José Cruz Cabo
He llevado una gran alegría y satisfacción cuando mi hijo Pepe me trajo un libro de poesía titulado “Hojas verdes y amarillas”, con una cariñosa y nostálgica dedicatoria. Resulta que este libro, de magnífica poesía, está escrito por Alfredo Marcos Oteruelo, que fue el director de Diario de León que me cogió a mí como corresposal en el año 1965, un año después de ser él nombrado director del periódico y que además fue el primero que en el año 1968 me comenzó a dar un pequeño regalo mensual de 300 pesetas para que cubriera los gastos que me acarreaba enviar los sobres con las crónicas a León en el coche de linea. Solo existía el teléfono para las crónicas deportivas y el coche de linea para el resto. Este precioso y valioso libro poético me ha llevado a los años sesenta y primeros de los setenta, para recordar nuestra amistad que todavía hoy dura, según pude ver por este magnífico regalo.
“Hojas verdes y amarillas”, es su segundo libro de poesía, aunque Alfredo tiene un largo historial como escritor, y hasta ha ganado premios con su prosa. Pero ahora se enfrenta a su yo en este libro que es una historia de vivencias, de ausencias y de momentos personales, escritos con una gran fuerza expresiva, con un enorme bagaje de vivencias, de recuerdos, de armonía con la vida y la naturaleza. Son dieciseis poemas que llegan al corazón del lector, que suena a maravillosa poesía y son al mismo tiempo un canto a la naturaleza y a la vida.
La verdad que he disfrutado muchísimo con estos grandísimos versos, que se leen con fruicción y sirven de lenitivo para sosegar y mirar la vida y sus circunstancias con otros ojos, y aceptar sus incovenientes y alegrías como vienen, resignándose a las primeras y disfrutando de las segundas sin pensar más allá. Los sentimientos están en uno y se expresan, como es el caso de Alfredo Marcos Oteruelo, con verdadera belleza lexica y poniendo en cada verso el alma y el corazón para expresar las ideas de forma bella y emotiva.
