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Lluvia de rogativas no llena pantanos

● Polo Fuertes ►Viernes, 16 de marzo de 2012 a las 0:01 Comentarios desactivados


He de decir que no sé si los procuradores de la tierra se han reunido con el fin de determinar si van a votar a la Virgen del Castro. Aunque ya he oído en alguna conversación preguntando, a qué están esperando para sacar la Virgen de la Lluvia. Esa advocación bañezana y astorgana a la que ponemos en el disparador nada más que se secan los campos y las cosechas.

Pero ya decía mi amigo Policarpo Navarro Sánchez: “Lluvia de rogativas no llena pantanos”. Como siempre, tiene razón el buen Policarpo. Porque lo cierto es que la lluvia de la Virgen del Castro es para lo que es. Una especie de salvar la siembra de cereales (trigo, centeno o avena) tempranos de secano, dejar preparado para sembrar el regadío o si ya está sembrado, hacerlo brotar. Y poco más.

La Virgen de la Lluvia fue una advocación que el bueno del santo obispo Toribio de Astorga, allá por el siglo V sacó de su sabiduría, cuando los paisanos, los campesinos de los pueblos de Astorga y La Bañeza le pidieron un milagro ante la pertinaz sequía que asolaba el campal y les conminó a que sacaran en procesión a la Virgen de Castrotierra desde su santuario hasta la catedral astorgana, le rezaran una novena y volvieran con ella de vuelta, agotando todas las letanías y rogativas habidas y por haber.

Y el cielo abrió sus compuertas y el secano se empapó del líquido elemento, teniendo aquel año una cosecha del ciento por uno, como describían los evangelios en una conocida parábola. Pero Santo Toribio, que ya había sacudido el polvo de sus sandalias, harto de los palos que cada poco metían sus diocesanos en las ruedas de sus prédicas, no solucionó las regulaciones de los ríos. Unas regulaciones que solamente quedaban copadas por las intensas nevadas que, por entonces, caían en nuestras comarcas.

Y ya veis, mis queridos lectores, ni eso cae en condiciones. Y ahí está la madre del cordero. Mientras las montañas y las colinas no se llenen en condiciones del maná helado, vamos a seguir teniendo problemas de agua. Lo de la Virgen de la Lluvia será sólo pan para hoy y hambre para mañana, en lo que se refiere al campo y cortará definitivamente las fábricas de mocos, que estúpidamente están cosechando a lo bobo nuestras narices desde no se sabe cuándo. Por mucho ‘ora pro nobis’ que gritemos a las rogativas y letanías de las que echemos mano.

Y es que este marzo de nuestros pecados está mayeando que jode. Y cuando marzo mayea, mayo marcea. Con ello las yemas, los brotes verdes que empiezan a verse en los frutales, engañados como si fuera ya primavera, serán arrasados por los fríos que puedan venir en mayo, cuando empiece a marcear. Mecagüenlaaa.

Así que esperemos que el anticiclón cabrón que nos afecta se retire por el foro para que, con Virgen de la Lluvia o sin ella, empiece a llover y nevar. Sí nevar. Eso es lo que más falta hace. Porque aunque los pantanos regulen los cursos fluviales, lo que regula estos embalses es la nieve, aunque sea de abril. Que también en abril sabemos en esta provincia cómo nieva.

Pero no seré yo quien le ponga peras al olmo y si los procuradores de la tierra de Maragatería, de la Sequeda, de la Vega, de la Cepeda, de la… votan la Virgen del Castro, benditos sean. Porque, a partir de ahí ni el señor prelado puede poner pegas a la decisión de estos ‘hombres buenos’ que arrastran el peso de sus decisiones desde la más ancestral antigüedad. Sancte Toribie, ora por nobis. Aunque ya dice mi amigo Policarpo Navarro Sánchez, que lluvia de rogativas no llena pantanos. Amén.

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