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47 senderistas bañezanos pasearon Los Arribes del Duero en Zamora

● Ibañeza.es ►Miércoles, 11 de mayo de 2016 a las 18:39 Comentarios desactivados


Club D. Atlético Bañezano

Todas las previsiones del tiempo nos hacían pensar en abandonar la aventura de nuestra octava ruta de senderismo, pero el domingo por la mañana 47 aventureros emprendimos la que hasta ahora es la ruta más larga en cuanto a distancia de autobús (150 kilómetros) y posiblemente la más bonita en cuanto al espectáculo que pudimos contemplar, de valles, ríos, montañas, vegetación y desfiladeros. Y, claro, el tiempo no podía fallar y nos premio con un día esplendido donde esperamos unas precipitaciones intensas.

Durante mucha parte del viaje, el agua nos fue acompañando pero, acercándonos a nuestro destino el sol iba saliendo tímidamente y las nubes se iban quedando en intermitentes amenazas que, llegados a Villardiegua de la Ribera, principio de Los Arribes del Duero y prácticamente en la frontera con Portugal, desaparecían para dejarnos una mañana de lo más agradable.

Después del reparador café habitual, emprendimos la marcha, que nos iba llevando por lugares preciosos, con regueros, charcos, ríos, y paisajes extraordinarios, donde todo era agradable de admirar.

Ahora saltamos un reguero (pisando piedras), ahora atravesamos un pequeño riachuelo, (pasando por un puente de piedra), ahora subimos a piedras enormes que parecían mantenerse flotando en el aire y que con un simple empujón caerían sobre otras provocando avalanchas, ahora visitamos las ruinas de una ermita, o las cientos de vallas de piedras que rodean todas las fincas. Y todo esto con un ambiente extraordinario, donde todos y cada uno iban sacando fotos a todos los lugares. Así, llegamos a la altura del cañón donde se divisan los márgenes español y portugués del río Duero, majestuoso en su afluencia, en sus curvas, en su caudal, en su distancia, en todo.

Poco después, la visita de uno de los molinos, amablemente abierto por su dueño para visitarlo y el reparador bocata para reponer fuerzas, eso sí, unos sentados en las piedras y otros en la hierba, que hasta para eso tuvimos suerte, y a nuestras espaldas el río Duero. Maravilloso. Pero, había que volver, se nos echaba el tiempo encima, y…las nubes empezaban a decirnos que nuestro tiempo se acababa.

Poco a poco emprendimos el regreso y, mientras los más ágiles apenas la probaron, los más rezagados todavía tuvieron la oportunidad de recibir un buen chaparrón de agua, que oportunamente nos acompaño en los últimos 800 metros, para refrescar nuestras cabezas y sobre todo, para amortizar el peso del paraguas que algunos habían estado sufriendo durante toda la mañana.

No daba tiempo a mucho mas, tras cambiarnos de ropa el regreso fue aprovechado por muchos para dormir una pequeña siesta y otros, para ir divirtiéndose entre bromas y fotos en la parte de atrás del autobús.

Nadie se sintió defraudado, para nada. De una mañana donde en el peor de los casos la alternativa nos hubiese hecho cambiar nuestro destino hacia Miranda de Duero y sus tiendas, a pasar un día de lo más tranquilo, en la cercanía del cielo y del agua, en la zona de Los Arribes y en compañía de los que ya empezamos a considerar un grupo de buenos amigos. Y, claro, no podía faltar a nuestra llegada a La Bañeza (y durante gran parte del camino), ¿cuándo y dónde será la próxima?

Fotografía de grupo de la expedición participante en la ruta.

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