La primera sensación que tuve al reencontrarme con las fotografías de Alberto Schommer de la serie dedicada a la transición española, colocadas para su exposición en la sala del Centro Cultural Infanta Cristina, fue la de recordar el suplemento de El País de mi juventud, que devoraba todos los domingos y donde este fotógrafo publicaba sus novedosas series de retratos que yo guardaba cuidadosamente en una carpeta. Aquellas imágenes de Schommer, estas que ahora tengo ante mí, impactaron en aquél joven pintor que ya hacía retratos y que comprobaba que la fotografía también podía hacer retratos preparados, meditados con anterioridad, retratos donde lo importante no era sólo un rostro sino todo los elementos que le rodean.
Ahora estoy frente ellas y me doy cuenta que las fotos no han cambiado, el que ha cambiado he sido yo. Hoy las miro desde la distancia y sin la fascinación del joven. Las valoro en su justa medida sin dejarme llevar por la pasión. Me encuentro con un fotógrafo de retrato elaborado, que estudia a sus personajes y los complementa con la iconografía adecuada. Son impactantes las primeras tres fotos de un yeso con la máscara de Franco, su rotura y su conversión en polvo, con las que refleja la ruptura con todo lo anterior para pasar, en las fotos siguientes, a reflejar el cambio politico en España.
Las casi cuarenta fotos de la serie nos muestran a los personajes políticos de la transición, en grupos o individualmente, cargados de símbolos de la mitología clásica y popular que tratan de definirlos: Al grupo de Alianza Popular les coloca la espada y el escudo, las hogazas de pan se las adjudica a la U.C.D., con los capotes de toreros identifica al P.S.O.E y la jaula abierta y las palomas blancas sueltas se las adjudica al Partido Comunista.
Para otros retratos recurre a símbolos más abstractos como los colores rojo y azul, las interrogaciones o la svástica que aplica sobre los personajes y edificios. Balanzas de la justicia, relojes de estación, cristales transparentes, etc, en un minucioso trabajo preparado para que sus personajes se encontraran, en el momento de realizar la fotografía, con los hechos consumados. Muy pocos de los fotografiados no aceptaron la propuesta de Schommer, todos pasaron por el estudio del gran fotógrafo dispuestos a someterse a sus exigencias pensando que iban a ofrecer una imagen diferente que ayudaría a definir esta situación tan importante.
Alberto Schommer es uno de los grandes fotógrafos españoles, único fotógrafo miembro de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, creador de un estilo que entronca con los grandes maestros europeos y americanos del retrato psicológico. En el primer semestre de este año se celebró una exposición antológica de toda su trayectoria en el Museo de Bellas Artes de Bilbao, como homenaje a toda una vida dedicado a la fotografía. Nosotros, de momento, nos conformamos con admirar estas fotografías expuestas en el Infanta Cristina. Una exposición que hay que ver, por la importancia del autor, por lo que cuenta y por todo lo que representa en nuestras vidas.