José Cruz Cabo
Me quedé tan profundamente dolorido, cuando en la mañana de hoy me enteré de tu rápida e inesperada muerte, Manuel Fernández Simón, que no me lo podía creer, ya que te vi ayer sobre las siete y media de la tarde, preparándote para el concierto.
En este momento de triste y profundo pesar recuerdo tu pasión por la música, y ello me lleva a recordar a tus padres y a ti de niño, cuando yo iba a tu casa de chaval. Después, recuerdo cuando ya jovencito entraste a trabajar en la Farmacia de Don Gonzalo, donde te jubilaste, y sobre todo tu pasión por la música y las postales antiguas de nuestra ciudad.
Cuántas veces charlamos sobre estas cosas, cómo me llenó de satisfacción cuando expusiste parte de las muchas fotografías en las escuelas que fueron del barrio del Jardín, cuando ibas a Radio Bañeza a contarnos algunas de las indagaciones que hacías sobre la ciudad. Fueron muchas las vivencias que compartimos y hasta me contaste las más de cien zarzuelas que tenías en cassette.
Eras tan amable y tan bueno que enseguida te ofreciste para tocar el tambor durante la procesión del miserere de la Cofradía de la Santa Vera Cruz y, año tras año, lloviera o hiciera frío, estabas con tu tambor en esta silenciosa procesión, que el toque de tu instrumento hacía mas solemne y sobrecogedora.
Cuántas veces hablamos de las fotografías antiguas de la ciudad y me preguntabas “Pepe, ¿tienes este dato?” o “¿Conoces esta foto” y, si era necesario, investigábamos hasta encontrar el enigma de la historia. Yo la gozaba, junto a tu familia, en los conciertos de nuestra querida banda, a la que tú le diste tanto que hasta le entregaste tu vida en el concierto de anoche.
Tuvo que ser terrible para tus compañeros y para Pachi, tu última directora, ver cómo te ibas sin despedirte cuando el concierto finalizaba. Si lo pasamos mal cuando la enfermedad de tu esposa Angela, porque yo recé para que se recuperara, y te preguntaba cada pocos días por ella, también fue una gran alegría ver que se recuperaba y con limitaciones volvía a ser la de siempre, la esposa que tanto te quiso y por la que tú te desviviste.
Han sido muchos años de amistad y de compañerismo, casi desde tu niñez; por eso esta mañana me quedé profundamente apenado con la noticia de tu repentina muerte y, en estos momentos de dolor para tu esposa, para tus hijos, que tanto te ayudaron y te quisieron y para los dos hermanos que te sobreviven -Andrés y Mercedes- así como para el resto de tu familia, solo tengo motivos de agradecimiento. Por ello me uno a su dolor, porque es el mío, y desearte que en el más allá sigas con tu música, con tus fotos de la ciudad que te vio nacer y con el tambor, que tantas alegrías y tantos trabajos recibiste de él. Y para tu esposa, hijos y hermanos y demás familia, mi más profunda amistad y compartir con ellos el enorme dolor que nos dejas con tu ausencia.
Amigo “Friuras” eras de esas personas que no merecias morirte nunca, pero te fuistes haciendo una de las cosas que mas te gustaban, tocando en la Banda de musica de tú pueblo, ese que tanto querias y que ayer en tú despedida rindio el adios a un GRANDE a los sones de la banda, como tú te merecias, un abrazo muy fuerte a todos los tuyos. HASTA SIEMPRE MANOLO.
siempre permanecerás en mi memoria, hombre bueno y amigo entrañable. Descansa en paz
Cuando yo era niño, en la farmacia de Don Gonzalo no sólo se despachaban medicinas y fórmulas magistrales. Por raro que pueda parecer, y mis hijos no terminan de creérselo cuando se lo cuento, se vendían también yogures. Buenísimos, por cierto. Recuerdo ir a comprarlos con mi madre cada dos o tres días. Y allí, con su bata blanca inmaculada estaba Manolo “Friuras”, siempre afable y atento, que me despedía regalándome unas gominolas que sacaba de un bote de cristal. Manolo fue para mí, primero, el señor de las gominolas. Más tarde, el que tocaba el tambor en la banda. Y siempre un tipo entrañable, bañezano como pocos, que espero que haya sido despedido con todos los honores por la banda municipal de sus amores. Descansa en paz, Manolo. Que Dios Nuestro Señor te acoja y dé el consuelo a tu familia.
Un abrazo, que desde el cielo seguirás cuidando y amando a tu Bañeza y a tu familia.
Amigo Manolo, no se puede marchar uno así, sin despedirse, con muchas partituras sin tocar todavía. Nos has dejado perplejos, anonadados. Como disfrutaste el domingo en el Concierto de la Copla, estabas en tu salsa a las órdenes de Pachi y acentuando con tus redobles la voz de Nathalie.
A lo mejor tienes razón y hay que morirse a lo grande, después de un gran concierto y con el uniforme de faena. Eras buena persona, bañezano ejemplar, de los que trabajan sin buscar recompensa. Tus postales y fotos, tus partituras, tu caja y tus baquetas, se han quedado igual de tristes que yo, que te conocía y era tu amigo, bueno lo sigo siendo porque tu energía estará en alguna parte. Hasta siempre amigo.
Manolo, me ha dolido profundamente. No puedo quitármelo de la cabeza, hace una semana me acompañabas a mí y a mi familia por la muerte de mi suegra y ahora el que no estás eres tú. Me da mucha pena, no sé cómo expresarlo. Adiós y gracias por tu cariño y tu apoyo en la banda y fuera de la Banda.
Manolo: desde el cielo quiero que sepas que seguiré siendo tu gran Amigo que fui aquí en la tierra, y que no te olvidaré jamas. Un beso de tu Amigo. RELOJES.