No estamos en el siglo V ni voy a hablarles de Rómulo Augústulo, el último emperador romano de Occidente, ni de la novela de Massimo Manfredi que recrea su historia, ni tampoco de la posterior película de Doug Lefler que pasó sin pena ni gloria. Esta Última Legión es bañezana, de nuestra zona, no llevan escudos ni corazas, salen a luchar a pecho descubierto en cada concierto, llevando por armas sus guitarras y demás instrumentos. Haciendo versiones de todas esas canciones que están en boga, mejorándolas muchas veces.
A La Última Legión la vimos y escuchamos el sábado en el Teatro Municipal en una puesta en escena brillante en el ciclo de Grupos Bañezanos. Todo un espectáculo de programaciones de luces, jugando con contraluces y siluetas, pasando de rojo al amarillo, al verde y al azul cobalto en bellas mezclas de colores y un buen sonido que no hizo retumbar el teatro para nada. Un público variopinto, jóvenes y menos jóvenes, cantamos con ellos casi todas las canciones. Por la módica cantidad de 3 € tuvimos, por un momento, un paquete donde entraban Sabina, Secretos, Fito, Antonio Vega, el Canto del Loco y tantos otros, perfectamente versionados e interpretados por estos cinco legionarios del siglo XXI.
No es necesario que os cuente más de este concierto. Todos les conocéis, les habéis visto en las fiestas, como encandilan a la gente joven y a los no tan jóvenes nos hacen sentirnos como si lo fuéramos. Prefiero contaros como empezó esta aventura que este año los va a tener en gira por muchos lugares de España.
Recuerdo perfectamente a ese chaval de 15 años que llegó a Ramsés II y se presentó: -Hola soy Alex y me han dicho que tengo que tocar hoy aquí-. Yo le saludé y le presenté a mis Viajeros del Tiempo, Tino Cartujo, Fernando de Uña, Miguel Ángel Mendoza y Mingo Muñíz. Alex nos cantó las canciones que iba a hacer en aquella gala donde tocábamos también los Viajeros del Tiempo. Yo le dije: -Quieres que toquemos contigo-. Y él, sin ningún reparo, dijo sonriendo: -Vale.
Media hora de ensayos y Alex tocó aquel día, por primera vez, con todo un grupo por detrás. Unos Viajeros del Tiempo curtidos en mil batallas junto a ese joven cantautor que bordaba a Revolver. Ese día supe que iba a ser grande y que podría llegar donde quisiera. No sé si ha llegado todavía pero está en ello. A veces llegar no es sólo conseguir la fama.
Desde ese día nació una amistad a pesar de los años que nos separaban. Tocamos juntos en varios conciertos, compartimos uno el escenario del otro. Algunas canciones suyas y mías se han mezclado en nuestra memoria. Alex comenzó a realizar conciertos en solitario en multitudes de bares y pubes hasta que surgió La Última Legión con Miguel Angel Mendoza a la batería, gran percusionista del que tendré que hablar en otro capítulo de “por amor al arte”, que tuvo que dejar el grupo por no poder seguir el ritmo de trabajo y música. La incorporación de los dos muchachos de Benavente, al bajo y la batería conforman una excelente base rítmica sobre la que trabajan los otros tres: Javier Arias y César Lobato, excelentes instrumentistas que pueden tocar guitarras, bajos y teclados además de hacer voces y sobre todo ese colchón musical, la guitarra acústica y la estupenda y rotunda voz de Alex.
También quiero hablar un poco de César Lobato. Recuerdo a aquel chaval de pelo rizado y ojos listos que se acercaba por la mesa que yo sonorizaba en los Viernes Culturales de la Plaza Obispo Alcolea y ya entonces me daba consejos sobre agudos y graves, reverberación o cualquier otro concepto sonoro, informático o musical. Con el paso del tiempo y esa capacidad de aprenderlo todo, César toca muchos instrumentos y sabe de todo lo relativo al sonido, a la iluminación y la puesta en escena de cualquier espectáculo.
Son todos ellos triunfadores en potencia, sólo les hace falta el empujón o la suerte que necesitan todos los campeones. Yo todavía espero que lleguen muy arriba. Deseo que saquen un disco con sus propios temas que intercalen con las excelentes versiones que hacen.
Por eso, el sábado, cuando Alex me invitó a tocar con él, a compartir canciones acompañados de una sola guitarra, los dos solos sentados sobre un cajón en medio del escenario, volvimos a sentir la magia y la química que nos une, volvimos a sentirnos importantes uno al lado del otro, a recordar aquellas canciones que tantas veces hemos hecho juntos en una noche en la que La Última Legión realizó un estupendo concierto en un marco incomparable: en el teatro de nuestros sueños.