Hace más de un mes, anunciaba este periódico la retransmisión de por Televisión Española de la misa del próximo domingo en la iglesia parroquial de Santa María de la Plaza. Todo un acontecimiento en el que la imagen de La Bañeza será proyectada a toda España, a través de la 2 de la cadena estatal. Un hurra por los promotores de este acto que, si bien rompe la monotonía dominical del Día del Señor de la misa normal y corriente, con todo un despliegue tecnológico de cámaras, cables y aparatos propios de un directo, la ciudad volverá a sonar en los televisores españoles y parte del extranjero.
Un acontecimiento que este año se cumplirán en agosto 25 años de la primera misa televisiva bañezana, en la parroquia de San Salvador, de la que yo y todos mis compañeros de la Coral del Milenario fuimos unos de los protagonistas más puntuales y celebrados, al haber ‘chupado’ cámara durante la hora larga que duró la retransmisión.
Todo había empezado con la solicitud a TVE de dicha retransmisión el año anterior, 1986, durante la celebración del Milenario de la Iglesia de San Salvador. Pero la repleta agenda del padre Muro, director del programa. Hizo que se trasladara para el día 9 de agosto de 1987, en plena celebración de las fiestas de la parroquia, en honor de San Salvador.
Más de una veintena de técnicos al frente de una unidad móvil, compuesta por cinco camiones, cinco cámaras y toda una montonera de cables, focos y atrezzo para reforzar el telón de fondo que conformaba cada rincón de la milenaria iglesia.
El día anterior, todos los figurantes, desde el oficiante y los monaguillos, hasta las representaciones de las cofradías, autoridades y, por supuesto, nuestra Coral del Milenario que había dado los primeros conciertos el año anterior, fuimos convocados por el realizador García Toledano y el director, padre Gil Muro para un ‘ensayo general con todo’. A lo largo de toda la mañana de aquel sábado limamos asperezas y templamos nervios, mientras los técnicos televisivos hacían rodar cada una de las cinco cámaras para que no quedara esquina sin ser retransmitida.
“Y mañana, todo el mundo aquí a las nueve. No quiero retrasos de última hora”. Era la voz del padre Muro que, para mayor eficacia fue retransmitida su orden por el director de los cantores, Don Rogelio García San Román, anterior párroco del templo que, además, había hecho trasladar el viejo armonium, desde el coro hasta los primeros peldaños del presbiterio.
Fue un éxito total. Aquellas casas en las que ya había entrado el video, fueron notarios de excepción del acontecimiento que, posteriormente, nos pasaron la cinta a los que habíamos actuado en directo, sin saber cómo había quedado la cosa.
Perfecta la procesión de entrada del oficiante y acólitos, seguidos de las cofradías y cetros. Insólito el reportaje sobre La Bañeza en general y el templo parroquial en particular, antes de iniciar el programa del ‘Día del Señor’. Sin un fallo la ofrenda en la forma de un escudo de la ciudad, un ramo de flores, un ramo de encina, una torre. Y, está mal que lo diga yo, pero apoteósica la actuación de la coral, tanto en la interpretación de la misa de Perossi, a tres voces mixtas, como en los diversos motetes que hubimos de cantar durante el ofertorio, la comunión y la salida.
Fue una jornada memorable para la ciudad, pese a los protagonistas que sustituimos el corazón por la profesionalidad, en un estaribel al principio de la nave derecha de la iglesia, en el que los focos que nos iluminaron hicieron verdaderos derretimientos durante las casi dos horas que duro el acto para nosotros. Un nueve de agosto de 1987, con un calor espantoso en el interior y el exterior de la parroquia.
Pero La Bañeza sonó por todo lo alto entre los numerosos espectadores que entonces tenía aquella misa televisada, por el único canal de TV que a la sazón había en España. Suerte pues, para la parroquia de Santa María el próximo domingo, día del Corpus Cristo, en el que juntamente con la celebración religiosa en sí se podrá ver, a partir de las diez de la mañana, un reportaje sobre la ciudad, presidido por ese gigante que conforma la torre del templo, desmochada en falsas almenas en sus alturas inconclusas.