Hace unos días, después de una jornada de limpieza de papeles y cosas inútiles que se acumulan en casa, me di cuenta de lo necesario de estos ejercicios de orden y limpieza. Todo queda mejor colocado y más a mano y aquello que sobraba desaparece en grandes bolsas grises en el contenedor.
También me doy cuenta de que estos ejercicios de saneamiento hay que aplicarlos de una manera más profunda a nuestra vida. Hay que tirar lo inútil, mucho de lo que sobra a nuestro alrededor y concentrarse en lo importante, lo necesario, lo imprescindible. Te das cuenta de que tienes toda tu vida en carpetas, algunas no se han abierto en años y el polvo las tamiza. Es necesario abrir estas carpetas y cajas de cartón donde has ido metiendo, sin orden ni concierto, escritos, carteles, canciones, dibujos, pequeños objetos, creados o encontrados. Fotografiarlos, escanearlos, llevarlos al mundo virtual, meterlos en el disco duro del ordenador, así seguirán existiendo, quizás algún día se publicarán en libros o artículos, en una vida diferente de la real.
'Lo que queda de ti'. / Ilustración: A.O.A.
Luego todo vuelve a las carpetas y éstas a cajas más grandes que vuelve, a su vez, al desván o a la cochera, esperando que alguien se deshaga de ellas algún día. Solo se salvan algunos pocos objetos elegidos, algunos dibujos enmarcados. Todo queda en el disco duro del ordenador y en las copias de seguridad por si alguien quiere rescatarlo alguna vez. Como si fuera más importante lo virtual que lo real.
Es mejor que te rodeen pocas cosas, algún libro publicado, varios discos, tu vieja guitarra y un disco duro lleno de tu vida. Hasta que cambie el sistema informático, aparezca otro método de almacenamiento y tu disco duro sigua ahí sin nadie que pueda abrirlo hasta que alguien lo tire.
Ayer quedó eliminado el Barcelona de la Champions League como se dice ahora, hoy el Madrid. El momento real ya ha pasado, ya no existe, pero en millones de discos duros quedará grabado ese momento amargo para siempre. Esto será difícil de borrar.
Algunas noches te pones a escribir queriendo ser ácido y solo te salen canciones de amor:
“…Recuerdo con agrado aquel septiembre, aquellos árboles, allí, junto al lago. Las viejas estatuas renegridas, no se cansaban de escuchar nuestras canciones.”
