cuarteta:
La estatua del carnaval
representa en La Bañeza
la descomunal cabeza
de un ilustre concejal.
¿O no? Me cagüenlaaaa. Lástima que uno ya no esté para saltar huertos ajenos y…. Vale ya de tanto lamento. Que quede constancia de mi iniciativa. Pobre iniciativa si se compara con la de aquellos que a través de Internet consiguieron que el Ayuntamiento de La Bañeza diera el nombre del carnaval a una plaza céntrica y el que tuvo la idea de colocar una estatua descomunal como la que ideo Antonio Odón Alonso. Felicidades a unos y a otro y felicitémonos todos los bañezanos porque el carnaval seguirá siendo lo que nosotros queramos. Unos con sus nuevas fantasías e imaginaciones y otros, los que ya cumplimos nuestro ciclo, viendo, añorando y envidiando que todavía queden gentes que pueden saltar huertos ajenos para descojonarse de risa de ellos mismos y de los demás. Eso es CARNAVAL.
