El Obispo de Astorga, monseñor Juan Antonio Menéndez, junto a varios vicarios de la Diócesis, ha presentado este lunes el nuevo Plan Diocesano de Pastoral 2017-2021 que lleva por título ‘Llamados a formar un nuevo pueblo’ y que propone una serie de medidas encaminadas a mantener la atención pastoral en una situación donde la despoblación rural obligará a reestructurar parroquias, presbíteros y servicios.
Menéndez, que a su llegada a la diócesis manifestó la voluntad de redactar un Plan diocesano tras estudiar el anterior proyecto de organización, apuntó que este nuevo plan de pastoral está formado por tres grandes bloques que lo estructuran: “despertar la fe tibia, dormida, alejada; vivir en plenitud el discipulado cristiano; y desarrollar comunidades vivas y evangelizadoras”.
El nuevo plan nace en continuidad con la labor y el esfuerzo realizado durante la vigencia de planes de pastoral en anteriores pontificados y ha sido consensuado en los distintos Consejos diocesanos. “La respuesta a la consulta fue altamente satisfactoria; respondieron la práctica totalidad de los arciprestazgos, muchas delegaciones episcopales y movimientos, hubo aportaciones más particulares de CAPs, parroquias, comunidades religiosas concretas, grupos particulares parroquiales y Colegios católicos”, apuntan desde el Obispado.
Con todas las aportaciones se realizó una nueva labor de síntesis: un trabajo de ver coincidencias, escoger prioridades, hacer opciones. Y así se fue perfilando un borrador que se presentó a los diferentes consejos de la diócesis (Pastoral, Presbiterio, Arciprestes, Episcopal).
‘Llamados a formar un nuevo pueblo’ tiene una vigencia de cuatro años (2017-2021) y es un documento con el que dar respuesta a los “desafíos” que plantea la sociedad actual a la Iglesia Diocesana, donde la realidad obligará en los próximos años a una profunda reorganización de las cerca de 1.000 parroquias existentes, de las que 28 no tienen ningún habitante y en 200 feligresías dispersas por el territorio viven 7.000 personas.
El mantenimiento de las parroquias con sus iglesias, ermitas y cementerios católicos supone “unos esfuerzos que la hacen inviable” e imposible de sostener con la merma del número de sacerdotes. Por ello, el Obispo insistió en la posibilidad de unir parroquias en comunidades “cuyo centro va a ser el sacerdote”.