Charo Martínez Domínguez
Mañana gris en La Bañeza. El aire se perfuma con perlas de lluvia. La Plaza se viste con los colores de los puestos de productos de la tierra.
Hay gente. De aquí y de allá. Curiosidad y admiración en los rostros de los que pasan y comentan la hermosura de los frutos de la huerta leonesa. Del Páramo a la montaña, del Bierzo a la fértil vega bañezana, de Zamora y de otros lares.
Nuestros dulces, hechos por sabias manos artesanas, se nos ofrecen en bandeja tentadora. Lujo y lujuria para los paladares más exquisitos. Los vinos y los quesos, para qué hablar. Generosos los feriantes nos tientan, prueba, prueba. Y todo está de vicio.
Recorro la Plaza y como por casualidad, allí están los carruseles. Los caballitos. Briosos corceles de madera que giran y giran sin gastar combustible. Me siento niña otra vez y de buena gana me subiría. Por un momento, me gustaría apearme de esta noria que es la vida y subiría a este tiovivo que no causa vértigos.
Miro al cielo. Plomo en las nubes. Las habas ya están en remojo. Con agua de goteras dicen que cuecen bien. Eso vale para los titos de Corvillo. Aquí estamos en La Bañeza, tenemos un agua buenísima y la legumbre autóctona es de primera calidad. Vuelvo a mirar al cielo. No quiero que llueva. No quiero que nada desluzca la alubiada del domingo.
Quiero que se repita un año más el sueño del maestro de maestros de alta cocina. El sueño de Paco Rubio que veía la fuente de la Plaza rodeada de tarteras llenas de habas haciendo gorgor.
La Plaza admite otra disposición que hará posible que haya más fogones y más gente.
El sueño de Paco en el que veía una Escuela de Hostelería en La Bañeza. Nos vendría bien, muy bien. Nuestra tierra necesita jóvenes preparados para el futuro. Un futuro que debe aprovechar los recursos que tenemos para crear empleo y fijar población. Nuestra gastronomía cuenta con todos estos ingredientes. Aquí está la Feria exhibiendo lo mejor de lo mejor.
No puedo dejar de comprar algo especial, miel, queso, vinos… Demasiado bueno. Compraré también para regalar a los amigos que están lejos. Seguro que les gusta. Seguro que satisface a los más sibaritas. Les daré envidia. No saben lo que se pierden.
Me acuerdo de aquel que vendió la primogenitura por un plato de lentejas. Tonto perdido.
¡Si al menos hubiera sido por un plato de alubias de La Bañeza!…
Brillante articulo Charo, siento una sana envidia, bueno envidia exactamente no, mejor admiración por lo bien que sabes expresar de una forma tan bella lo que sentimos muchas personas, identificandonos con tus palabras, lo que pasa es que no todos sabemos describirlo de una forma tan bella como tu.
Estamos expectantes esperando el próximo articulo.
Que buen sabor de boca me ha dejado este articulo!
Felicidades a la autora Charo Martinez porque sin saltarse ningún plato, nos ha despertado el paladar y el buen gusto por las cosas nuestras. Un recorrido por la feria regada de aromas que incluso desde aquí(y estoy lejos) creo sentir.
Muy acertada la reflexión no solo en la reconocida gastronomía, también sobre la utilización de los recursos de que dispone La Bañeza.
Gracias Charo por el queso, la miel, el vino…….
Hoy como no podia ser de otro modo, de primero alubias! y que sean de La Bañeza!!