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La tierra que lucha para poder resurgir de entre sus cenizas

● IBAÑEZA.ES ►Lunes, 19 de agosto de 2013 a las 10:34 Comentarios desactivados


P.J. Abajo

El fatídico 19 de agosto de 2012, cuando media España estaba disfrutando de las fiestas o de las vacaciones, saltaron las alarmas en Castrocontrigo por un incendio forestal que duró 18 días en ser extinguido, que movilizó a más de mil efectivos, que mantuvo en vilo a cientos de vecinos de las comarcas de la Valdería, la Valduerna y el Jamuz y que se convirtió en una de las mayores catástrofes de la historia reciente de la provincia leonesa.

Doce meses después, ante más de 11.700 hectáreas calcinadas, decenas de negocios arruinados, un impacto ambiental que perdurará durante varias generaciones y los complicaciones para gestionar los diez millones de euros destinados a las labores de restauración, en la tierra que lucha por resurgir de entre sus cenizas se multiplican las incógnitas y las dudas mientras la investigación sigue sin poner nombre y apellidos al culpable.

Recolección de resina en el pinar de Tabuyo del Monte después del incendio de Castrocontrigo. / Foto: Carlos S. Campillo

Un antes y un después

Esteban Llamas, el primer agente medioambiental que divisó y alertó del incendio que hace ahora un año arrasó exactamente 11.724 hectáreas en los municipios de Castrocontrigo, Luyego, Quintana y Congosto, Destriana y Castrillo de la Valduerna, asegura que “esto ya no es para que lo vean como antes los hijos, sino los nietos. Los que lo conocimos, ya nos olvidamos”; una opinión compartida con decenas de vecinos de las localidades para las que hay un antes y un después de aquel 19 de agosto.

Nadie, ni siquiera los que conocieron de primera mano el incendio del pinar de Tabuyo de 1998, cuando un proyectil del campo de tiro provocó que se calcinara la significativa cifra de 3.300 hectáreas, o el de 2005 cuando la superficie quemada llegó a las 2.000 hectáreas, nadie se imaginaba que la catástrofe iba a llegar a tal magnitud. Sin embargo, según recuerdan los expertos un año después de la tragedia, en los dos primeros días del fuego se dieron una serie de circunstancias que hicieron que las llamas fueran incontrolables.

Tras extinguir el fuego

Una vez que se dio por extinguido el fuego, un plan de medidas urgentes recogía las pautas encaminadas a garantizar la recuperación de la zona quemada desde el primer momento, un trabajo que se inició con la recogida de semillas de las plantas y árboles autóctonos para procesar la regeneración del terreno con las mismas especies que han sido arrasadas, asegurar la salubridad de los manantiales y resolver el problema de la extracción de la madera quemada.

En este sentido, el documento elaborado por la Consejería de Fomento y Medio Ambiente el Ministerio ha permitido ya la retirada del 75% de la madera quemada, lo que supone cerca de medio millón de metros cúbicos y unas 5.600 hectáreas. Además, al mismo tiempo, la Junta de Castilla y León ha ejecutado un programa de control de plagas para analizar la masa forestal y la densidad de insectos en toda la zona afectada y se ha llevado a cabo la construcción de una serie de terrazas naturales para que la erosión no afecte a estos terrenos.

La opinión de los vecinos

Un año después de la catástrofe, los vecinos critican que la mitad del dinero destinado a la recuperación del monte -casi diez millones de euros- deba gastarse en un plazo reducido porque, dicen, se necesita más planificación e inversiones sucesivas y prolongadas. De hecho, la Plataforma de Afectados por el Incendio de los Montes del Teleno creada a raíz de la desgracia critica que “las actividades económicas derivadas del incendio no han repercutido en las empresas y trabajadores de la zona, salvo un anecdótico 7% de los 5 millones que el Ministerio ha invertido durante este año”, un problema al que auguran “más complicaciones” si finalmente “se lleva a cabo la reforma de las administraciones locales y desaparecen las juntas vecinales”.

Pérdidas multimillonarias

La dificultad para cuantificar de forma precisa las pérdidas directas e indirectas derivadas del fuego doce meses después de la tragedia no impide recordar las decenas de familias cuyas economías estaban basadas en el aprovechamiento forestal o cinegético como es el caso de la madera, la micología, la resina, la caza o la apicultura, además del turismo rural o la pérdida de unos ingresos extra para quienes no vivían directamente del monte pero el impacto del incendio también ha sido notable, por no hablar del impacto medioambiental y ecológico.

Color verde ‘esperanza’

En el trayecto de Castrocontrigo a Tabuyo el paisaje devastado por las llamas sigue ofreciendo al visitante una imagen desoladora, un horizonte ennegrecido pero en el que ya se empiezan a ver pequeñas señales tanto de la regeneración natural del pino y el roble como de la restauración llevada a cabo por los técnicos medioambientales. Sin embargo, a pesar de los indicios que llaman a la esperanza, la fotografía de un panorama ardiendo día y noche durante más de dos semanas permanecerá imborrable en la memoria de cuantos efectivos lucharon contra las llamas, de quienes estuvimos allí para contarlo al mundo y de quienes vieron reducida a cenizas la tierra que les vio nacer.

Vista general de una zona afectada por el incendio de Castrocontrigo del pasado año. / Foto: Carlos S. Campillo

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