Domingo González Martínez, vecino de Bilbao, solicita a primeros de enero de 1935 se le permita instalar en la ciudad un puesto de recreo denominado “tiro al blanco”, de ser posible en la Plaza Mayor, y se le indica que señale fecha en que lo ha de tener instalado, aunque se resolvía el día 27 “no autorizar en el futuro barracas en las que se rife o juegue dinero u objetos, poniendo para ello cuantos obstáculos sean posibles”.
Acabando febrero, por las gestiones de los diputados leoneses Antonio Peréz Crespo, Antonio Álvarez Robles, Manuel Sáenz de Miera, y Pedro Martínez Juárez, se concedía por la Dirección General de caminos un crédito de 50.000 pesetas (y otro posterior de 35.000, según noticias oficiosas) para el arreglo de las travesías que discurren por la ciudad de La Bañeza atravesando la Plaza Mayor, y se acuerda al principio de marzo solicitar de la leonesa Jefatura de Obras Públicas que cuanto antes se realice su reparación en virtud del lamentable estado de las mismas y del notable paro existente a causa de la terminación de la campaña azucarera. Por las mismas razones se urge el inicio cuanto antes de las obras de las calles Marqués de Cubas y otras.
A final de mes el ingeniero de caminos de la sección o zona bañezana formulaba las modificaciones que debe sufrir el pavimento de la Plaza Mayor y la glorieta de la misma con el arreglo que se va a efectuar, concediéndole la Corporación un amplio voto de confianza para que haga lo que estime conveniente en cuanto a la estética y la facilidad del tránsito, considerando que el refugio que sustituya a la glorieta quede lo más amplio posible, aunque a mediados de abril, visto el mal efecto producido al vecindario saber de la desaparición de aquella glorieta, se acordará ver si es posible respetarla en las obras de reparación (no debió de serlo, pues a final de mayo se accederá a la petición de varios vecinos de la Plaza Obispo Alcolea de “instalar en ella la glorieta retirada de la Plaza Mayor, siempre que los solicitantes se hagan cargo de la mitad de los gastos de su instalación”).
Ya se había encargado al arquitecto municipal al comenzar el mes de marzo un proyecto para establecer mediante un motor (del que el Ayuntamiento ya dispone almacenado en el matadero) una fuente en el pozo de la Plaza, aunque se acordará el 11 de septiembre “que, previa tasación que realicen los electricistas Elías Falagán y Veremundo Ossorio Fernández, se venda aquel motor como objeto inútil”. Vecinos de los barrios de San Eusebio y San Julián solicitaban una semana más tarde un terreno comunal para la construcción de un nuevo pozo, acordándose el 30 de octubre que los dos se construyan por cuenta del Consistorio, y colocarán aquellos por la suya las correspondientes bombas.
La subvención de 25.000 pesetas para alumbramiento de aguas concedidas por la Junta Nacional que trata de remediar el paro obrero ha de emplearse antes de acabar el año, por lo que se propone a primeros de noviembre de 1935 por el concejal y médico Martiniano Pérez Arias algo que no llegaría a realizarse con aquellos fondos, por aplicarla en su totalidad al primer fin: destinarla también a la construcción de varios pozos abisinios (o pozos clavados para el bombeo de agua) en las calles de la población para regarlas desde ellos con una motobomba transportable (lo que se realizará más adelante), y de varios urinarios con pozos sépticos.
Se acordaba en la sesión del 12 de junio de 1935 por mayoría de los asistentes (con el voto en contra del concejal José Perandones Cabo) subvencionar las fiestas del Corpus de aquel año con la suma de cien pesetas, “al objeto de dar esplendor a la indicada fiesta popular, que atrae forasteros y es tradicional en la ciudad”. El edil Tomás Pérez Benito manifestará en la siguiente reunión su voto contrario y “la oposición a aquel acuerdo si dicha suma ha de dedicarse a sufragar las procesiones religiosas” (pudiera haber tenido esta obstrucción, además de sus trabas a facilitar la construcción del cuartel para la Guardia Civil, algo que ver con los motivos de su encarcelamiento en el otoño de 1936).
Del libro LOS PROLEGÓMENOS DE LA TRAGEDIA (Historia menuda y minuciosa de las gentes de las Tierras Bañezanas -Valduerna, Valdería, Vegas del Tuerto y el Jamuz, La Cabrera, el Páramo y la Ribera del Órbigo- y de otras localidades provinciales -León y Astorga-, de 1808 a 1936), publicado en 2013 en Ediciones del Lobo Sapiens) por José Cabañas González. (Más información en www.jiminiegos36.com)